La circuncisión: ¿un cambio en la ley de Dios?
por James F. Guy Sr.
Una de las principales controversias de la Iglesia primitiva era si los gentiles debían ser circuncidados. ¿Qué significó este cambio? Parte 4 de la serie “¿Se abolió la ley de Dios?”.
A medida que el número de seguidores de Cristo crecía y se extendía a nuevas regiones y grupos étnicos, los apóstoles pronto tuvieron que explicar el enfoque de Dios acerca de aspectos de la ley con relación a los no judíos.
El asunto llegó a un punto crítico cuando algunos fariseos (que se asociaban con la Iglesia de Dios a título personal) empezaron a enseñar que: “Es necesario circuncidarlos [a los gentiles], y mandarles que guarden la ley de Moisés” (Hechos 15:5).
Estos fariseos conocían bien la ley. Sabían que Dios le había dicho a Abraham: “Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros” (Génesis 17:10-11).
Como descendientes de Abraham, tenían la obligación de circuncidarse, y ellos pensaban que cualquier varón que viniera al verdadero Dios también tenía que ser circuncidado físicamente —¡sin importar su edad!
La decisión administrativa acerca de la circuncisión
Pero después de mucha discusión, estudio y consideración de la evidencia acerca de cómo Dios estaba trabajando con los gentiles, los apóstoles reconocieron la clara voluntad de Dios en el asunto. Ellos entendieron que Dios había magnificado la ley de la circuncisión más allá del acto físico a su más amplia intención espiritual.
Reconocieron que eso era exactamente a lo que Moisés se refería cuando les dijo a los israelitas: “Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz” (Deuteronomio 10:16).
Santiago resumió la decisión de los apóstoles: “Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios” (Hechos 15:19).
La circuncisión física no era necesaria para la salvación, pero había que recordar a los conversos su obligación de tener un corazón recto con su Creador —es decir, tener un “corazón circuncidado” que obedeciera voluntariamente la ley de Dios.
La Iglesia primitiva entendió que la circuncisión no fue abolida, sino que debía ser administrada de una manera diferente.
Los apóstoles sabían que Dios había dicho: “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Eterno: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (Jeremías 31:33). También reconocieron la relación de esa profecía con la escritura que dice: “Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón” (Deuteronomio 10:16).
Pedro concluyó: “Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos” (Hechos 15:8-11).
Propósito espiritual completo
Dios había aceptado que los gentiles incircuncisos estuvieran entre los seguidores de Jesucristo. Eso fue posible gracias al Espíritu Santo. Y así la administración de la circuncisión, en su pleno propósito y significado espiritual, era todavía necesaria. Tenían que someterse a la circuncisión del corazón, un requisito de mayor importancia porque no era un rito de una sola vez, sino un compromiso de por vida.
En otras palabras, los cristianos tienen la ley de Dios escrita en sus corazones “circuncidados” por el Espíritu Santo, lo que les permite vivir una vida de acuerdo con el camino de Dios. La circuncisión física no puede hacer eso. La circuncisión física puede dejar una marca y servir como un recordatorio físico, pero no tiene la capacidad de ayudar a una persona a vivir de una manera diferente. Así que la Palabra de Dios nos dice: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Romanos 8:9).
Dios declaró a través de los apóstoles que la circuncisión física no es necesaria para la salvación, sino la circuncisión espiritual del corazón que sólo puede venir por medio de la gracia de Cristo y llevar al cristiano a una vida de amor a la obediencia y sumisión a Dios.
Entonces el primer cambio fue en la administración de la circuncisión. Ya no era de la carne, sino del corazón.
En la próxima publicación de esta serie, veremos cómo Dios cambió la administración de las ordenanzas civiles que le dio a la nación de Israel.
Esta es la cuarta de una serie de siete partes acerca de la ley de Dios. Para leer la parte 3, vea “La gracia y la ley de Dios” Para continuar la serie, vea la parte 5 “Ahora las leyes civiles se administran de manera diferente”.
Fecha de publicación: Mayo 20, 2013