La historia y la profecía bíblicas nos proveen de una perspectiva fundamental para entender los problemas de hoy y la esperanza de mañana.
El Medio Oriente ha sido una región de conflictos intensos y frecuentes por mucho tiempo. Las tensiones y las guerras van y vienen en tanto que los pueblos y los gobiernos intentan proteger sus tierras y a sus ciudadanos del maltrato de otros.
Durante el pasado siglo, hubo varios intentos de establecer la paz a esta problemática región, pero hasta ahora, ninguno ha tenido éxito.
En este artículo analizaremos cinco factores de la historia del Medio Oriente.
Estos cinco elementos son el contexto que usted necesita para entender la importancia de esta región del mundo, el actual conflicto entre árabes y judíos y la futura paz que se establecerá en esta área.
1. El Medio Oriente es el punto focal geográfico de Dios.
Una de las primeras cosas que debemos entender acerca del Medio Oriente es que no se trata de un territorio común y corriente. La Biblia revela que el Creador de toda la Tierra eligió esta parte del mundo como el lugar del nacimiento de la humanidad, donde los seres humanos fueron creados y comenzó la civilización.
De hecho, esta región se conoce como la cuna de la civilización. También se conoce como “la medialuna fértil” porque el corazón productivo de Medio Oriente es un área con forma de medialuna que se extiende desde el este del Mediterráneo hasta el Golfo Pérsico.
El Medio Oriente está en la intersección de tres continentes: Europa, Asia y África. Debido a su ubicación estratégica, grandes imperios se lo disputaron y, más adelante, lo hicieron entre religiones rivales.
Ésta es la tierra en donde Dios trabajó con los patriarcas bíblicos y permitió que sus descendientes establecieran el antiguo reino de Israel.
Y cuando llegó el momento de construir un templo, Dios personalmente escogió a Jerusalén para ello (2 Crónicas 6:5-6; 7:12). Luego de la construcción, Dios explicó: “ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre” (v. 16).
Jesús, el hijo de Dios, nació en Belén, al sur de Jerusalén. Nazaret, al norte, fue donde Jesús creció, y se movió entre esas ciudades durante su ministerio. Jerusalén fue el lugar en que nuestro Salvador fue crucificado y resucitado.
El Medio Oriente juega un papel central en las profecías bíblicas del tiempo del fin. La Biblia puede ayudarnos a entender los eventos actuales y lo que ocurrirá en el futuro.
Durante los siglos siguientes, los seguidores de las tres grandes religiones abrahámicas (el judaísmo, el cristianismo y el islam) han peleado por el territorio del Medio Oriente. Las tres consideran a Jerusalén una ciudad santa.
Desde el principio de la historia humana, el Medio Oriente ha sido el lugar central de la interacción de Dios con la humanidad. La profecía bíblica muestra que al final de la era de gobiernos humanos, esta parte del mundo también será un lugar importante de conflicto entre las naciones y el lugar al que Jesús regresará.
Cuando Cristo establezca el Reino de Dios en la Tierra, Jerusalén se convertirá en el centro de educación y paz para todo el mundo. Hablaremos más acerca de eso más adelante.
2. Los problemas del Medio Oriente provienen de conflictos familiares.
La rivalidad actual entre árabes y judíos es en gran medida la historia de conflictos entre los descendientes de una familia. Es una historia de ofensas y agravios que se extiende por siglos. Y es una disputa que, según la profecía, continuará hasta la segunda venida de Cristo.
El legado de esta familia comienza con un hombre llamado Taré, quien tenía tres hijos: Abram (más tarde llamado Abraham), Nacor y Harán.
Cuando Harán murió, su hijo Lot se quedó con su abuelo (Taré) y su tío (Abraham). Y cuando Abraham respondió el llamado de Dios de mudarse a Canaán, Lot fue con él. Sin embargo, eventualmente ambos prosperaron tanto que la tierra no podía sostenerlos a los dos y tuvieron que separarse (Génesis 13:6).
Lot y su familia terminaron en Sodoma. Pero cuando Dios decidió destruir esa ciudad, los sacó de ahí.
Las hijas de Lot tuvieron hijos que se convirtieron en los padres de las naciones de Moab y Amón, las cuales a menudo entrarían en guerra con los descendientes de Abraham.
También surgieron rivalidades dentro de la familia de Abraham. Aunque Dios les prometió a Abraham y Sara que tendrían un hijo cuyos descendientes se convertirían en una gran nación y heredarían la tierra donde vivían, ellos se impacientaron.
Por consejo de Sara, Abraham tuvo un hijo (Ismael) con la sierva de Sara, Agar. Pero este suceso generó una constante desconfianza entre Sara y Agar, hasta el punto en que Agar y su hijo Ismael finalmente fueron expulsasos de la familia. Esto ocurrió después de que Sara diera a luz a Isaac (el hijo que Dios había prometido) en su ancianidad. Ismael se convirtió en el padre de los árabes, y la hostilidad entre sus descendientes y los de Isaac (específicamente los israelitas) aumentó a través de los años.
Con el tiempo, los descendientes de Taré se relacionaron entre sí. Isaac se casó con Rebeca, una nieta del hermano de Abraham, Nacor (Génesis 24:1-4, 15). Isaac y Rebeca tuvieron mellizos, Esaú y Jacob, quienes peleaban desde el vientre. Ambos se convirtieron en padres de naciones y sus descendientes fueron enemigos (Génesis 25:23).
Los descendientes de Esaú se convirtieron en la nación de Edom (Génesis 36:1). Jacob (quien más tarde fue llamado Israel) tuvo 12 hijos cuyos descendientes fueron las 12 tribus de Israel. Estos dos pueblos también tuvieron conflictos frecuentes.
Además, el matrimonio de Esaú con una hija de Ismael (Génesis 28:9) unió a esas dos ramas de la familia de Abraham en su amarga enemistad con los descendientes de Jacob.
Estas antiguas envidias y disputas entre los descendientes de Abraham y sus parientes, generaron enemistades que son evidentes actualmente, entre muchos árabes y judíos.
3. La historia de Medio Oriente y los esfuerzos de unificación de los árabes.
Para entender al Medio Oriente en la actualidad, es útil conocer algo de la historia de los pueblos árabes y el islam.
En los siglos siguientes a su desarrollo como tribus y pueblos, los descendientes de Ismael vivieron en arabia, el norte de África y Levante Mediterráneo (el área que colinda con la costa este del Mar Mediterráneo). Llegaron a conocerse como árabes, junto con algunos de los descendientes de Esaú y Lot.
Aunque según la profecía estos serían pueblos independientes que pelearían entre sí (Génesis 16:12), todos compartirían su odio contra los descendientes de Israel.
En términos de religión, los árabes estaban divididos. Casi todos eran politeístas paganos que adoraban varios dioses asociados con las tierras que habitaban o los cuerpos celestes.
Pero el nacimiento de Mahoma en el año 570 d.C. comenzó a cambiar esa tendencia. Mahoma enseñó una religión llamada islam, la cual ganó aceptación rápidamente y les dio a los pueblos árabes una muy deseada oportunidad de unificación. Sin embargo, dentro del islam también se desarrollaron divisiones.
El Corán —el libro que contiene las visiones de Mahoma acerca de cómo vivir y sus correcciones personales de la Biblia cristiana— tiene algunas secciones que fomentan una convivencia pacífica con los no musulmanes y otras secciones que instan a la violencia contra ellos.
Actualmente, muchos musulmanes citan pasajes del Corán para defender las relaciones pacíficas, mientras que otros citan pasajes diferentes para justificar la guerra santa y sus actos brutales con el fin de impulsar el islam y destruir a sus supuestos enemigos.
Otro gran problema —la cuestión acerca de quién fue el sucesor legítimo de Mahoma— es la base del actual conflicto entre suníes y chiitas. La posición suní es que el suegro de Mahoma, Abu Bakr, era el sucesor designado. La posición chiita, que son la minoría, es que Mahoma nombró a su primo y yerno, Ali ibn Abi Talib, como sucesor.
Hoy en día, aproximadamente 90 por ciento de los musulmanes son suníes. Pero en los países musulmanes de Irán, Irak, Bahrain y Azerbaiyán, la mayoría es chiita. Irán, gobernado por una teocracia chiita, busca dominar el mundo musulmán y financia a terroristas a lo largo de la región.
Entender el énfasis que se hace en diferentes pasajes del Corán y la división suní-chiita nos permite comprender mejor los actuales conflictos y divisiones en el mundo musulmán.
4. El Medio Oriente y las profecías del tiempo del fin.
El Medio Oriente juega un papel central en las profecías bíblicas del tiempo del fin. La Biblia puede ayudarnos a entender los eventos actuales y lo que ocurrirá en el futuro.
En años recientes, ha habido algunos aciertos en los intentos de paz entre el estado de Israel y los países árabes. Por ejemplo, los Acuerdos de Camp David, firmados en 1978 por Israel y Egipto, además, el primero de los Acuerdos abrahámicos, firmado el 15 de septiembre del 2020, por Estados Unidos, Israel y los Emiratos Árabes, ofrecen esperanza. Sin embargo, la relación de Israel con estas naciones permanece tensa, así como con Irán y algunos otros países árabes, continúa siendo algo imposible de plantear.
Lamentablemente, las profecías del tiempo del fin indican que la “enemistad perpetua” (Ezequiel 35:5) de muchos países árabes contra Israel aumentará en el tiempo previo al regreso de Jesucristo.
Salmos 83 describe a un grupo conformado principalmente por países árabes comprometidos con el exterminio de la nación judía. “Han dicho: Venid, y destruyámoslos para que no sean nación, y no haya más memoria del nombre de Israel. Porque se confabulan de corazón a una, contra ti han hecho alianza” (Salmos 83:4-5).
Daniel 11 también habla de una probable coalición de naciones árabes en el tiempo del fin, liderada por un “rey del sur” que atacará al “rey del norte”, una restauración del Imperio Romano en Europa (v. 40). Luego, el rey del norte conquistará gran parte del Medio Oriente (vv. 41-43).
Poco después, el rey del norte participará en otra batalla, esta vez contra un gran ejército proveniente del norte y el este (v. 44; compare con Apocalipsis 9:16).
Finalmente, ejércitos de todo el mundo se juntarán en la Tierra Santa para pelear contra Jesucristo cuando regrese (Apocalipsis 16:14, 16; Zacarías 14:2-4).
Le invitamos a ver nuestro folleto El libro de Apocalipsis: la tormenta antes de la calma para más detalles acerca de estas profecías.
5. Un futuro de paz para el Medio Oriente.
El tiempo previo al regreso de Cristo será tan caótico que la existencia de la humanidad se verá amenazada. Jesús dijo que “si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo” (Mateo 24:22).
Afortunadamente, Dios intervendrá para salvarnos: “Yo me he vuelto a Jerusalén con misericordia… aún consolará el Eterno a Sion, y escogerá todavía a Jerusalén” (Zacarías 1:16-17). Cuando Jesús regrese, bajará al monte de los Olivos, en el lado este de Jerusalén (Hechos 1:9-12; Zacarías 14:4).
Después de que Cristo derrote a los ejércitos humanos que se unirán contra Él, “será rey sobre toda la tierra” (Zacarías 14:9) y le enseñará a todo el mundo su camino de paz (Isaías 2:3). Desde Jerusalén, Él “juzgará entre las naciones” y gobernará con “vara de hierro” (Isaías 2:4; Apocalipsis 12:5; 19:15).
Esto significa que Jesús solucionará todos los desacuerdos entre las naciones de forma justa y tendrá el poder para ejercer juicios justos sobre la Tierra.
Luego de que Satanás sea quitado y ya no pueda engañar a la gente (Apocalipsis 12:9; 20:1-3), la sabiduría y la bendición de escoger el camino de Dios serán evidentes.
Al describir este tiempo Jeremías escribió: “En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono del Eterno, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre del Eterno en Jerusalén; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón” (Jeremías 3:17).
A medida que los pueblos y las naciones comiencen a obedecer a Dios, experimentarán la paz verdadera. Como dice Isaías 32:17, “el efecto de la justicia será paz”.
Éste es un futuro maravilloso para el Medio Oriente y todos los pueblos y las naciones que respondan a las enseñanzas de Dios.