Hay fuertes opiniones a favor y en contra del aborto. ¿Hay silencio en la Biblia acerca de este tema, o la Palabra de Dios nos da la respuesta necesaria?
En una decisión histórica de la Corte Suprema de los Estados Unidos, el aborto fue legalizado en 1973. Desde entonces, unos 60 millones de abortos se han practicado sólo en los Estados Unidos. En todo el mundo, entre 40 y 50 millones de bebés son abortados cada año, aproximadamente tres abortos cada dos segundos.
El tema del aborto sigue estando polarizado y sin un punto medio para abordarlo. Por un lado, la gente parece apoyarlo fuertemente y por el otro se opone vehementemente a él. Los que están a favor del aborto (pro-elección) basan su opinión en dos ideas: primero, que un embrión no es un ser humano hasta que se convierte en un feto de varios meses de edad dentro del útero (u otros dirían hasta que el bebé pueda vivir fuera del útero), y segundo, que una mujer no debe ser forzada a llevar un embrión a término si cree que sería malo para ella o el bebé.
Muchos de los que están en contra del aborto (pro-vida) dicen que desde el momento de la concepción un embrión es una persona, y por lo tanto el aborto es un asesinato.
Entonces, ¿qué dice Dios, el Creador de la vida, acerca del tema?
¿Cuándo comienza la vida?
La Biblia afirma claramente que Dios es la fuente de la vida (Juan 1:1-4; 1 Timoteo 6:13). Como Dador de vida, sólo Él tiene el derecho de decidir cuándo debe terminar una vida humana.
Aun así, la pregunta es, ¿cuándo comienza la vida? ¿Nos da la Biblia indicadores de vida? Sí:
“Entonces el Eterno Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2:7).
“Porque la vida de la carne en la sangre está” (Levítico 17:11).
Tanto el oxígeno (el “aliento de vida”) como la sangre son necesarios para la vida. Y poco después de la concepción estas dos cosas se pueden identificar claramente.
A los pocos días de la concepción, el óvulo fertilizado se adhiere a la pared uterina de la madre y comienza a recibir oxígeno a través de la sangre de ella. En el primer mes, ya hay un sistema circulatorio (que contiene sangre oxigenada); y en seis semanas, se puede escuchar un latido nítido.
Para cuando una mujer se da cuenta de que está embarazada, el sistema circulatorio ya se ha desarrollado y ha comenzado una nueva vida.
¿Cómo ve Dios a los bebés nonatos?
La Biblia también muestra que Dios ve a los no nacidos como individuos distintos, iguales a aquellos que ya han nacido.
Dios le dijo a Jeremías: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5, énfasis añadido).
El Rey David también entendió que Dios reconoce y conoce a los individuos cuando están en el vientre materno (Salmo 139:13-16).
Dios también les dijo a las madres de Sansón y Juan el Bautista que Él tenía planes especiales para los hijos que pronto iban a concebir (Jueces 13:3-7, 24; Lucas 1:13-15). Dios le dijo a la madre de Sansón que se abstuviera de ciertos alimentos durante todo su embarazo, debido al propósito especial que Él tenía para su hijo.
Y cuando Elisabet (la madre de Juan) estaba embarazada de seis meses, sucedió algo increíble. Cuando su pariente María (la madre de Jesús) vino de visita:
“Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo… Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre” (Lucas 1:41, 44).
Veamos que la palabra griega original usada para “bebé” (brephos) es la misma palabra usada para identificar a Jesucristo como un “bebé” acostado en un pesebre (Lucas 2:16). Así que Dios se refiere tanto a un bebé no nacido como a un niño usando la misma palabra bebé.
Otro ejemplo que llama la atención son los niños no nacidos de Rebeca. Insegura sobre el movimiento inusual en su vientre, Rebeca buscó la respuesta en Dios. Y su respuesta a ella fue que no sólo había gemelos dentro de ella, sino dos naciones diferentes (Génesis 25:22-24).
Dios había decidido que los dos niños dentro de ella serían los padres de millones de descendientes.
Lo importante de estos ejemplos es que Dios no dijo estas cosas después de que nacieran los bebés, sino antes.
La simple verdad es que no tenemos derecho a definir cuándo comienza o termina la vida humana. Ese derecho pertenece únicamente a Dios. Y Dios dice que incluso antes de que nos demos cuenta de un embarazo, ese diminuto embrión está vivo. Un niño no nacido debe ser tratado como una persona.
¿A quién pertenecen los no nacidos?
Puede ser una sorpresa para muchos, pero la Biblia nos dice que incluso nosotros no nos pertenecemos; pertenecemos a Dios (Romanos 14:7-8). Esto significa que los niños concebidos por nosotros también pertenecen a Dios.
Cuando el esperma masculino se une con el óvulo femenino, esa unión es más pequeña que la cabeza de un alfiler. Y en sólo nueve meses esa unión se convierte en un bebé completamente desarrollado.
El rey David dijo: “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien” (Salmo 139:13-14). Sí, el Creador de la vida es “el Eterno, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará” (Isaías 44:2).
Por el designio de Dios, la unión de la esperma y el óvulo crea una persona única y diferente a las demás. Aunque los rasgos del padre y de la madre se transmiten a este pequeño embrión, no son ni el padre ni la madre los que hacen crecer esta pequeña vida; es Dios (Job 31:15). El proceso en el que una pequeña partícula se convierte en un ser vivo es la obra milagrosa de Dios (Eclesiastés 11:5).
Por lo tanto, el niño no nacido pertenece en última instancia a Dios. Y la madre no tiene el derecho de abortar a un niño nonato, independientemente de lo que haya dictaminado la Corte Suprema.
Una vez más, la Biblia no deja ninguna duda de que los hijos pertenecen a Dios. En algún momento los antiguos israelitas sacrificaban a sus bebés y niños pequeños a dioses paganos. Veamos lo que Dios dijo acerca de esta deplorable práctica:
“Además de esto, tomaste tus hijos y tus hijas que habías dado a luz para mí… para que degollases también a mis hijos” (Ezequiel 16:20-21).
Podemos llamarlos nuestros hijos, pero en realidad, son hijos de Dios.
Podemos llamarlos nuestros hijos, pero en realidad, son hijos de Dios. Es por su gracia que nos permite que seamos sus cuidadores (Salmo 127:3). Dios se enojó con nuestros antepasados por asesinar a sus hijos. Y hoy, Dios se enoja cuando asesinamos a sus hijos por medio del aborto.
¿Qué hay de los defectos de nacimiento?
En el debate en curso acerca del aborto, algunos sugieren que puede haber momentos ocasionales o inusuales en los que el aborto es aceptable o incluso preferible. Tal vez el más obvio de estos son los bebés que estando dentro del útero, tienen defectos de nacimiento.
Muchos afirman que es injusto para el niño permitirle nacer con posibles problemas de por vida. Sin embargo, la Biblia claramente afirma que las personas con defectos de nacimiento no son “rechazadas”, no merecedoras de la vida. En Juan 9:1-3 se da el ejemplo de una persona que nació ciega. En ese ejemplo Jesucristo dice que Dios tenía un propósito especial para esa persona —que su vida era muy importante para Dios. Desde nuestra limitada perspectiva humana, simplemente somos incapaces de saber lo que Dios puede tener en mente para ese niño y su familia. Por lo tanto, no debemos tomar la decisión de si el niño debe vivir o morir.
¿El aborto como método anticonceptivo?
Ahora que cada vez es más fácil hacer que el cuerpo aborte un óvulo fertilizado con medicamentos de venta libre, ¿el aborto es sólo otra forma de planificación familiar?
En primer lugar, Dios no está en contra de la planificación familiar, siempre y cuando sea segura e impida que el esperma se una al óvulo. Pero cualquier método anticonceptivo que llegue después de la concepción y destruya un óvulo fertilizado es incorrecto porque está tomando una vida humana. (Para un estudio bíblico acerca de este tema, vea nuestro artículo “¿Es malo el control de la natalidad?”)
No importa cuán cuidadosos sean un hombre y una mujer, los embarazos inesperados pueden ocurrir y ocurrirán. Ésta es parte de la razón por la cual Dios dice que está mal tener sexo fuera del matrimonio. Dios quiere que los niños sean cuidados en una relación de amor y compromiso. (Ver nuestros artículos “Sexo: casual o comprometido” y “Viviendo juntos antes del matrimonio”.)
La santidad de la vida
Aún considerar la idea del aborto debe tomar un nuevo significado cuando analizamos el increíble propósito de la vida humana.
El relato de la creación registra que Dios hizo a los animales “según su especie” (Génesis 1:21, 24-25). Pero la humanidad es diferente.
Entonces Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (v. 26). ¡La humanidad está hecha según la especie de Dios!
¡La Biblia revela que Dios está creando niños a través de la humanidad! La intención de Dios es llevar a la gloria a “muchos hijos [e hijas]” (Hebreos 2:10).
Dios se preocupa mucho por cada vida, no quiere que nadie perezca, que no esté en su familia eterna (2 Pedro 3:9).
Incluso la analogía de llegar a ser un hijo de Dios se asemeja a un embarazo. Somos engendrados por el Padre antes de nacer en su familia (1 Pedro 1:3). Aun en este estado, cuando aún no estamos compuestos de espíritu, Dios nos llama sus hijos espirituales (1 Juan 3:2). Dios no va a abortar a los hijos que engendró, y nosotros tampoco debemos abortar a nuestros hijos.
Comenzamos este artículo con la pregunta acerca del aborto: “¿La Palabra de Dios nos da la respuesta necesaria?” Sí, así es. Las Escrituras nos muestran que el aborto es un pecado, rompiendo el sexto mandamiento: “No matarás”.
¿Qué pasa si ya se practicó un aborto?
La lamentable realidad es que un gran número de mujeres que han tenido un aborto se arrepienten. Incluso “Jane Roe” (que no era su nombre real) se arrepintió de ser parte del famoso caso de la corte Roe vs. Wade porque más tarde cambió de opinión y tomó una posición en contra del aborto.
¿Qué pasa si usted es una de esas mujeres o uno de los padres que decidió sobre un aborto? ¿Qué puede hacer ahora? ¿Hay esperanza para usted y para la vida que decidió terminar prematuramente?
¡La respuesta a ambas preguntas es sí!
Dios envió a su Hijo, Jesucristo, para que muriera por todos los pecados de la humanidad y de este modo hiciera posible que hubiera un futuro para toda la humanidad, porque todos han pecado (Romanos 3:23). Y cuando uno se arrepiente genuinamente de sus pecados, Dios está dispuesto a perdonar esos pecados (1 Juan 1:9).
Al arrepentirnos, ya no tenemos que tener ese sentimiento de culpa sobre nuestra cabeza. Con el perdón de Dios, podemos seguir adelante, sin estar cautivos en los errores del pasado. Hay esperanza en su futuro.
Pero, ¿qué hay del niño que fue abortado?
Como mostramos anteriormente, Dios reconoce a los no nacidos como individuos. Y puesto que todos los que han vivido alguna vez tendrán una oportunidad para la salvación, ¿no tiene sentido que Dios también les dé a los bebés por nacer una oportunidad para la salvación?
La Biblia es un libro acerca de la vida. Dios quiere dar a todas las personas la oportunidad de vivir para siempre en su familia eterna. “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Eterno, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11).