Paso 1 para sanar las relaciones: reconocer

El primer paso para intentar reparar y salvar relaciones que están deterioradas es darse cuenta que hubo algún motivo por el cual se deterioraron. Debemos reconocer cuál fue nuestro papel en ese colapso.

¿Qué piensa acerca de esta observación? “Las personas no escuchan a los demás. Oyen las palabras, pero realmente no están escuchando. Están esperando la oportunidad para poder hablar o en ocasiones simplemente interrumpir con su opinión personal acerca de lo que se está hablando, o no están juzgando silenciosamente”.

Probablemente esto suene cínico, pero, ¿tristemente sucede a veces? Sí. Muchas relaciones se deterioran porque fallamos al no reconocer que somos responsables de alguna manera del colapso. Entre las diferentes maneras en que podemos contribuir para que una relación falle, encontramos el negarnos a escuchar realmente, el chisme, decir cosas insensibles y ser egocéntricos.

Cuando el reconocimiento y la comprensión aparecen

En ocasiones, nos damos cuenta inmediatamente de nuestras fallas en la relación. Otras veces, nos vamos dando cuenta a medida que va pasando el tiempo. Pensemos en los siguientes ejemplos y analicemos que son situaciones que, de haberlas conocido con anterioridad, se hubiera podido evitar que el problema escalara de una manera tan dramática.

  • “Paso horas en Facebook discutiendo mi punto de vista ideológico con mis amigos y mi familia. No doy marcha atrás ni me permito perder ningún punto, puedo durar días discutiendo el mismo tema. ¿Por qué simplemente no me mantuve al margen de esa discusión?” ¿No habría sido mejor quedarme callado y mantener la calma? (Proverbios 17:27)?
  • “Acabo de pasar los últimos cinco minutos insultando y chismoseando acerca de mi amigo. Él se va a enterar y le va a doler lo que dije a sus espaldas”. ¿Ser chismoso o un “hablador” se considera una comunicación “corrupta” (Levítico 19:16; Efesios 4:29; verEl dominio de la lengua: ¿qué opina Dios del chisme?”)?
  • “Durante toda la conversación que acabo de tener con mi amiga, me la pasé invalidando sus sentimientos y sermoneándola en lugar de escucharla y sentir empatía por su situación. ¿Va a querer contarme sus asuntos y problemas de nuevo?” ¿Debió haber sido ésta una situación para ser “pronto para oír” y “tardo para hablar”? (Santiago 1:19)?
  • “Acabo de pasar una conversación hablando de mi todo el tiempo, y muy pocas veces le he preguntado a mi amigo por su vida durante los últimos encuentros que hemos tenido. ¿Cuánto más podrá soportar mi amigo una conversación enfocada sólo en mis asuntos?” ¿Debo estimar a las demás personas como superiores a mí mismo? (Filipenses 2:9)?
  • “Continúo interrumpiendo a mi esposa o cambiando de tema cada vez que ella me trata de decir algo, y esto la hace sentir como si su opinión no fuera importante para mí. Esto no es positivo para nuestra relación”. ¿Es esto amar a mi esposa así como Cristo ama a la Iglesia (Efesios 5:25)?

¿Por qué no reconocemos nuestra culpa?

En muchas de estas situaciones desearíamos habernos dado cuenta antes y haberlo solucionado. ¿Qué es lo que nos detiene a menudo? Analice estos cuatro factores que con frecuencia nos impiden reconocer nuestras fallas en una relación:

  1. Negación: nada está mal o fuera de lo normal. Así son las cosas. Si hay algún problema, es de la otra persona.
  2. Justificación: siempre hablo de esta manera —los demás saben que así soy yo, y no estoy dispuesto a cambiar.
  3. Inconscientes: no estoy consciente de ningún problema. Estoy muy bien.
  4. Insensibilidad: no me importa. Lo que necesitan es dejar de ser tan frágiles.

Reconocer evita más daños

El primer paso para reparar las relaciones deterioradas es reconocer nuestra culpa en ese deterioro. Entre más pronto reconozcamos nuestra falla, más fácil va ser reparar la relación. Entre más tiempo nos tome, el daño será más grande (y más difícil será repararla).

Éstas son algunas sugerencias para aprender a reconocer si hemos hecho algo que ha deteriorado una relación:

El primer paso para reparar las relaciones deterioradas es reconocer nuestra culpa en ese deterioro.

  1. Orarle y pídale a Dios que le muestre si usted ha dicho o ha hecho algo que haya herido a la otra persona. En ocasiones nuestros errores son muy evidentes, y otras veces son difíciles de ver.
  2. Contarle el incidente a un tercero y pídale una opinión objetiva. Esfuércese por contar todos los aspectos de la historia, no simplemente su perspectiva personal. Contar con una opinión externa de alguien que simplemente no le va a decir lo que usted quiere oír es de gran ayuda para reconocer pensamientos, palabras y acciones erradas.
  3. Piense objetivamente en lo que usted dijo o hizo. Pregúntese: “Si alguien me dijera (o me hiciera) eso a mí, ¿cómo me sentiría?”. Si conocemos lo suficiente a nuestros amigos, podemos imaginarnos como se sentirían ellos.
  4. Piense profundamente en sus motivos. Pregúntese. “¿Hubo egoísmo o desinterés de mi parte durante la interacción? ¿Orgullo o humildad? ¿El deseo de destruir o de construir? ¿Mayor preocupación por la otra persona o por mí mismo?”.
  5. Pregúntese si durante la interacción realmente tuvo en cuenta el punto de vista de la otra persona, las preferencias y la personalidad. Todo el mundo reacciona diferente a esas cosas.

El primer paso para reparar las relaciones, es reconocer que tuvimos parte (o quizás fuimos los únicos responsables) en el problema. Cuando comenzamos a pensar objetivamente acerca de nosotros y ponemos los pensamientos y sentimientos de las otras personas primero, podemos dar este importante paso dentro del proceso de sanar las relaciones.

Acerca del autor

Eddie Foster

Eddie Foster

Eddie Foster nació en Ohio, y después de vivir en varias partes del noreste de los Estados Unidos, una vez más vive en Ohio, probablemente de manera definitiva esta vez. Vive en el área de Dayton con su esposa, Shannon, y su hija, Isabella. Ellos asisten a la congregación de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial de Cincinnati/Dayton.

Eddie es graduado en ciencias de la educación infantil de la primera y segunda infancia del Bluefield State College (West Virginia) y una maestría en patología del habla y el lenguaje de la Universidad de Cincinnati. Trabaja en escuelas públicas, atendiendo a estudiantes de primaria y secundaria con impedimentos de habla y lenguaje y tambien a niños con otras discapacidades.

También le gusta escribir, especialmente sobre temas que ayudan a la gente a luchar y ganar la batalla contra los pecados, que él cree son la causa principal de la miseria. Es un apasionado en compartir los métodos de “cómo hacerlo” y los conocimientos que ha aprendido mientras pelea sus propias batallas para vencer el pecado y aprender del Dios de amor y sabiduría.

En su tiempo libre, disfruta viendo películas épicas de ciencia ficción. También le gusta el debate respetuoso de diferentes ideas, el jazz y el ritmo y los blues de los 70´s, escribir poesía y tratar de llevar alegría a la gente a través de la risa.

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