¿Cómo puede encontrar el mejor consejo para desarrollar relaciones más fuertes y tomar las decisiones más sabias? Aquí hay dos formas.
Las relaciones son muy importantes —pero ellas también pueden plantear muchos desafíos. Pocas cosas en la vida nos pueden causar más angustia que unas relaciones problemáticas.
Todos queremos tener matrimonios y relaciones familiares cercanos. Queremos relaciones pacíficas y que podamos disfrutar con amigos, vecinos y colegas. Pero con demasiada frecuencia aparece la fricción y los conflictos surgen, y no sabemos cómo prevenirlos o cómo superarlos.
Todos los problemas en las relaciones personales pueden ser como una bola de nieve. La calidad de una relación con frecuencia afecta la calidad de otra relación.
Muchos consejeros de familia, han afirmado que una de las maneras más eficaces para que los padres puedan afectar positivamente a sus hijos es tener un profundo amor y respeto por cada uno de ellos. Pero cuando hay una fricción que existe entre el padre y la madre con frecuencia esto tiene efectos adversos en los hijos también.
Esta fricción también afecta nuestra relación con Dios: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:7)
La relación más importante de todas
De todas nuestras relaciones no hay ninguna más importante que la que tenemos con Dios porque afecta las demás relaciones ya sea directa o indirectamente.
Después de la muerte de Moisés Dios le habló a Josué, quien había sido elegido para completar el viaje de Israel de la esclavitud a su nueva tierra, la tierra prometida: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:8-9).
Dios le mostró a Josué que, por medio de sus leyes, su pueblo podría encontrar una forma de vida que conduce al éxito y a la prosperidad relativas. También afirmó que Él estaría disponible para ellos, para ayudarlos y guiarlos a lo largo de su vida.
El consejero más sabio de todos
Muchas personas entienden la necesidad y el beneficio de tener un consejero o mentor que les ayude a tomar decisiones que tienen que afrontar en su vida. Hay muchos beneficios de buscar la guía de aquellos que dan buenos ejemplos y tienen un mayor entendimiento de lo que funciona y no funciona en la vida.
Afortunadamente tenemos un consejero disponible para nosotros cada día de nuestra vida. Jesucristo afirmó: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). No sólo se estaba refiriendo al don de la vida eterna, sino también a una vida física más satisfactoria.
Uno de los títulos del Mesías es “Consejero” (Isaías 9:6). Isaías también escribió: “También esto salió del Eterno de los ejércitos, para hacer maravilloso el consejo y engrandecer la sabiduría” (Isaías 28:29).
Dios quiere ayudarnos a vivir una vida mejor, Él está dispuesto a ayudarnos a tomar mejores decisiones y hacer mejores elecciones en nuestra vida diaria. A medida que tomamos mejores decisiones y elecciones, nuestro camino por la vida será más fácil. Con frecuencia el dolor que sufrimos en la vida se debe a nuestras propias decisiones desafortunadas.
¿Cómo podemos recibir la guía personal de Dios?
“Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; más el consejo de Jehová permanecerá” (Proverbios 19:21).
La mayoría de nosotros tenemos muchas cosas que hacer cada día. Algunas son menos importantes que otras, pero todas están muy relacionadas con nuestra calidad de vida. Sin embargo, algunas de éstas son de tal importancia que pueden tener un gran impacto en nuestro presupuesto y carrera, nuestro matrimonio y familia o aun en nuestra vida misma. Necesitamos tener más sabiduría que nos guíe a través del laberinto en que la vida, en algunos momentos se puede convertir.
Hay dos formas específicas que podemos recibir esta ayuda de Dios.
Pedir, buscar y tocar
Lo primero que debemos hacer es acudir a Dios diariamente pidiéndole que nos ayude en todos nuestros planes para ese día.
Jesús exhortó a sus discípulos a que buscaran en esa fuente: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo 7:7-11).
Ésta es una gran fuente de ayuda que tenemos disponible, y todo lo que tenemos que hacer es pedir: “Fíate del Eterno de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6).
Cuando acudamos a Dios en oración buscando su guía, veremos que Dios nos ayudará a medida que meditemos en el curso de acción que debemos tomar en los diferentes aspectos que afrontamos en la vida. Él inspira a los cristianos por medio del poder de su Santo Espíritu (2 Timoteo 1:7), Él trabajará con nosotros en nuestros pensamientos y conciencias.
El Espíritu Santo estuvo disponible para ayudar a los hombres que habían seguido a Jesús en su ministerio terrenal y más tarde cuando se convirtieron el Espíritu habitó en ellos. Eso puede pasar con nosotros también por medio del arrepentimiento y del bautismo. Jesús les prometió: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).
Si nosotros buscamos sinceramente su ayuda y guía, diariamente en oración, Él nos dará esa guía más abundantemente de lo que nos podemos imaginar.
A medida que estudiamos en las preguntas y en las decisiones, cada vez que estudiamos más las respuestas vendrán a nosotros aun cuando estemos acostados en la cama. Como David escribiera: “Bendeciré al Eterno que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia” (Salmos 16:7).
Si nosotros buscamos sinceramente su ayuda y guía, diariamente en oración, Él nos dará esa guía más abundantemente de lo que nos podemos imaginar: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efesios 3:20).
Una segunda fuente de consejería
Hay una segunda forma igualmente importante por la que podemos ser guiados por la sabiduría de Dios. Cada máquina, cada aparato, cada auto que usted compra, viene con un manual de instrucciones. De la misma forma Dios no dejó a la humanidad sin instrucciones. Él nos dio un libro de instrucciones que es su santa Palabra escrita, la Biblia.
El estudio constante de la Palabra de Dios, nos va a dar un mayor entendimiento de las leyes de la vida; tanto los buenos como los malos ejemplos de los hombres justos e impíos, nos pueden servir como guía en medio del mundo actual.
“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmos 119:105). Pablo afirmó que toda la escritura es útil (2 Timoteo 3:16).
La palabra hebrea para ley es torah, que implica mucho más que lo que se hace o no se hace. La palabra significa “enseñanza” o “instrucción”.
El rey David escribió acerca de eso en el Salmo 19:7-8: “La ley del Eterno es perfecta, que convierte el alma”. Él continúa diciendo que hace sabio al sencillo; los mandamientos del Eterno son rectos, que alegran el corazón; alumbran los ojos; “Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón” (v. 11).
En medio de este maravilloso libro de instrucción para las personas de todas las edades, se tocan temas como las relaciones matrimoniales, familiares, de los padres, los empleados y los empleadores. Hay unas pautas básicas que pueden mejorar su salud y afectar su presupuesto y nos advierten acerca de las malas decisiones y las elecciones insatisfactorias en las cuales podemos caer muy fácilmente.
“Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; guarda la ley y el consejo, y serán vida a tu alma, y gracia a tu cuello. Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará” (Proverbios 3:21-23).
No sólo hay sabiduría que aprendemos del estudio de la Palabra de Dios, sino que Dios también añade sus bendiciones cuando Él ve alguien que sinceramente está tratando de aplicar esos principios: “Porque los ojos del Eterno contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él” (2 Crónicas 16:9).
La ayuda y la intervención de Dios están disponibles
“Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen” (Proverbios 6:23).
La ley de Dios tiene que ver con las relaciones —con otros seres humanos y con su creador y dador de vida. La clase de relación que usted tenga con Dios tendrá un impacto en su vida y en otras relaciones de una forma en que nada más lo hace.
“Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu vejez” (Proverbios 19:20).
Una relación cercana con su Creador le va a permitir a vivir una vida con mayor paz y con otra dimensión de conocimiento e inspiración para tomar decisiones diariamente de una manera más sabia.
Lea más acerca de esos pasos para desarrollar las relaciones en nuestras guías de estudio: “¿Cómo debemos orar?” y “7 claves para un mejor estudio de la Biblia”.