¿Una gran nación? … sólo con Dios
Esta semana Donald Trump sorprendió a su país y al mundo entero ganando la mayoría de votos para convertirse en el presidente número 45 de los Estados Unidos de América.
Su famoso eslogan, que fue repetido miles de veces durante su controversial campaña, fue: “Hagamos a América grande de nuevo”. Sin embargo, hoy la nación entera se encuentra más dividida que nunca en su historia.
Las encuestas nacionales mostraron que el 63 por ciento de los votantes piensan que la nación norteamericana se está dirigiendo en la dirección errónea. Adicionalmente, las encuestas mostraron que la mayoría de los votantes opinaron que ni Donald Trump ni Hillary Clinton serían buenos presidentes.
¿Qué es en realidad lo que causa que una nación sea grande?
Aunque en su mayoría el pueblo norteamericano opina que la nación se dirige hacia el lugar equivocado, en realidad desconoce cómo lograr redirigirla hacia la grandeza, la seguridad y la prosperidad nacional.
Sólo Dios puede dar la paz y la verdadera prosperidad y la dará solamente si la nación entera busca la justicia y la verdad; pero Dios proporcionará esas cosas si se cumple con los requisitos que Él expresa en su Palabra. En Deuteronomio 6:25 leemos: “Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado”.
Dios nos enseña que todos sus mandamientos son justicia (Salmos 119:172). Sus mandamientos definen lo que es bueno y declaran lo que es malo. Sin el discernimiento de saber la diferencia entre lo bueno y lo malo cualquier nación irá hacia la ruina. Los mandamientos de Dios deberían ser el código de conducta de cualquier individuo o de cualquier nación. La paz, la abundancia y la prosperidad individual y nacional emanarán del código de conducta correcto que Dios definió desde el principio, ya que “gran paz tienen todos los que aman la ley de Dios” (Salmos 119:165).
El apóstol Pedro nos enseña cómo disfrutar de la vida teniendo días buenos: “Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala” (1 Pedro 3:10-11).
Dios habló claramente a su pueblo y les explicó que la única forma de forjar una gran nación es con su bendición, a través de la obediencia a sus mandamientos con humildad: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).
Si los Estados Unidos de América, o cualquier otro país, desea convertirse en una gran nación, primero tendrá que reconocer que Dios es soberano y sólo Él puede bendecir a una nación para que sea grande y, segundo, esta nación tendrá que sujetarse y hacer justicia conforme al código de conducta que Dios ha establecido.
Haciendo esto, los líderes de las naciones harían un buen papel y estarían bien calificados, porque al final de todo, la competencia proviene de Dios (2 Corintios 3:5). La verdadera bendición y la grandeza llegarán, pero sólo con Dios de nuestro lado.
Usted puede leer los siguientes artículos “Bendiciones de Abraham: cómo llegaron a ser de los Estados Unidos” y “¿Qué le va a suceder a Estados Unidos?” para comprender la profecía acerca de esta nación.
Fecha de publicación: Noviembre 12, 2016