El monte del templo en Jerusalén tiene una antigua historia bíblica, que se remonta hasta el 1800 a.C., cuando Abraham, siendo probado por Dios, vino al monte Moriah para ofrecer a su hijo Isaac (Génesis 22:2, 12). Este sitio llegó a ser conocido como “el monte del Eterno” (v. 14).
Cuatrocientos años más tarde, Moisés se refirió a este sitio después de guiar a los israelitas fuera de Egipto (Éxodo 15:17). Cuatro siglos después, el rey David compró este sitio para que fuera el lugar del futuro templo (1 Crónicas 21:18-24; 2 Crónicas 3:1).
El primer y segundo templos
El primer y el segundo templos fueron erigidos en este sitio siguiendo la construcción de la plataforma de Salomón, con sus gigantescas piedras de los cimientos que nivelaron la superficie de la cima redonda de la montaña. El primer templo, dedicado alrededor del año 960 a.C., duró por cerca de 375 años hasta que fue destruido por la invasión final de Babilonia en el 586 a.C. (2 Crónicas 36:17-20). Todos los utensilios sagrados en el templo fueron llevados a Babilonia para destruir totalmente este sagrado sitio religioso de los israelitas (2 Crónicas 36:28; Daniel 5:2-4).
Un remanente de los judíos cautivos eventualmente regresó a Jerusalén para construir un segundo templo en el mismo lugar. Más de cuatro siglos después, Herodes el Grande reconstruyó y embelleció este segundo templo, y a este edificio fue que vino Jesús (Juan 2:20).
Para más detalles e información acerca de la historia bíblica del templo del monte, vea nuestro artículo en Vida, Esperanza y Verdad: “El monte del templo: su historia y el futuro”.
Después de que el segundo templo fuera destruido por los romanos en el año 70 d.C., el monte sobre el cual estaba continuó siendo un lugar vital en los eventos mundiales
Ambos templos estuvieron en el centro de los grandes conflictos globales entre los máximos poderes mundiales de su época. Y aún después de que el segundo templo fuera destruido por los romanos en el año 70 d.C., el monte sobre el cual estaba continuó siendo un lugar vital en los eventos mundiales.
Del año 70 d.C., hasta la conquista musulmana
Después de la revuelta judía en el año 135 d.C., los romanos prohibieron la entrada a los judíos y amenazaron de muerte a aquellos que intentaran entrar a la ciudad. Ellos le cambiaron el nombre a Jerusalén y le pusieron Aelia Capitolina, y así sería conocida los siguientes 200 años.
Para el 661 d.C., los musulmanes habían tomado el control de Jerusalén y el monte del templo. En 685 d.C., Abd al-Malik se convirtió en el comandante musulmán en Damasco y Jerusalén y soñaba con construir una mezquita, el Domo de la Roca, en el mismo lugar del templo de Salomón. El escritor Simon Sebag Montefiore describió la motivación del comandante musulmán en su libro Jerusalem: The Biography [Jerusalén: la biografía]: “Abd al-Malik estaba reconstruyendo el templo judío por verdadera revelación de Dios, Islam… después de que estuviera terminado en los años 691-692, Jerusalén nunca volvió a ser la misma” (p. 191).
Desde entonces, el monte del templo ha permanecido bajo el control de varios pueblos y estados musulmanes la mayor parte del tiempo.
Las cruzadas y el conflicto global
En 1095 el papa Urbano II exigió la conquista de Jerusalén por la Iglesia Católica. Como escribiera Montefiore: “Urbano creyó que la misión de su vida era la restauración del poder y la reputación de la Iglesia Católica” (p. 218).
En el verano de 1099 la primera de las cruzadas capturó a Jerusalén y el templo del monte de los musulmanes. La matanza consiguiente entre musulmanes y judíos en Jerusalén en nombre del cristianismo fue absolutamente espantosa. Las personas fueron decapitadas y cercenadas sus extremidades, y fueron tiradas en las calles.
Montefiore escribió que los cruzados “Lucharon en su camino hacia el domo… ellos se deslizaron en sangre hasta sus bridas...” (p. 222). Éste es un reminiscente de la descripción que la Biblia hace de una época futura en que la sangre correrá hasta “los frenos de los caballos” en el valle de Josafat en Jerusalén, a la segunda venida de Jesucristo (Joel 3:12-14; Apocalipsis 14:20).
Jerusalén y el templo del monte continuaron siendo el centro del conflicto entre los cruzados católicos y los musulmanes por los siguientes 200 años.
De las cruzadas a los otomanos
A comienzos del siglo XIV un nuevo poder político entró en escena porque los turcos musulmanes otomanos tomaron control de Jerusalén y el monte del templo y lo mantuvieron por 450 años hasta el final de la Primera Guerra Mundial.
Su gobernante más importante fue Solimán el Magnífico (1520-1566) quien tuvo un impacto duradero en el monte del templo. Conocido por muchos eruditos musulmanes como “el segundo Salomón”, Solimán reconstruyó y selló la puerta de oro o la puerta oriental del monte del templo que sale al monte de los Olivos.
Esta puerta permanecerá cerrada la mayor parte del tiempo hasta que Cristo pose sus pies en el monte de los olivos (Zacarías 14:4; Hechos 1:9-12).
El estado judío
El 2 de noviembre de 1917, el ministro de asuntos exteriores de Inglaterra, Arthur James Balfour, firmó la famosa declaración de Balfour que ordenaba un territorio judío en Palestina. La idea enfrentó una gran oposición de los árabes y el gobierno británico en los siguientes 30 años, pero el 14 de mayo de 1948 David Ben-Gurión, el primer ministro de Israel, decretó el establecimiento del estado de Israel.
Israel ganó la intensa guerra que se desató inmediatamente después, pero la antigua ciudad de Jerusalén y el monte del templo permanecieron en manos del reino hashemita de Jordania.
El epicentro del conflicto global del tiempo del fin
Después de capturar la antigua ciudad de Jerusalén y el monte del templo en la Guerra de los Seis Días en junio de 1967, Israel dejó la administración del control del monte del templo a los musulmanes en tanto que mantenía su control militar. Pero el conflicto, la controversia y la tensión continúan en ebullición hasta el día de hoy.
Zacarías profetizó acerca de este conflicto en “los postreros días” sobre Israel y Jerusalén que incluiría el monte del templo. “He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén. Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella” (Zacarías 12:2-3).
Estas escrituras que señalan al estado judío en lo que la Biblia llama “los tiempos del fin”, muestran que Jerusalén, con su monte del templo, será como una “piedra pesada a todos los pueblos” porque diferentes “pueblos” y naciones continuamente lucharán por controlarla.
Jesús predijo el conflicto global en el monte del templo
Antes de la Pascua en la primavera del 31 d.C., Jesús habló a sus discípulos desde el monte de los Olivos acerca del futuro del templo. Él predijo que sería totalmente destruido, lo que ocurrió casi 40 años después en el año 70 d.C. (Mateo 24:1-2).
En el relato de Lucas de esta profecía Jesús habló de Jerusalén siendo rodeada por ejércitos “para que se cumplan todas las cosas que están escritas [Profecías del Antiguo Testamento]… y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan” (Lucas 21:22-24).
Muchos judíos fueron sacrificados en el levantamiento que terminó con la destrucción del templo en el año 70 d.C., pero los sobrevivientes no fueron “llevados cautivos a todas las naciones”. Por lo tanto, esta declaración indica que todavía hay una invasión masiva de Jerusalén que debe cumplirse en el futuro antes de que Cristo regrese.
Jesús dijo que esta futura invasión conducirá a que se instale “en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel” (Mateo 24:15).
Como Jesús les señalara claramente a sus discípulos, Jerusalén y el monte del templo continuarán siendo el epicentro del conflicto global hasta su segunda venida.
Finalmente, la paz vendrá
Después de miles de años de conflicto global, la paz vendrá a Jerusalén y al monte del templo, cuando Jesús asiente sus pies en el monte de los Olivos y se convierta en “rey sobre toda la tierra” (Zacarías 14:4, 9).
Una de las obras que darán comienzo a esa época de paz será la construcción de un nuevo complejo del templo, que incluirá un nuevo templo aún más maravilloso que cualquier otro del pasado (Ezequiel 43:1-7).
La fiesta anual de Tabernáculos, que Jesús guardó durante su ministerio (Juan 7:37-39), estará centrada en el monte del templo donde Jesús morará en esta Tierra (Zacarías 14:16-19). El mundo entonces comprenderá la belleza que encierra la participación en esta maravillosa fiesta, la cual representa los mil años de reinado de Jesucristo y sus santos en esta Tierra (Apocalipsis 20:4), y adorarán al Príncipe de paz, el Rey de Reyes. D
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