Aquel que tenga sed, venid a las aguas

¿Se ha usted preguntado alguna vez acerca de cuál es el propósito de la vida? ¿Cuál es la clave de la felicidad? ¿Cómo podemos vivir una vida exitosa y positiva?

Una encuesta reciente de la “forma de vida” mostró que los adultos norteamericanos son ahora —contrario a lo que pasaba una década atrás— más proclives a preguntarse acerca del significado del propósito de la vida, pero menos dispuestos a creer que encontrar ese propósito tiene algún valor real para ellos.

Tal vez esto que pasa se debe a todos los acontecimientos que han estado ocurriendo desde la emergencia de la pandemia por el COVID-19.

Aparentemente el tener que quedarse en un sitio por días, en varios momentos, y escuchar todos los informes que daban los medios de comunicación acerca de cómo aumentaban los casos de infecciones, hospitalizaciones y muertes, ha sido un factor importante que ha contribuido a lograr que los seres humanos se pregunten varias cosas importantes.  Preguntas como: “¿qué está pasando?” y, “¿por qué estoy yo aquí?”.

¿Se ha hecho alguna vez estas preguntas? ¿Se ha detenido a contemplar el propósito de su próximo aliento?

El rey David ciertamente lo hizo. David tal vez estaba afuera una noche y estaba realmente maravillado con la magnificencia de los cielos cuando le preguntó a Dios:

“¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?” (Salmos 8:4).

Esto no es una cuestión nueva de ninguna manera. Durante siglos los filósofos, gurús, eruditos y otros expertos han estado tratando de responder preguntas como: “¿por qué estoy aquí?”. Los resultados han sido diversos y enormemente insatisfactorios, ninguno ha logrado dar en el clavo o francamente ni siquiera han estado cerca.

Como resultado de ello, aún las mentes más brillantes del mundo se han quedado cortas ante estas preguntas perennes acerca del propósito de la existencia humana.

La ausencia de este conocimiento ha traído un devastador efecto generación tras generación, confirmando las palabras de Proverbios 29:18: “Sin profecía el pueblo se desenfrena; más el que guarda la ley es bienaventurado”.

Si acaso ha habido un momento para tener visión —para conocer la razón por la cual usted existe y el conocimiento de lo que usted debería estar haciendo— ese momento es ahora. Con nuestro mundo que cada vez se convierte en algo más precario, este conocimiento es ahora más importante que nunca antes.

Queridos lectores si algo de esto le ha causado curiosidad, si usted quiere descubrir la verdadera fuente del propósito que Dios nos ha dado, siga leyendo.

El dilema de una vida aparte de Dios

Por medio del profeta Isaías Dios hizo esta declaración: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche” (Isaías 55:1)

Cuando Dios dice “aquel que tenga sed”, Él no está hablando de personas que necesitan un vaso de agua. Él está hablando de personas que están sedientas de respuestas —respuestas a las grandes preguntas de la vida. Hay personas cuyas gargantas espirituales estan totalmente resecas. Ellas están buscando respuestas que sean realmente refrescantes, no sólo una solución rápida.

La misma idea se repite en el Nuevo Testamento cuando Jesús, el Hijo de Dios en la carne, le dijo a la mujer samaritana: “… cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed” (Juan 4:13).

Cuando nosotros tomamos un vaso de agua o tomamos un sorbo de la botella para calmar nuestra sed, invariablemente volvemos a sentirnos sedientos otra vez. En cierta forma, este ejercicio está hecho para mostrarnos que tenemos una necesidad constante, que debemos satisfacer. Esto debiera finalmente enseñarnos que las cosas físicas sólo nos dan satisfacciones temporales. Siempre quedaremos con deseos de más.

La satisfacción real —la del gozo, la realización— sólo provienen de algo diferente. ¿Dónde está?

Jesús continuó diciendo: “Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (v. 14, énfasis añadido). Tengamos en cuenta que Él se refería “al agua que yo le daré”. Estas palabras directas nos dicen que la única fuente de satisfacción real proviene de Cristo.

En este contexto recordemos lo que Pedro dice acerca de Jesús en Hechos 4:12: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.

Ninguno de los falsos dioses de las religiones paganas del mundo puede sustituir al verdadero Dios de la Biblia. Cualquier intento por encontrar verdadera satisfacción fuera de Cristo, fracasará finalmente.

Continuando en Isaías leemos: “¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura” (Isaías 55:2) en otras palabras, ¿se llenará usted con basura?

Las personas que están espiritualmente sedientas —desesperadas por encontrar el significado y el propósito, pueden llenarse con algo que no las satisfaga— así como las personas que sienten sed físicamente se pueden llenar con una comida que no es saludable y gastar su dinero en toda clase de diferentes artículos en busca de la satisfacción, que por supuesto nunca llega.

Piense en esto. Las personas que desean más dinero, estatus, influencia o posesiones materiales creen erróneamente que ellos van a encontrar su realización en esas búsquedas de las cosas del mundo. Ellos logran que su mente ignore que hay 6.000 años de evidencias, llenos de anécdotas que nos dicen y nos repiten la historia una y otra vez: nada de lo físico nos satisface.

Cómo encontrar la fuente correcta del significado y el propósito

¿Qué pasa con usted? ¿Ha experimentado alguna vez esto? ¿Está buscando respuestas verdaderas y gratificantes? ¿Sabe usted lo qué es el verdadero propósito de la vida y el significado de ella?

El resto de Isaías 55:2 tiene la clave.

“Oídme” dice Dios. El conocimiento de nuestro propósito de lo que la Biblia llama “el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades” (Colosenses 1:26) no lo podemos encontrar en lo que nos decimos a nosotros mismos, en lo que nuestros amigos dicen o lo que los grandes filósofos del mundo se han inventado.

Este conocimiento sólo viene de escuchar a Dios.

Al alimentarnos de las palabras de Dios ganamos entendimiento acerca de nuestro propósito, nuestro destino y lo que necesitamos hacer con nuestro tiempo en esta Tierra.¿Cómo podemos escuchar al Gobernante supremo del universo en la actualidad? Por medio de su Palabra, la Santa Biblia.

Pero esto no es todo lo que Él nos dice que debemos hacer. Veamos el resto de sus instrucciones: “Y comed lo que es bueno”.

Dios desea que nosotros consumamos –que lo llevemos a nuestro interior y lo hagamos parte de nosotros— su Palabra. Porque su Palabra es la única fuente de verdadera satisfacción y de realización en la vida. Debe formar parte de nuestro ser más íntimo.

Esta lección fue reforzada cuando Jesús se encontró con Satanás el diablo. Cuando Satanás confrontó a Jesús para tentarlo después de un ayuno de 40 días, él apeló a su necesidad y deseos físicos y le dijo: “Ordena a estas piedras que se conviertan en pan” (Mateo 4:3).

La repuesta de Jesucristo fue: “Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (v. 4). Jesús estaba dándonos el ejemplo y enseñándonos que en la vida hay un propósito más grande que simplemente satisfacer el hambre o satisfacer los propios deseos.

Jesucristo, que fue un ser humano y era Dios, confesó que lo que Él necesitaba realmente por encima de todo era las palabras de Dios —y no sólo las palabras del Nuevo Testamento como a muchos les gustaría creer en la actualidad— sino cada palabra de Dios.

No podemos leer únicamente el Nuevo Testamento e ignorar el Antiguo Testamento, necesitamos a ambos.

Al alimentarnos de las palabras de Dios ganamos entendimiento acerca de nuestro propósito, nuestro destino y lo que necesitamos hacer con nuestro tiempo en esta Tierra.

La palabra de Dios es la clave para la satisfacción que perdura.

Busque en la Biblia las respuestas

Salomón, el rey más sabio de Israel realizó un experimento con la intención de descubrir su propio camino al verdadero desarrollo en la vida.

Después del proverbial “vino, mujeres y música”, y otras cosas maravillosas que él experimentó: “Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 1:14)

Salomón vio que una vida desobediente sin propósito siempre terminaría en frustración y vacío.

Finalmente, su experimento lo llevó a dar el siguiente consejo a los seres humanos: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12:13).

Espero que este breve artículo lo inspire a usted —a cualquiera que esté sediento— para que se decida a abrir su Biblia y a descubrir quién es usted, por qué esta aquí y hacia dónde se dirige.

La Biblia es el único libro en el planeta tierra que puede darnos esa clase de conocimiento porque este proviene de Dios.

Si desea profundizar más en lo que la Biblia nos revela acerca del propósito de nuestra vida puede leer nuestro artículo: “¿Por qué nació usted?”.

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Acerca del autor

Kendrick Diaz

Kendrick Diaz

Kendrick Diaz se graduó de Foundation Institute y es miembro de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial. Nació y creció en Los Ángeles, California.

Encontró su pasión por la enseñanza y la escritura mientras estaba en la escuela secundaria y finalmente obtuvo una licenciatura en Inglés y una maestría en educación en la Universidad de California, Riverside. Le gusta enseñar Inglés, pero su tema favorito para enseñar es la Biblia. Se complace en esforzarse por transmitir las verdades bíblicas de una manera sencilla y fácil de entender.

Sus pasatiempos favoritos sonn ir al gimnasio, jugar baloncesto, leer, escalar rocas y tener conversaciones profundas junto a una hoguera.

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