Meditación puede sonar como una misteriosa práctica religiosa. ¿Es esto lo que la Biblia dice? ¿Qué dice la Biblia acerca de la meditación? ¿Cómo debemos meditar?
En una sociedad tan vertiginosa, nos encontramos con frecuencia corriendo en nuestra rutina diaria y raramente tenemos tiempo para detenernos a pensar. Dicho en pocas palabras, ¡meditación es detenerse a pensar!
Es un pensamiento concentrado en un tema específico durante un período de tiempo. Las exigencias de la vida nos obligan a hacer más de una cosa a la vez. Es maravilloso poder tener varios pensamientos al mismo tiempo. Pero usted no puede obtener lo máximo de su poder de raciocinio, sus habilidades creativas, o su capacidad de relajarse, si nunca se concentra profundamente en un solo tema.
Meditar por propósitos espirituales exige que usted ponga otros pensamientos de lado mientras se concentra en un tema importante.
La meditación en la Biblia
La Biblia tiene bastantes referencias a la meditación, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
El Salmo 63 es un ejemplo de esto. Este salmo u oración fue escrito por David antes de convertirse en Rey de Judá cuando tuvo que “esconderse” durante un tiempo con el fin de evitar que lo asesinaran. Obviamente fue un momento muy difícil en su vida. Él había sido falsamente acusado de traición. En el versículo 6 David habla acerca de lo que meditó durante sus noches de insomnio, a medida que pensaba profundamente en cómo Dios siempre proveía para todos aquellos que lo buscaban. Estas meditaciones hicieron que recordara las veces en que Dios lo había rescatado previamente y esto lo animó.
La clase de meditación que se menciona en la Biblia no es aquella en la que repetimos un canto o un sonido místico o una frase. No hay nada misterioso en ello. Significa que debe usar su mente de una forma efectiva para pensar intensamente en un tema específico que esté relacionado con Dios.
La meditación enriquece la oración y el estudio de la Biblia
Cuando reflexionamos en algo que nos preocupa mucho, esto nos lleva a orar más al respecto. La oración es hablar con Dios. Nosotros lo “escuchamos” a Él cuando estudiamos su Palabra. Así, la oración y el estudio de la Biblia son dos elementos fundamentales para la comunicación con Dios. La meditación enriquece ambos elementos de esta comunicación en la relación con nuestro Padre celestial.
Por ejemplo, David escribió en el Salmo 64: “Escucha, oh Dios, la voz de mi queja, guarda mi vida del temor del enemigo” (v.1). David estaba pensando profundamente acerca del peligro que había afrontado, y su meditación lo inspiró a pedirle a Dios protección—algo que también nosotros haríamos en una situación similar.
En el famoso Salmo 119, el salmista escribió acerca de sus diferentes meditaciones en una noche de insomnio: “Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus mandatos” (v. 148). Cuando estaba afrontando una situación difícil, el autor dedicó tiempo a pensar profundamente en la Palabra de Dios. Él podía buscar una guía para saber cómo manejar la situación que estaba afrontando, o también podía simplemente buscar consuelo ante la angustia que estaba sufriendo.
La Biblia es una guía para la vida, para cualquier cosa que ésta nos traiga. Tal vez le resulte familiar este versículo que respalda lo que estamos afirmando: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (v. 105). Con frecuencia, el consejo que la Biblia nos ofrece es algo resumido. Para obtener todos los beneficios de su sabiduría, la persona tiene que pensar, sopesar su significado y la forma en que lo puede aplicar a su vida personal.
El salmista estaba comprometido a hacer esto, de tal manera que pudiera descubrir las palabras que Dios tenía atesoradas para él: “En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos” (Salmo 119:15).
Cosas para pensar
En general se admite que usted puede cambiar sus hábitos si dirige su pensamiento a una conducta específica. Por ejemplo, un jugador de básquet que se imagina repetidamente un tiro en el que logra encestar, puede mejorar su juego de una manera significativa. Muchas personas luchan contra sus hábitos pecaminosos que necesitan cambiar por una conducta aceptable delante de Dios. Conjuntamente con la oración y la ayuda del Espíritu de Dios, un creyente puede reafirmar una conducta según Dios, imaginándose que dice o hace lo que es correcto. Ésta es otra forma de usar la meditación.
El apóstol Pablo escribió: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).
Pensar acerca del significado, el valor y la aplicación de estas pautas para la vida, y a la vez imaginándose que usted las practica, puede ayudarlo a madurar espiritualmente.
Finalmente, cuando su mente se concentra en un valor espiritual específico o un aspecto maravilloso de la creación, esto ayudará a liberar su mente y su cuerpo del estrés. Génesis 24:63 nos habla acerca de Isaac, que en aquella época tenía 40 años, con grandes responsabilidades—y con un noviazgo además—en su mente, y nos dice que “había salido a meditar al campo, a la hora de la tarde”. Es necesario tener en cuenta el sitio, porque puede ayudarnos a meditar. Un parque, una excursión a un sitio especial, un jardín o un lugar en dónde se pueda ver el amanecer o el atardecer, pueden ayudarnos a meditar fácilmente. O, como dijimos anteriormente acerca de David, tal vez cuando esté acostado en su cama por la noche, esto pueda servirle también. Sin lugar a dudas, se dará cuenta de que si los busca, existen varios sitios en los que usted se siente motivado a meditar.
Entonces, ¿qué es meditación? La meditación por razones espirituales es una costumbre saludable y necesaria que trae múltiples beneficios cuando se practica de acuerdo con lo que la Biblia nos enseña.