Vida, Esperanza y Verdad

Hambre, desigualdad y más pobreza… los resultados de la pandemia

El hambre, advierten algunos organismos internacionales, será el mayor desafío que enfrentará la región latinoamericana en los siguientes años, donde 53,7 millones de personas ya sobreviven en una grave situación alimentaria.

La pandemia amenaza con dejar a otros 16 millones de latinoamericanos en la pobreza extrema, según un informe presentado por la CEPAL (La Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y la FAO (Food and Agriculture Organization, dependiente de la Organización de Naciones Unidas). Ambas instituciones piden urgentemente a los países de la región latinoamericana reforzar el ingreso básico de sus habitantes más vulnerables con un bono de emergencia contra el hambre.

El informe titulado “Cómo evitar que la crisis del COVID-19 se transforme en una crisis alimentaria” advierte que los efectos de la crisis sanitaria han limitado el acceso a alimentos frescos y disparado los precios de los mercados internos, mientras el desempleo y la caída en los ingresos han llevado a millones de personas a optar por alimentos más baratos y de menor calidad nutricional. Entre los 83,4 millones de pobres que quedarán en la región tras la pandemia, más de 34 millones son menores de 15 años y 30 millones viven en áreas rurales.

La catástrofe económica que el coronavirus dejará en Latinoamérica y el Caribe todavía está por verse, pero sus efectos en el bienestar social auguran un futuro desesperanzador, según el informe. Tras siete años de lento crecimiento, el PIB de la región latinoamericana y del caribe enfrenta ya un desplome promedio del 5,3 por ciento; siendo ésta su mayor caída en el último siglo. Aún no sabemos cuál será el desplome de la economía en nuestra región al final de la pandemia.

Medidas a corto plazo

Para contrarrestar esta situación, la CEPAL y la FAO sugieren a los gobiernos reforzar los ingresos básicos con un bono contra el hambre, por un período de hasta seis meses. “La pandemia ha puesto de manifiesto que sólo el Estado tiene la capacidad para facilitar, coordinar e intervenir para asegurar la disponibilidad de alimentos”, según se establece en uno de los puntos del informe.

Por otra parte, el informe señala también que prácticamente todos los países de la región, salvo Panamá, han aplicado ya medidas de ayuda económica, mientras que países como Chile, Honduras y Ecuador también han repartido canastas de alimentos a las familias más vulnerables.

Julio Berdegué, representante regional de Latinoamérica y el Caribe ante la FAO, declaró recientemente: “en América Latina podemos tener un retroceso histórico en la lucha contra el hambre y perder en tan sólo un par de meses lo que hemos logrado en quince años ".

Ayuda a los productores

Según indicó esta semana Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL: “La gran tarea que tenemos por delante es impedir que la crisis sanitaria se transforme en una crisis alimentaria”.

La CEPAL y la FAO ahora piden la cooperación internacional para apoyar a los países en mayor situación de vulnerabilidad.

Para los productores, plantean un incremento de al menos un 20 por ciento del promedio de los créditos expedidos en los últimos tres años. Estos sumarían un total de 5.500 millones de dólares que podrían ser financiados por “una línea especial de la banca multilateral y de las bancas de desarrollo”. Para los pequeños productores, las organizaciones proponen un “kit básico de inversión” que tendría un costo total de 1.700 millones de dólares en toda la región.

Un modelo económico agotado

Hace unos meses, antes del inicio de la pandemia en la región, Bárcena había advertido que “la cultura del privilegio ha establecido la desigualdad” en la región y que el modelo de desarrollo en Latinoamérica estaba agotado.

Desigualdad, discriminación, cultura del privilegio, evasión fiscal y política industrial equivocada, están a la orden del día. Estos cinco conceptos han pasado a la primera línea en los círculos de poder en América Latina. Está claro que el modelo de desarrollo, sin una estrategia productiva, se agotó… tanto en materia económica, como lo demuestra el bajo crecimiento, como en materia de distribución. Que sigamos siendo la región más desigual del mundo quiere decir que no hemos sido capaces de repartir esa aparente expansión.

Desigualdad, discriminación, cultura del privilegio, evasión fiscal y política industrial equivocada, están a la orden del día. Estos cinco conceptos han pasado a la primera línea en los círculos de poder en América Latina. Y todo esto se ha hecho más presente que nunca desde el inicio de las protestas sociales en Chile en octubre pasado y, en menor medida, en Colombia y Perú. "La gente se ha manifestado debido al cansancio; y el modelo económico está agotado", dice el informe.

¿Se ha subestimado la desigualdad? Definitivamente sí. Siempre se había calculado la desigualdad a partir de las encuestas de hogares, pero cuando se compara con los registros tributarios, nos damos cuenta de cuánto hemos subestimado la desigualdad desde hace años. En Chile, por ejemplo, esa encuesta dice que el sector más rico gana, en promedio, 7,5 veces más que el sector más pobre. Pero en los registros tributarios esa diferencia es de 25 veces. Y en algunos países de Centroamérica la diferencia es de hasta 70 veces. La desigualdad siempre se ha visto desde la perspectiva de la pobreza, pero hay que verla desde la perspectiva de la riqueza.

La gran fábrica latinoamericana de desigualdad sigue siendo la brecha entre compañías grandes y pequeñas. El caso de México también es claro: exporta más de 1.000 millones de dólares al día, pero eso no se refleja en la sociedad.

La profecía sigue su marcha

Dios dice: “Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares” (Mateo 24:7).

Desde la perspectiva de Dios, todo marcha de acuerdo a las señales que entregó a sus discípulos cuando le consultaron: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? (Mateo 24:3).

Es necesario que todo esto acontezca para que venga prontamente Jesucristo a la Tierra, y sea instaurado su Reino justo que no tendrá fin.Si de algo podemos estar seguros es que ni una jota ni una tilde pasará de lo que dice Dios, hasta que todo esto se cumpla (Mateo 5:18). Este mundo pronto va a colapsar y dar lugar al Reino de Dios sobre esta Tierra.

Dios es misericordioso, clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo (Joel 2:13). Pero también es un Dios justo para bendecir la obediencia y para castigar la desobediencia (Deuteronomio 28). Lamentablemente este mundo se ha alejado de su Creador demasiado y está cosechando el fruto de sus decisiones.

No podemos pedirle a Dios que retrase el cumplimiento de sus profecías o que cambie el rumbo de lo que sucederá en el mundo. Es necesario que todo esto acontezca para que venga prontamente Jesucristo a la Tierra, y sea instaurado su Reino justo que no tendrá fin.

Sólo la obediencia a Dios nos ayudará a pasar por todo este proceso doloroso para el mundo entero. Nuestro Creador prometió protección, sanidad y sustento para su pueblo. Es Dios quien se encarga de proveer lo necesario para quienes le obedecen. Es Él el encargado de suplir las necesidades básicas de quienes le buscan. Es Él quien al final establecerá un mundo justo, equitativo y próspero para todos. 2 Crónicas 7:14 dice: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.

Enfoquémonos en realmente buscar el Reino de Dios y su justicia (Mateo 6:33) para que Él supla nuestras necesidades básicas y para que los afanes de esta vida no apaguen el fuego del Espíritu Santo que Dios nos ha dado. Nuestro Creador sabe de todas las cosas que tenemos necesidad, y su promesa de ayudarnos siempre ha sido firme.

Mientras los gobiernos humanos sigan en vigencia, las desigualdades e injusticias serán la norma, pero no nos perdamos en los afanes, angustias o incertidumbres de esta presente era. Enfoquémonos en el Reino de Dios y su justicia, para que todas las cosas básicas nos sean añadidas ahora y podamos ser parte de ese maravilloso Mundo de Mañana.

Acerca del autor

Sergio Carvajal

Sergio Carvajal

Sergio Carvajal nació y vive en la ciudad de Santiago en Chile. Es casado con Vanesa Navarrete desde el año 2004. Tienen dos hijos varones, Sebastián y Tomás.

Sus padres llegaron a la Iglesia de Dios en el año 1975 cuando él tenía 3 años. La guía y ejemplo de ellos le sirvieron de fundamento para vivir esta vida con sentido y preparación para la nueva vida en el Reino de Dios.

Aprender a confiar y sostenerse en Dios cada día, como viendo al invisible, se ha convertido en su convicción más profunda. Mirando hacia atrás, y ver todas las experiencias que ha tenido en la vida, difíciles o no, han sido muy necesarias en la vida de Sergio y forman parte del propósito que Dios ha trazado para su vida.

Ha participado de los Clubes de Oratoria y Graduados desde el año 1986 hasta el presente. En el año 2019 fue ordenado diácono.

Sus hobbies son estar con la familia, escuchar buena música y cantar en el coro de su congregación.

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