Recientemente, el concepto oriental del karma se ha popularizado en la cultura de occidente. Pero ¿es bíblico el karma? ¿Podemos armonizar la idea del karma con la Biblia?
En el 2020, un estudio acerca de las creencias espirituales de los jóvenes adultos estadounidenses encontró que muchos jóvenes tienen una visión del mundo basada en ideas de diferentes fuentes.
Según el estudio, una de las creencias comunes entre los jóvenes adultos es que “el karma es real” (Melinda Lundquist Denton y Richard Flory, Back-Pocket God [Dios de bolsillo], p. 228).
El karma se ha convertido en un concepto popular en los últimos años. Las personas a menudo dicen que las cosas malas pasan por un “mal karma” o que las cosas buenas son producto de un “karma bueno”. “¡El karma te va a alcanzar!” es una advertencia o mal augurio común.
¿Qué dice la Biblia acerca del karma? ¿Deberían los cristianos creer en este concepto?
¿Qué es el karma? ¿Cuál es su origen?
La idea del karma se originó en Asia. (La palabra proviene de un término sánscrito que significa acción o acto.) Y es un elemento importante en los sistemas de creencia del hinduismo y el budismo.
Los hindús y budistas entienden la vida a través de un concepto llamado samsara. Creen que el alma está atrapada en un ciclo continuo de nacimiento y renacimiento, a menudo llamado reencarnación o transmigración de almas; y creen que el karma guía al samsara. Dependiendo de cómo una persona viva su vida, esta filosofía dice que su “alma” reencarnará en una mejor o peor vida.
El propósito de la vida es acumular una reserva de “buen karma” para tener una mejor vida próxima. Si una persona muere con un “mal karma” importante, puede reencarnar en una forma de vida inferior.
Obviamente, la mayoría de las personas que usan el término karma en la actualidad no tienen el concepto de la reencarnación en mente.
El movimiento de la Nueva Era, que toma ideas de muchas fuentes religiosas, místicas y metafísicas, es en gran parte responsable de la popularidad del karma en los últimos 40 años.
Hoy en día, el karma se considera tanto como una explicación del sufrimiento como un medio para alcanzar la verdadera felicidad. Si alguien hace cosas buenas y tiene un “buen karma”, su vida mejorará. Si alguien hace cosas malas, sufrirá producto de su “mal karma”.
El karma se describe como una ley universal integrada en un campo de energía que llena el cosmos. Se cree que los pensamientos, las emociones y las acciones humanas emanan energía positiva o negativa hacia el universo, y esa energía regresa a las personas en forma de consecuencias positivas o negativas.
Según una defensora del concepto, “el karma es la idea de que lo que hacemos regresa a nosotros. La energía que liberamos es la misma que recibimos”. El motor de esta fuerza es supuestamente “una energía mística y mágica del universo” (Well+Good, 28 de junio del 2022).
¿Las personas de la Biblia creían en el karma?
Aunque la palabra karma no se encuentra en la Biblia, existen algunos pasajes que podrían ser la ilustración de un pensamiento kármico.
Por ejemplo, una idea similar al karma influenció a los israelitas en el Antiguo Testamento. Esta idea se ilustra en un refrán que se había convertido en una explicación popular de su sufrimiento como nación: “Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera” (Ezequiel 18:2; vea también Jeremías 31:29-30). En otras palabras, los israelitas creían que su sufrimiento era una consecuencia directa de los pecados de sus ancestros. Pero por medio de Ezequiel, Dios le dijo al pueblo que abandonara esa idea errada y se enfocara en su propia conducta (Ezequiel 18:3).
Otro ejemplo lo vemos en el naufragio de Pablo en Malta. Luego de que una serpiente venenosa lo mordiera, algunos de los locales dijeron: “Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir” (Hechos 28:4). Pensaron que la mordida potencialmente fatal era justicia kármica por un homicidio pasado. Sin embargo, Dios intervino y protegió a Pablo (v. 5).
Jesús también explicó la verdad acerca de circunstancias que actualmente algunos considerarían producto del “karma”. En cierta ocasión, pasó al lado de un hombre ciego y sus discípulos le preguntaron: “Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego?” (Juan 9:2). Cristo les dijo que su pensamiento era incorrecto y que la discapacidad del hombre no fue causada por el pecado de nadie (v. 3).
También habló de algo similar cuando aseguró que un grupo de galileos asesinados por Poncio Pilato no eran “más pecadores”, “porque padecieron tales cosas” (Lucas 13:2).
Como dijo Salomón años antes, “tiempo y ocasión acontecen a todos” (Eclesiastés 9:11). En otras palabras, no toda tragedia es una consecuencia directa de una acción pasada. A veces, las cosas malas pasan simplemente porque la persona estaba en el lugar y momento equivocados.
Jesús claramente no veía el mundo a través del lente del karma.
Causa y efecto no es karma
Sin embargo, la Biblia sí enseña el principio de causa y efecto, que algunos erróneamente confunden con el karma. Hay dos tipos básicos de causa y efecto:
1. Causa y efecto por bendiciones o castigos de Dios. La Biblia enseña claramente que Dios tiene el poder de bendecir y castigar. Dios le dijo a Israel que los bendeciría si obedecían, y que serían castigados si se rebelaban (Levítico 26; Deuteronomio 28). Él ejerció su autoridad con el antiguo Israel y castigará a las naciones en el tiempo del fin por su maldad y falta de arrepentimiento (Apocalipsis 16:8-9).
Dios también prometió bendecir a quienes le buscan y obedecen (Salmos 1:1-2; Proverbios 10:6; Santiago 1:25). Pero esas bendiciones no siempre son visibles inmediatamente. Muchas personas inocentes han tenido vidas difíciles a través de la historia (Juan 16:33; Hebreos 11; Santiago 1:2-3). Pero la Biblia promete que, a fin de cuentas, “todas las cosas les ayudan a bien” a los fieles de Dios (Romanos 8:28).
La Biblia también revela que Dios es extremadamente misericordioso y no se la pasa repartiendo castigos físicos según lo que merecemos (Mateo 5:45; Hebreos 2:1-4). De hecho, considerando el estado de nuestra moral, deberíamos estar inmensamente agradecidos de que Dios no actúa a través del karma.
2. Causa y efecto por consecuencias naturales. La Biblia y el sentido común nos muestran que el principio de causa y efecto es natural en nuestras vidas. La Biblia lo expresa de la siguiente manera: “todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7). En términos simples, nuestras decisiones y acciones a menudo tienen consecuencias naturales.
No hay cantidad de buenas obras que pueda compensar nuestros pecados y salvarnos de la pena de muerte. El perdón de los pecados sólo puede ocurrir a través del arrepentimiento y la sangre de Jesucristo.
Gran parte del libro de Proverbios se trata de este principio. Por ejemplo, la consecuencia natural de ser flojo es la pobreza, mientras que la diligencia y el trabajo duro conducen a la estabilidad financiera (Proverbios 6:9-11; 10:4; 13:4; 20:13; 24:30-34).
Estas consecuencias naturales no son determinadas por energías kármicas misteriosas, sino simplemente por el principio de causa y efecto. Practicar los principios bíblicos pone a las personas en camino al éxito porque las instrucciones de Dios funcionan. Sin embargo, en un mundo guiado por Satanás y la naturaleza humana, a veces los justos sufren por los pecados de otros (Juan 16:33; Romanos 8:18; 1 Pedro 3:17).
La Biblia también nos dice que, en esta vida, a veces los malos prosperan por un tiempo (Salmos 73:3; Jeremías 12:1-3).
Si bien la Biblia enseña el principio de causa y efecto, no es un equivalente bíblico del karma.
¿Por qué la idea del karma es peligrosa?
Entonces, el karma es una creencia inventada por el hombre y ajena a la Biblia. Analicemos tres razones por las que esta idea es espiritualmente peligrosa y engañosa:
1. El karma reemplaza al Dios Todopoderoso con el universo. El poder detrás del karma a menudo se describe como el universo. Chopra.com explica: “El universo le devolverá todos los actos que comete o los sentimientos que causa en otra persona”. Esta visión del mundo considera a la creación física como el árbitro definitivo de la moralidad, las recompensas y los castigos.
Pero la Biblia dice que Dios creó el universo (Génesis 1:1; Isaías 42:5). Dios, no el universo o la energía, es el “galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Jesucristo, no el universo o el karma, “juzgará al mundo con justicia” (Hechos 17:31).
El karma es otra manera en que la humanidad le ha atribuido a la creación un poder que le pertenece sólo a Dios (Romanos 1:25).
2. El karma contradice el arrepentimiento bíblico. Muchos creen que el “mal karma” puede borrarse cuando se supera con “buen karma”. Esta idea contradice la enseñanza bíblica acerca del pecado.
La Biblia nos enseña que la consecuencia final del pecado es la muerte, no castigos físicos (Romanos 6:23). No hay cantidad de buenas obras que pueda compensar nuestros pecados y salvarnos de la pena de muerte. El perdón de los pecados sólo puede ocurrir a través del arrepentimiento y la sangre de Jesucristo (Hechos 3:19; 1 Juan 1:7). Un cristiano debe esforzarse por obedecer a Dios, pero no con el objetivo de compensar lo malo como supone el karma.
Algunos pecados sí tienen consecuencias físicas, afortunadamente Dios nos perdona y no tenemos que preocuparnos por la consecuencia fatal de nuestros pecados.
3. El karma distorsiona la motivación correcta para hacer el bien. El karma es uno de los intentos humanos por hacer que las personas vivan moralmente. Saca provecho de la naturaleza humana incentivando a hacer el bien para evitar que nos pasen cosas malas.
En el fondo, el concepto del karma está basado en el egoísmo.
La Biblia, por otro lado, enseña que la moralidad es definida por Dios y se basa en la abnegación. Jesús enseñó que nuestra motivación debería ser el amor —primero por Dios y luego por otros seres humanos (Mateo 22:36-39). Pablo describió la motivación correcta que deberíamos tener en todo, diciendo: “Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida” (1 Timoteo 1:5).
Los cristianos no deberían hacer el bien para evitar que les pasen malas cosas. Los cristianos deberían hacer el bien inspirados por un amor genuino, porque es lo correcto, sin importar las consecuencias.
Entonces, ¿es bíblico el concepto del karma? No. El karma no es bíblico y contradice la Palabra de Dios de muchas formas.