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¿Cómo pagaremos la deuda? La perspectiva del mundo vs. la de Dios

El COVID-19 está dando un duro golpe a la economía mundial, exponiendo un aumento del endeudamiento como nunca antes en la historia. La pérdida de empleos, producto de la crisis hará que muchos ciudadanos en el mundo no podrán hacer frente a las deudas. ¿Cómo solucionar éste problema, y qué dice Dios acerca de las deudas?

La pandemia del COVID-19 está asestando un duro golpe a la economía mundial, que ya venía debilitada desde el 2008. Esta crisis sanitaria ha generado una fuerte caída de la actividad productiva de todos los países, con serias alteraciones en los mercados financieros mundiales.

Después de la crisis del 2008, llamada Sub Prime, la deuda actual de gran parte de las naciones ha registrado el aumento más grande, rápido y generalizado de los últimos 50 años.

Si bien la mayor parte de este aumento de deuda es atribuible a China —en parte debido a su gran tamaño— la acumulación de deuda fue generalizada: en alrededor del 80 por ciento de estas economías, la deuda total en 2018 era más alta que en 2010. Aun sin China, la deuda global subió 20 puntos porcentuales de su PIB a la misma fecha. En respuesta a la pandemia, la deuda de estas economías está aumentando aún más. La actual recesión mundial es de una gravedad inusitada. Como crisis anteriores, la actual pone a prueba la capacidad de reacción de las empresas y los países más endeudados.

El coronavirus elevará los niveles de deuda de las naciones más ricas del mundo en un promedio de casi un 20 por ciento sólo este 2020, según dijo este lunes 22 de junio, la agencia de calificación crediticia Moody's. Esto será cerca del doble de los daños económicos observados durante la crisis financiera del 2008.

Datos que sorprenden

En la práctica estamos frente a un aumento del endeudamiento mundial como nunca antes en la historia. Países como Estados Unidos, antes de la pandemia, tenían un endeudamiento tan grande que cada ciudadano americano, si tuviera que asumir individualmente el pago de la deuda nacional, en teoría debería pagar alrededor de U$ 75.000. Los ciudadanos de países como Japón deben en promedio cerca de U$ 51.000, si tuvieran que pagar la deuda nacional. España, cerca de U$ 32.000 y otros no bajan de los U$20.000 por ciudadano.

En Sudamérica el promedio del endeudamiento es tan grave que se ha considerado la “verdadera pandemia”. Para la región, el Banco Mundial espera una caída del PIB del 7,2 por ciento.

Todos estos datos suponen un nivel de endeudamiento colectivo que, sumado a la pérdida de empleos, producto de la crisis, hará que muchos ciudadanos en gran parte del mundo no puedan pagar sus obligaciones y potencialmente pierdan sus hogares, ya que no podrán hacer frente a las deudas, que supuestamente podían pagar con su trabajo. Esto sin contar los pagos de colegios y universidades que deben, todos los meses, pagar para que sus hijos prosigan con sus estudios.

Por ejemplo, en Estados Unidos, en el mes de abril, cerca del 46 por ciento de los que habían comprado una casa a plazo no pudieron pagar su dividendo mensual.

¿Qué dice el Banco Mundial?

En un informe del Banco Mundial que lleva por título “La COVID-19 (coronavirus) hunde a la economía mundial en la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial” sostiene lo siguiente:

Muchos países están generando paquetes de financiamiento para “ayudar”. Préstamos que no incluyen intereses para que se puedan pagar los créditos tomados con anterioridad. En otras palabras, una deuda sobre otra deuda, todo lo cual debe pagarse eventualmente.“Las perspectivas dan mucho que pensar, ya que es probable que la crisis deje cicatrices difíciles de borrar y que planteé complejos desafíos mundiales”, señaló Ceyla Pazarbasioglu, vicepresidenta de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del Grupo Banco Mundial. Sigue diciendo: “Nuestra primera prioridad es abordar la emergencia mundial en materia sanitaria y económica. Más allá de eso, la comunidad mundial debe unirse para lograr una recuperación lo más sólida posible e impedir que más personas caigan en la pobreza y el desempleo”.

Ante esta situación, muchos países están generando paquetes de financiamiento para “ayudar”. Préstamos que no incluyen intereses y que se están “facilitando” para que se puedan pagar los créditos tomados con anterioridad. En otras palabras, una deuda sobre otra deuda, todo lo cual debe pagarse eventualmente.

Si bien hablamos de la crisis de la deuda, quizás un mejor juego de palabras que identifica la situación actual es que el endeudamiento es la verdadera crisis.

¿Podrán los ciudadanos pagar sus deudas tomando en cuenta que se están perdiendo los empleos y que deben asumir nuevas deudas para enfrentar la crisis? ¿Perderán sus bienes sin que exista una solución, aunque sea a largo plazo?

Cómo solucionar el problema de la deuda

Es su libro: “En deuda: una historia alternativa de la economía” su autor, el antropólogo estadounidense David Graeber, plantea una respuesta: "Creo que ha llegado el momento de un 'jubileo' al estilo bíblico, es decir, un 'perdón' que afecte tanto la deuda internacional como la deuda de los consumidores. Sería beneficioso no sólo porque aliviaría el sufrimiento de mucha gente, sino porque sería una manera de recordarnos a nosotros mismos que el dinero no es infalible, que pagar las deudas no es la esencia de la moralidad, que todas esas cosas no son más que 'arreglos entre humanos' y que la democracia no es sino la habilidad de todos para 'arreglar' las cosas de un modo diferente".

Es llamativo su concepto de “jubileo”, entendiendo que es un concepto bíblico y que él es un autor secular. Más adelante sostiene lo siguiente: “Desde hace 5.000 años el mundo ha estado dividido en acreedores y deudores, ganadores y perdedores”.

En una verdadera economía deben coexistir acreedores y deudores que hagan funcionar las finanzas de un país. Lamentablemente la filosofía de los gobiernos de este mundo que indiscriminadamente fomenta la deuda entre las personas y empresas, ha provocado una división marcada entre ganadores (los que prestan el dinero) y los perdedores (los que asumen la deuda y que no la pueden pagar).

En una entrevista a este mismo autor, le formularon la pregunta de si la cancelación masiva de la deuda, que defiende en su libro, es una solución "realista" o una propuesta utópica... ¿algo así ha sido posible en otros momentos de la historia? El autor contesta:

“En algunas sociedades se practicaba incluso un año de jubileo, en el que se borraban las cuentas y se empezaba de cero. El milagro económico alemán después de la Segunda Guerra Mundial fue posible gracias a la condonación de más de la mitad de su deuda en el Tratado de Londres de 1953... así que no me parece una idea tan mala el condonar las deudas. No sé lo que vendría después o si sería realmente el final del capitalismo, pero seguro que a partir de ahí surgen grandes ideas".

¿Qué dice Dios acerca de las deudas?

Dios, en su inmensa sabiduría y conocimiento de la naturaleza del hombre, dejó normas claras para evitar el endeudamiento.

En la Biblia se establece el “año del jubileo” como medida para eliminar las deudas: “Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años. Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia” (Levítico 25: 8,10).

Dios dejó muy en claro que la tierra y lo que ésta produjera es de Él y que los seres humanos podíamos usarla, pero bajo sus leyes, para que no hubiera deudores por siempre: “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo. Por tanto, en toda la tierra de vuestra posesión otorgaréis rescate a la tierra” (Levítico 25:23).

Estos versículos claramente contrastan con las formulas actuales, las cuales establecen “hipotecas” por las propiedades, que expresan obligatoriamente que si no se paga la deuda se pierden los bienes.

El propósito del jubileo fue para enfrentar las diferentes situaciones financieras de los hombres y que no se endeudaran para siempre, perjudicando así a sus futuras generaciones.El propósito del jubileo fue para enfrentar las diferentes situaciones financieras de los hombres y que no se endeudaran para siempre, perjudicando así a sus futuras generaciones.

Cada 50 años, los que habían arrendado o comprado la tierra de otro israelita, debían devolverla completamente. Esto generaba un equilibrio entre el que “compraba”, quien por 50 años que tenía la tierra, la explotaba y se beneficiaba de ella y, por otra parte, el que la recibía de regreso podía, con su patrimonio devuelto, recomenzar y de esta manera eliminar sus deudas y al mismo tiempo no perjudicar a sus hijos.

En términos prácticos, el año del jubileo representaba la confianza que debían tener todos los israelitas de que Dios era el proveedor de todas sus necesidades inmediatas y futuras para sus familias. Al mismo tiempo, exhorta al equilibrio para que nadie se aproveche de otro por siempre.

Gracias a Dios, en el futuro estas leyes económicas regirán a la humanidad una vez más. Usted que está endeudado se preguntará: ¿cuándo será esto? Esto ocurrirá luego de que Jesucristo regrese por segunda vez a la Tierra. Esto sucederá muy pronto, poco antes de que este mundo colapse. Ése será un momento complejo para los gobiernos de este mundo, que han hecho de las deudas y sus intereses una esclavitud sobre toda la humanidad.

Jesucristo vendrá a imponer la equidad financiera a este mundo sofocado por un sistema basado en el obtener, la avaricia y la codicia. Buenas noticias se vienen para usted y para mí. La liberación viene y será causa de bienestar, de ensanchamiento, de alivio y de verdadera paz.

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Acerca del autor

Álvaro Matamala

Alvaro Matamala

Alvaro Matamala es Ingeniero en Administración de Empresas. Casado con Fabiola Jaufrett Silva. Tiene seis hijos, tres hombres y tres mujeres. Algunos de ellos ya están casados y le han dado nietos hermosos.

Llegó a la Iglesia de Dios en el año 1985 e inmediatamente ingresó a los Clubes de Oratoria y Graduados. Es amante de la lectura y el estudio de diferentes temas relacionados con la profecía bíblica. Es lector recurrente de los más destacados portales de noticias. Le interesan especialmente los temas relacionados con Israel actual.

Fue ordenado como ministro en el año 2015 y desde el año 2020 trabaja a tiempo completo para la Iglesia de Dios, una Asociacion Mundial en Chile, atendiendo las congregaciones de Curicó, Talca y San Carlos.

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