Terrorismo, una amenaza para la humanidad
Según la Global Terrorism Database (Datos sobre el terrorismo global), entre 1970 y 2015 hubo 3741 atentados con víctimas mortales en países de Europa occidental, en 2016 se sumaron 148 muertes por esta causa, y el acto terrorista más reciente en Londres, que dejó cinco muertos, entre ellos el atacante.
Los ataques terroristas han rebrotado en Europa Occidental, aunque son menos frecuentes y menos mortíferos que en los años 70 y 80, cuando alcanzaban cifras de 400 muertos en un mismo atentado y el número de eventos era superior a los 100 por año.
Europa Occidental, supuestamente, es más segura que casi cualquier lugar del planeta, más segura que hace décadas y probablemente más segura que en cualquier otro momento de la historia. Pero es en las sociedades pacíficas donde el terrorismo puede triunfar, donde produce mayores temores. Aunque el número de ataques terroristas es menor que en el siglo pasado, un ataque en plena era de las redes sociales tiene mayor impacto que en décadas anteriores.
El objetivo del terrorista no es vencer por la fuerza. Su objetivo es provocar una reacción que desestabilice a su adversario. Es un arma de último recurso esgrimida por los débiles contra los fuertes. La emplean individuos y organizaciones para hacer publicidad a sus causas y lograr fines que de otra manera sería imposible. Los terroristas, relativamente impotentes en lo político y militar, no ven otra manera de golpear a sus enemigos.
En este mundo como lo conocemos no se podrá erradicar el terrorismo. Por el contrario, y por desgracia, las autoridades temen que los grupos terroristas cometan actos aún más violentos y sanguinarios para mantenerse en los titulares.
A lo largo de la historia humana, la violencia, a manera de terrorismo, siempre ha existido. Tal vez para algunas personas ciertos casos han sido más crueles que en otros, tanto así que quedan en la mente del colectivo social. Algunos casos han sido especialmente crueles, como el atentado del 11 de septiembre de 2001, que cobró la vida de casi 3000 personas y dejó heridas a 6000 más.
El sufrimiento atroz de las víctimas inocentes del terrorismo es sólo una parte del panorama. Recordemos que el incidente que desencadenó la Primera Guerra Mundial fue un acto sangriento de terrorismo en Sarajevo. Y fue la campaña nazi contra el terrorismo, con apoyo izquierdista en Weimar, Alemania, lo que ayudó a Adolfo Hitler (que no era del todo ajeno a las tácticas terroristas) a arrebatar el poder.
Los terroristas consideran que el caos y la anarquía son requisitos previos para derrocar a un gobierno establecido e implantar una forma de “utopía”. Pero la historia muestra que lo que estos terroristas suelen lograr es la creación de aquello que tanto odian: despotismo y más represión.
Los desordenes violentos, según revela la historia, tienden más a generar tiranías que paraísos. Ante un caos generado por el terror y la inminente descomposición de la sociedad, los ciudadanos frustrados y airados claman por una mano fuerte que imponga orden, hasta el punto de pedir que llegue un gobierno autoritario, aunque restrinja las libertades civiles.
Un terrorismo desenfrenado contribuirá, sin duda, a abrir las puertas a aquellos tiranos profetizados para los últimos días, que asumirán amplios poderes en un momento de crisis, así como lo hiciera Adolfo Hitler y otros en el pasado.
Jesús profetizó que las condiciones en los últimos días serían como el estado caótico en tiempos de Noé: un mundo malo, corrompido y lleno de violencia (Lucas 17:26; Génesis 6:5,11).
“Haz una cadena, porque la tierra está llena de delitos de sangre, y la ciudad está llena de violencia” (Ezequiel7:23). Ésta es una escritura profética que predice una época en que la situación sería tan grave que un horrendo crimen seguiría a otro.
Las profecías bíblicas muestran que para el tiempo del fin el mundo estaría sumido en el desorden, la agresión y el odio. Sería un mundo dividido por facciones y disputas internacionales, una era de violencia indiscriminada y atroces homicidios inspirados por Satanás el diablo, el primer homicida (Juan 8:44).
El hombre, alejado de Dios, no puede controlar el terrorismo. Mientras la influencia maligna de Satanás permanezca en la Tierra, el terrorismo y el crimen seguirán en aumento a pesar de los esfuerzos humanos por detenerlo. El hombre seguirá respondiendo a la violencia con violencia. Definitivamente estamos en el mundo de Satanás (2 Corintios 4:4).
Por sus propios y exiguos esfuerzos el hombre jamás logrará detener a Satanás. Solamente Jesucristo puede hacerlo… ¡y lo hará!
Jesucristo “juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:4).
El camino de Satanás —de vanidad, celos, lascivia, odio y codicia— será reemplazado por el camino de Dios, que es de amar, dar y servir.
Ésta es la única solución verdadera para la violencia desbordante que abruma al mundo. ¡Jesucristo pondrá fin al terrorismo! ¡Que Él venga pronto!
Fecha de publicación: Abril 2, 2017