¿Qué lección podemos aprender del reciente tiroteo en el aeropuerto de Santiago de Chile?

La seguridad debe tener prioridad máxima, han advertido en Chile las autoridades y medios de comunicación, después un asalto frustrado a un avión, recién estacionado, con dinero, en el aeropuerto de Santiago. Pero hay una prioridad más importante sobre la cual nadie está comentando.

Imágen: captura Youtube/LatinaNoticias

El pasado 8 de marzo la sociedad chilena —y también la internacional— fueron testigos de un gran tiroteo en pleno aeropuerto de Santiago de Chile. Doce delincuentes voraces, a bordo de tres camionetas, derribaron un portón del terminal aéreo a las 8:20 de la mañana, para luego intentar asaltar un avión que acababa de aterrizar y que traía mucho dinero desde Estados Unidos. Sin embargo, el personal de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) reaccionó rápidamente y frustró el asalto en medio de un intercambio de disparos. Como consecuencia del tiroteo dos personas perdieron la vida.

Esta es la segunda vez en pocos meses, en la cual personas ávidas de dinero han provocado grandes asaltos dentro del aeropuerto de Santiago de Chile. La primera vez lograron robar varios millones de dólares. Esta segunda vez el asalto fue frustrado, costando algunas vidas humanas.

Un hecho de tal naturaleza no es común en Santiago de Chile. Por ello, la reacción de las autoridades no se ha hecho esperar. El presidente del país, Gabriel Boric, se ha pronunciado sobre lo ocurrido, resaltando la importancia de la seguridad de todos los chilenos. El mandatario ha calificado a la seguridad como prioritaria para su nación, señalando que: "cuando no hay seguridad, todo el resto tambalea". ¿Realmente todo tambalea sólo cuando falta seguridad social? ¿O existe algo más importante que merece tener nuestra máxima prioridad? ¿Qué nos dice la Biblia acerca de cuál debe ser nuestra mayor prioridad en la vida?

El enfoque físico sobre las riquezas

Un tesoro es algo que se considera muy valioso para una persona, por encima de muchas otras cosas, o en algunos casos por encima de todas las cosas. Puede considerarse, por lo tanto, como su máxima prioridad el tener dinero a cualquier costo.

En el caso de los doce delincuentes del aeropuerto en Santiago, el tesoro que buscaban eran 32 millones de dólares que venían en un avión. Su deseo por poseer esa cantidad de dinero ajeno fue tan grande que los motivó a arriesgar su vida.

Cualquiera de nosotros podría pensar que está muy lejos de tomar una decisión similar a la que eligieron estos hombres, movidos por la codicia. Aunque el dinero es un recurso útil en esta vida física, creo que nunca nos dejaríamos llevar tan lejos por el afán de hacer riquezas. Sin embargo, aunque esa es una aseveración fácil de hacer, el tema sobre cuál debe ser nuestra motivación para hacer tesoros en nuestra vida, no se agota allí.

Si usted quiere ampliar su perspectiva sobre lo que dice Dios en la Biblia acerca del dinero, le sugerimos explorar nuestra sección acerca de las Finanzas. Y si desea examinar con mayor profundidad sus motivaciones para hacer riquezas, le sugerimos leer nuestro artículo: “Codicia: décimo mandamiento”.

El enfoque espiritual acerca de las riquezas

La Palabra de Dios nos anima a trabajar de manera diligente para generar buenos frutos de toda nuestra labor. La Biblia nos ofrece muchos consejos acerca de cuál debe ser nuestro enfoque al desear obtener tesoros en la vida. Desear tener una vida acomodada, con bienes que nos permitan hacer nuestras actividades de manera más fácil, no es algo que prohíba la Biblia. Por el contrario, la Palabra de Dios nos anima a trabajar de manera diligente para generar buenos frutos de toda nuestra labor. Uno de esos frutos es el dinero que percibimos como ingreso y que luego podemos transformar en bienes útiles para nuestra vida. Sin embargo, la Biblia también nos advierte acerca de los peligros de fijar como prioridad en nuestra vida cualquier tesoro físico.

En Mateo 6:19-21, Jesús les dijo a sus discípulos: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla, ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón".

En el tiempo cuando Jesús habitó la Tierra, las prendas de vestir tenían mucho valor para las personas. Éstas eran tejidas totalmente a mano, por lo que elaborarlas implicaba mucho trabajo. Además, si la vestimenta que se comercializaba había sido transportada en barcos desde tierras lejanas, ésta aumentaba aún más su valor. Siendo así, tener varias opciones de ropa qué vestir, era una forma de medir la riqueza. Sin embargo, aunque alguien pudiese tener más de un vestido en aquella época, la naturaleza física de este preciado bien (la tela) lo hacía vulnerable a las polillas.

Aún si, lo más valioso para las personas no era su vestido, sino las monedas de metal precioso que representaban su dinero, éstas también podían corroerse y perder su valor. Además, las viviendas en Judea y Galilea no ofrecían ninguna garantía contra cualquier ladrón decidido que quisiera entrar a robar los tesoros escondidos en la casa.

Actualmente, existen otras formas de adquirir y también de perder la riqueza, pero los principios expuestos por Cristo siguen siendo válidos. Porque la temporalidad de las cosas materiales no ha cambiado en absoluto.

Entonces, si los tesoros físicos no pueden ofrecernos un verdadero valor que perdure para siempre, ¿qué otro camino tenemos por delante? ¿Qué quiso decir Jesús cuando nos mandó hacer tesoros en cielo?

Buscar hacer tesoros en el cielo

Los tesoros en el cielo son una riqueza que no puede ser consumida por la naturaleza, ni robada por hombres codiciosos, porque no son tesoros materiales.En Mateo 13:44-46, Jesús explicó más acerca de este tesoro en los cielos: “Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas que, habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró”.

En este pasaje se encuentran las famosas parábolas del “Tesoro escondido” y de “La perla de gran precio”. A través de estas historias Jesucristo nos enseña que el Reino de Dios es aquel tesoro en los cielos, el cual supera con creces todo lo que podamos poseer en esta vida física. Ambas parábolas nos dejan como gran lección que buscar este tesoro debe ser nuestra máxima prioridad en la vida.

Los tesoros en el cielo son una riqueza que no puede ser consumida por la naturaleza, ni robada por hombres codiciosos, porque no son tesoros materiales. Al ser éstos de naturaleza espiritual, son inmunes ante cualquier amenaza física. Además, su valor supera todas las riquezas físicas que podamos imaginar y no se agota con el tiempo, porque son eternas. Si desea profundizar en el significado del Reino de Dios, lea nuestro artículo: “¿Qué es el Reino de Dios?”.

Advertencia: ¡no persiga tesoros equivocados!

Al terminar Jesús su lección sobre los tesoros terrenales, él nos dio también una advertencia acerca de cuidar que nuestras prioridades se encuentren en orden: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21).

Las palabras de Jesucristo deben estar más presentes que nunca en nuestra mente por encima de la importancia de la seguridad social o el deseo de ganar mucho dinero. Si hacemos de nuestra búsqueda del Reino de Dios nuestra máxima prioridad, estaremos caminando hacia adquirir el tesoro correcto. Ésa es la gran lección que nos deja el tiroteo en el aeropuerto de Santiago de Chile.

Nuestro folleto El misterio del Reino puede ayudarle a encontrar, valorar y recibir este tesoro eterno.

Acerca del autor

Manuel Sánchez

Manuel Sánchez

Manuel Sánchez es miembro de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial, en Perú. Casado con Annika Peters. Tiene una hija pequeña, de nombre Amedea Sophie.

Es abogado de profesión. Trabaja como vendedor de productos naturales en Trujillo, impulsando su propio negocio.

Con su familia participa en la congregación de Trujillo de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial en Perú. Le gusta la lectura, el estudio relacionado con la historia universal y escribir.

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