Ester fue una reina llena de fe. Aunque su fe fue puesta a prueba de una manera muy extrema, ella se sobrepuso y Dios se valió de sus acciones para salvar a su pueblo.
Muerte o favor.
A esto se enfrentó la reina Ester cuando se acercó al patio interior del rey. De acuerdo con la ley del imperio, aquel que se acercara al rey sin ser invitado (como ella lo estaba haciendo) sería condenado a muerte a no ser que el rey mostrara su favor extendiéndole su cetro de oro (Ester 4:11).
Ester conocía las consecuencias de sus actos, pero la vida de todo su pueblo exigía que ella tomara el riesgo y actuara.
Al verla en el patio, el rey le extendió su cetro y permitió que se le acercara. Ella caminó hacia él y tocó la punta del cetro (Ester 5:2).
Ester había logrado superar ese obstáculo con fe, pero su viaje de fe comenzó mucho antes.
Una reina poco convencional
El libro de Ester nos muestra una reina persa muy inusual. Una huérfana judía, había sido criada por su paternal primo, Mardoqueo (Ester 2:7). En su momento, seguramente se habría imaginado casándose con un judío devoto con la aprobación de Mardoqueo y teniendo un hogar con muchos hijos.
Su vida dio un giro inesperado cuando el rey emitió un decreto en el cual todas las vírgenes hermosas debían ser llevadas a su palacio para el concurso de belleza más importante —con el propósito de encontrar su nueva reina (Ester 2:1-8). “De hermosa figura y de buen parecer” Ester fue llevada al palacio con otras mujeres y rápidamente “halló ella gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes”. Finalmente, el rey la eligió su reina (Ester 2:17).
La vida en el palacio real debió ser un sueño para la huérfana judía. Manteniendo su origen étnico en secreto, no tuvo que enfrentar fanatismos y lo único que recibió fue el favor de todo el mundo. Aun así, una realidad oscura apareció en su vida y las murallas del palacio no pudieron protegerla.
Una crisis de fe
Amán, el consejero más cercano al rey odiaba a los judíos, especialmente a Mardoqueo y había diseñado un plan para matarlos a todos. Con astucia, había conseguido el apoyo del rey para llevar a cabo su plan, aunque el rey no conocía a fondo la maldad que había en su consejero (Ester 3). Para que los judíos sobrevivieran, el plan de Amán tenía que fallar.
Mardoqueo sabía que Ester, la reina amada, tenía que convencer a su esposo. Era una buena idea, pero había un problema que Ester mencionó inmediatamente: ir ante el rey sin su permiso era ponerse en riesgo de muerte.
Ester sabía que, si el rey no le extendía su cetro moriría sin ni siquiera haber podido hablar con él. Para empeorar las cosas, había pasado más de un mes desde la última vez que el rey la había mandado a llamar (Ester 4:8-9).
Un paso de fe
Después de escuchar el mensaje de Ester, Mardoqueo, quién demostró una gran fe también, le envió su respuesta y su enunciado se ha convertido en una de las citas más famosas de la Biblia.
“Entonces dijo Mardoqueo que respondiesen a Ester: No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío. Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; más tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” (Ester 4:13-14, énfasis añadido).
Si Ester hubiera mantenido su origen judío en secreto dentro de la corte del rey, podría haber estado a salvo por algún tiempo mientras se llevaba a cabo el genocidio planeado por Amán. Sin embargo, con el ambiente incierto que se presenta dentro del palacio de un rey, esa seguridad no habría durado mucho tiempo. Mardoqueo hizo que ella también se preguntara los verdaderos motivos por los cuales había llegado a la corte del rey. Quizás Dios había planeado las cosas de esa manera para que Ester pudiera salvar a su pueblo en ese momento.
Después de escuchar y analizar la respuesta que le envió Mardoqueo, Ester le pidió a todo su pueblo que se hallaba en la capital que hiciera un ayuno de tres días y tres noches. Durante este tiempo, ella también le estaría pidiendo a Dios por su sabiduría, guía y la fe para soportar la situación y poder salvar a su pueblo. Si Dios permitía que ella muriera, pues que así fuera (Ester 4:10-11).
Sin importar lo que sucediera, ella se presentaría con fe y salvaría a su pueblo, o moriría intentándolo.
Los resultados de la fe de Ester
Después de los tres días y noches de ayuno, Ester resolvió que iba a hacer. Sin estar segura de que el rey fuera a perdonarle la vida, decidió actuar con fe e hizo todo lo que pudo. Con la convicción de que Dios iba a permitir que ella hallara el favor ante los ojos de su esposo, Ester tenía planeado un banquete digno del rey antes de salir de su habitación. Vestida con sus trajes reales, salió a presentarse ante el rey.
La fe de Ester fue recompensada. El rey no sólo le extendió su cetro y le perdonó la vida, también le preguntó: “¿Qué tienes, reina Ester, y cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino se te dará”.
La fe de Ester fue recompensada. El rey no sólo le extendió su cetro y le perdonó la vida, también le preguntó: “¿Qué tienes, reina Ester, y cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino se te dará” (Ester 5:3).
En lugar de revelarle su petición en ese momento, Ester le pidió al rey que asistiera al banquete que tenía preparado. El rey aceptó con entusiasmo la invitación y llevo consigo a Amán por petición de Ester. Ya en el banquete, ella pospuso su petición e invitó al rey a un segundo banquete.
Mientras Ester preparaba el segundo banquete, Dios había empezado a arreglar las cosas para la caída de Amán —¡de hecho, durante ese mismo día Amán terminó rindiéndole honores a Mardoqueo! (Ester 6). Durante el banquete, Ester le imploró al rey para que salvara a su pueblo. Amán vio que estaba en problemas y le empezó a suplicar a Ester para que lo ayudara, pero el rey estaba furioso con él y fue arrestado y llevado a la misma horca que éste había preparado para Mardoqueo (Ester 7).
A pesar de la muerte de Amán, el decreto aún estaba vigente sobre los judíos. Entonces el rey le dio a Mardoqueo su anillo, así como lo había hecho inicialmente con Amán, para que junto con Ester emitieran otro documento que les permitiera derrotar el mortífero plan permitiéndole a los judíos defenderse del cualquier ataque del cual fueran victimas (Ester 8-9).
Dios salvó a los judíos a través de la fe de la reina, y la fiesta judía de Purim conmemora este acontecimiento año tras año (Ester 4:16, 9:26-27, 28). Puede encontrar más detalles de esta historia en nuestro artículo acerca del libro de Ester.
Lecciones para nosotros
La fe de Ester nos deja lecciones muy importantes. Una de ellas es que en ocasiones puede que nuestra fe no sea tan fuerte como debería, pero lo importante es que actuemos, aunque nuestra fe sea débil. Debemos hacer lo correcto sin importar lo que pase. De pronto sea necesario que nos aconsejen e instruyan con amabilidad y amor, así como lo hicieron con Ester. Y con seguridad, el ayuno y la oración también nos van a ayudar a crecer en nuestra fe.
Ester tuvo la fe para permanecer firme durante los momentos difíciles, como lo han hecho también otras mujeres de fe. Dios ha preservado estas historias en la Biblia como ejemplo de aquellos que han actuado con fe. ¿Cuánta fe tenemos? Para más información al respecto, lo invitamos a leer “¿Qué es ls fe?”.