Nuestros dos últimos artículos en esta columna han cubierto la doctrina bíblica de la salvación. Hemos descubierto lo que es la salvación y cuándo ocurre en realidad. Pero hay otra pregunta que debemos resolver: ¿puede un cristiano perder su salvación?
Algunos protestantes responderían que no porque ellos creen en una doctrina llamada comúnmente “una vez salvos, para siempre salvos”. Técnicamente, esta creencia es llamada la doctrina de la seguridad eterna (que significa que la salvación eterna de los santos está completamente asegurada). También es llamada la doctrina de la perseverancia de los santos (que los santos de Dios perseverarán siempre santos).
Esta doctrina se encuentra comúnmente en la tradición cristiana reformada que fue enormemente influenciada por la teología de John Calvin. Veamos cómo The Westminster Confession of Faith [La confesión de fe de Westminster], describe esta doctrina:
“Ellos, a quienes Dios ha aceptado en su amado, efectivamente llamados y santificados por su Espíritu, no pueden caer ni total ni finalmente del estado de gracia, pero ciertamente perseveran ahí hasta el final, y serán eternamente salvos” (cap.17, sec.1, “De la perseverancia de los santos”).
Aquellos que aceptan esta doctrina creen que es imposible que alguien que haya sido elegido por Dios para salvación finalmente pierda dicha salvación. Esta creencia está estrechamente conectada con la perspectiva calvinista de la predestinación, que enseña que mucho antes de que Él creara el mundo, Dios ya había seleccionado a todos, bien fuera para salvación eterna o condenación en el infierno. Según este pensamiento no hay nada que la persona pueda hacer para perder la salvación si Dios ha predeterminado que la reciba.
¿Pero enseñó Jesucristo que todos los que creyeran en Él tenían garantizada la salvación?
Lo que Jesús enseñó
¿Enseñó Jesús que aquellos llamados por Dios en la actualidad tenían asegurada la vida eterna?
En el Sermón del Monte, Jesús usó la analogía de la sal para advertirle a sus discípulos acerca de un peligro específico. “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres” (Mateo 5:13).
Jesús comparó a sus discípulos, tanto de entonces como de ahora, con la sal, para establecer dos puntos. Primero, Él mostró cómo los cristianos metafóricamente hablando servían para sazonar el mundo por su carácter y buena conducta (v. 16). Segundo, Él advirtió a los cristianos acerca del peligro de perder su sabor —en otras palabras, caer de su fe y ya no servir de sazón para el mundo. Él les advirtió que si eso pasaba, de la misma forma que la sal mala, su destino sería “ser echada fuera y hollada por los hombres” (v. 13). Ésta era una clara referencia al versículo en Malaquías que describe la recompensa de los impíos (Malaquías 4:3).
Más adelante en su ministerio, Cristo advirtió que sólo el que “persevere hasta el fin éste será salvo” (Mateo 24:13).
La doctrina de la seguridad eterna les dice a los cristianos que pueden tener la total certeza de que finalmente serán salvos, pero Jesús advirtió que podemos ser salvos sólo si permanecemos fieles hasta el fin de nuestra vida o de la era.
El peligro de caer de Dios
Veamos más de cerca el tema de la apostasía de Dios.
Aquellos que sostienen la doctrina de que “una vez salvos, para siempre salvos” reconocen que los cristianos salvos pueden deslizarse por un tiempo y cosechar las consecuencias físicas temporales de sus pecados —pero ellos creen que nunca pueden caer totalmente de Dios y perder la salvación.
Sin embargo, hay varios pasajes muy serios en las Escrituras que dicen exactamente lo opuesto. Pablo dijo que él se disciplinaba a sí mismo no sea que yo “mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:27). Algunas de las más grandes advertencias a los cristianos verdaderos las encontramos en el libro de Hebreos. El autor (todo indica que fue el apóstol Pablo) emplea una buena parte del libro para advertirle a los cristianos acerca del peligro de deslizarse y descuidar su salvación (Hebreos 2:1, 3).
Él advierte que sólo podemos estar en la casa de Dios (o familia de Dios) “si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza” (Hebreos 3:6, énfasis añadido). Sí, esta corta palabra de dos letras, si, descalifica totalmente la doctrina de una vez salvos, para siempre salvos. No importa cuán lejos estemos en nuestro viaje cristiano, este si nos recuerda del peligro de darle la espalda a Dios. De hecho, esto aparece nuevamente en el versículo 14: “Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio”.
El libro elabora más en este peligro específico: “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo” (v. 12).
Mas adelante, el autor escribe del peligro de caer nuevamente en pecado y rehusarse a arrepentirse: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu santo, asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” (Hebreos 6:4-6).
El apóstol Pedro reforzó esta advertencia en 2 Pedro 2: “Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero” (vv. 20-21, énfasis añadido).
En vez de enseñar que los cristianos están eternamente seguros, la Biblia nos advierte que en varias formas los cristianos están en mayor peligro que los no cristianos porque su conocimiento del camino de Dios los hace aún más responsables que aquellos que son ignorantes de él.
En vez de enseñar que los cristianos están eternamente seguros, la Biblia nos advierte que en varias formas los cristianos están en mayor peligro que los no cristianos porque su conocimiento del camino de Dios los hace aún más responsables que aquellos que son ignorantes de él.
El enfoque correcto
La creencia de una vez salvos, para siempre salvos no tiene respaldo bíblico y conduce a las personas a tener una perspectiva incorrecta de Dios y de sí mismas. Dios finalmente no va a salvar al cristiano que le dé completamente la espalda. Los cristianos no tienen asegurado que recibirán la vida eterna sin importar lo que hagan después de su conversión.
Los cristianos pueden estar totalmente seguros de que “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).
Dios continuará haciendo su parte. Él continuará trabajando con nosotros, perdonándonos y ayudándonos a ser cada vez más parecidos a Él, utilizando el poder de su Espíritu Santo. Pero también debemos hacer nuestra parte. Las advertencias en las Escrituras citadas en este artículo deberían ayudar a los cristianos a desarrollar un temor sano ante la posibilidad que está planteada en esa palabra de dos letras:
Si.
Dios continuará trabajando con nosotros y nos dará eterna salvación si peleamos la buena batalla, terminamos la carrera y conservamos la fe hasta nuestro último aliento (2 Timoteo 4:7).
Si desea ahondar en este tema, lea nuestros artículos “Una vez salvos, ¿siempre salvo?” y “Predestinación: ¿qué es?”.