Paz en el Medio Oriente

Eventualmente se establecerá la paz en esta región tan conflictiva, pero no de la manera que muchos están esperando. ¿Qué dice la Biblia de la paz en el Medio Oriente?

La tensión actual en el Medio Oriente se remonta hasta la fundación del Estado de Israel en mayo de 1948. Cuando se terminó el mandato británico de Palestina, el nuevo estado declaró su independencia el 14 de mayo y empezó a regir a partir del 15 de mayo. La única nación con mayoría-judía en el mundo fue atacada inmediatamente por ejércitos árabes vecinos. Israel sobrevivió a esa primera guerra y desde entonces ha peleado unas cuantas más con sus vecinos árabes, anexando y agregando territorio durante este proceso.

De alguna manera, el Estado moderno de Israel es un gran éxito. A nivel gubernamental es una democracia representativa y sus ciudadanos tienen el mejor nivel de vida del Medio Oriente (Índice de desarrollo de las Naciones Unidas). Además, la Organización Mundial de la Salud reportó que los israelíes tienen una de las expectativas de vida más altas del mundo. Sin embargo existe una extraña ironía en las largas vidas que los ciudadanos israelíes viven.

A pesar de la cantidad de bendiciones con las que cuenta el Estado moderno de Israel, sus ciudadanos viven bajo amenaza constante de guerra. Aunque Israel tiene tratados de paz con Egipto y Jordania, las animadversiones de vieja data con los árabes en otras naciones vecinas, parecen debilitar los esfuerzos por la paz en la región. Para entender la explicación bíblica de este odio mantenido durante tanto tiempo, vea nuestro artículo “El conflicto del Medio Oriente”.

Los esfuerzos por la paz

La ausencia de la paz en el Medio Oriente no es por falta de intentos. Muchas naciones, incluyendo los EE. UU., han intentado ayudar para negociar la paz. En la Cumbre de Paz de Camp David en el 2000, el presidente de los EE. UU., Bill Clinton, trató de ayudar a negociar un tratado de paz entre Israel y Palestina. Durante las negociaciones, Ehud Barak de Israel ofreció un plan para establecer un estado palestino, pero el presidente palestino, Yasser Arafat, lo rechazó.

Desde el fracaso por lograr la paz en Camp David, se han producido lanzamientos de cohetes, secuestros de soldados y ataques en represalia entre Israel y sus principales enemigos en Gaza, Siria y el Líbano. Mientras se escribe este artículo, Israel y sus vecinos están en medio de un cese al fuego muy frágil. Cuando las tensiones y las acciones militares estallan, la tendencia ha sido que los bandos contrarios simplemente declaran un cese al fuego en lugar de negociar un tratado de paz.

Uno de los asuntos más preocupantes en los últimos tiempos es el programa nuclear de Irán. Los líderes iraníes han declarado abiertamente su derecho y deseo de desarrollar tecnología nuclear. Asimismo han manifestado su intención de usar dicha tecnología en contra de Israel. Bajo estas circunstancias, Israel ha urgido a las Naciones Unidas para que tome medidas en contra del programa nuclear de Irán.

En la memoria de muchas personas está presente el momento en que la fuerza aérea israelí destruyó un reactor nuclear sirio el 6 de Septiembre de 2007, temiendo que fuera el primer paso de Siria hacia una bomba nuclear. Actualmente Israel manifiesta que se reserva el derecho de hacer lo mismo frente a Irán con el fin de proteger a sus ciudadanos, en caso de que las Naciones Unidas fracasen en su intento de disuadir a Irán para que renuncie a las ambiciones de una bomba nuclear.

¿Qué predice la Biblia?

Tratar de lograr la paz es siempre la esperanza piadosa. Como dijo Cristo: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9). Aun así, todos los esfuerzos humanos para lograr la paz en el Medio Oriente están condenados al fracaso. Veamos unas profecías que nos muestran que así es.

Refiriéndose a los últimos tiempos, Dios, por medio del profeta Zacarías, dijo: “He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén. Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella” (Zacarías 12:2-3). Esta profecía de “largo-alcance” tiene implicaciones para este momento y para el futuro.

Primero, indica que las tensiones en el Medio Oriente van a continuar hasta el regreso de Cristo. Segundo, habla de Jerusalén convirtiéndose en “piedra pesada” para prácticamente todo el mundo —un problema del cual todos querrán deshacerse para su detrimento y derrota final. Esto va a suceder cuando todas las naciones se reúnan para pelear contra Cristo cuando regrese a establecer el Reino de Dios en la Tierra (Lucas 21:20; Apocalipsis 19:19).

Continuando con la profecía sobre Jerusalén por medio de Zacarías, Dios dijo: “He aquí, el día del Eterno viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, más el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. Después saldrá el Eterno y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla” (Zacarías 14:1-3).

La batalla tendrá una disparidad espantosa —seres humanos contra Dios. La “bestia” [el líder humano al que le será dada autoridad sobre toda nación (Apocalipsis 13:7), los reyes de la Tierra y sus ejércitos” se reunirán para pelear en contra de Cristo (Apocalipsis 19:4, también lea Apocalipsis 17:12-14). Cristo y sus ejércitos celestiales (Apocalipsis 19:14) prevalecerán rápidamente. La bestia y el falso profeta van a ser “lanzados vivos dentro de un lago de fuego” y los ejércitos que lucharon contra Cristo serán destruidos (vv. 20-21).

El conocimiento que conduce a la paz

Con toda la oposición destruida, Jesucristo va a empezar a establecer el Reino de Dios a lo largo de toda la tierra. Una de las primeras cosas que va a hacer es atar a Satanás el diablo—el mal, el espíritu responsable de engañar al “mundo entero”—por 1.000 años (Apocalipsis 12:9; 20:1-2).

Después de que Satanás sea restringido, Dios le va a asignar a las personas que se levantaron en la primera resurrección, la labor de enseñar a la gente “con ciencia y con inteligencia” (Jeremías 3:15). A su tiempo “la tierra será llena del conocimiento de la gloria del Eterno, como las aguas cubren el mar” (Habacuc 2:14).

Con Satanás encadenado y sin poder engañar a la gente, el camino de Dios va a tener sentido y va a ser aceptado rápidamente por los habitantes de la Tierra. Describiendo este momento, Dios dijo: “Así ha dicho el Eterno de los ejércitos: Aún vendrán pueblos, y habitantes de muchas ciudades… Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar al Eterno de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor del Eterno” (Zacarías 8:20,22). La paz vendrá a medida que la gente empiece a buscar sinceramente a Dios y a obedecerlo.

Paz, gloriosa paz

La paz que vendrá sobre los habitantes de la Tierra cuando comiencen a buscar a Dios va a ser tan poderosa que va a disolver cualquier enemistad étnica. Cuando las personas humildemente reconozcan que han pecado y que necesitan ser perdonados por la gracia de Dios, va a ser más fácil que perdonen a aquellos que pecaron contra ellos.

Démonos cuenta de la paz tan maravillosa que traerá la búsqueda de Dios por parte de tantas personas. A través de Zacarías, Dios continúa diciendo: “Así ha dicho el Eterno de los ejércitos: En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros” (v. 23).

En lugar de permitir que los problemas étnicos los mantengan separados, la gente se unirá con los judíos para alabar a Dios. Entonces vendrá de parte de Dios una bendición: “Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad” (Isaías 19:25).

La paz que Dios les prometió a los antiguos israelitas si hubieran obedecido su ley, ahora vendrá sobre todos aquellos que le obedezcan. “Y yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y haré quitar de vuestra tierra las malas bestias, y la espada no pasará por vuestro país” (Levítico 26:6). Anticipando este futuro tan maravilloso David escribió: “Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de paz” (Salmos 37:11).

Con Cristo —“el príncipe de la paz”— gobernando la Tierra, la paz que va a envolver nuestro planeta “no tendrá limite” (Isaías 9:6-7). Como escribió Isaías lleno de esperanza: “Eterno, tú nos darás paz” (Isaías 26:12). A medida que cada persona individualmente obedezca a Dios, irá disfrutando de paz. “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (v. 3).

¿Qué podemos hacer nosotros?

Aunque en general la humanidad no conoce actualmente “el camino de la paz” (Isaías 59:8) y las guerras van a continuar e irán aumentando antes de que Cristo regrese (Mateo 24:6-7), los fieles seguidores de Cristo pueden tener paz mental en este momento. Esta paz puede venir sobre nosotros de la misma manera que vendrá sobre la gente cuando Cristo regrese —a través de la obediencia de la ley de Dios.

Antes de ser crucificado, Jesús les explicó este concepto a sus discípulos diciéndoles: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). La paz es un fruto del Espíritu Santo, un regalo de Dios que podemos recibir después del arrepentimiento de nuestros pecados y el bautismo (Gálatas 5:22; Hechos 2:38).

Además de entrar en una relación de pacto con Dios a través del bautismo, Cristo nos manda a que oremos para que venga el Reino de Dios (Mateo 6:9-10). Como ya vimos, el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra es lo que finalmente traerá la paz al Medio Oriente y al mundo.

Cuando el rey David le pidió a las personas: “Pedid por la paz de Jerusalén” (Salmos 122:6), es algo muy parecido a la instrucción de Jesucristo de pedir que “venga tu reino” (Mateo 6:10), la paz duradera no vendrá a esta ciudad antigua hasta que no regrese el Rey de Reyes y Señor de Señores. Para ayudarle a prepararse y ser parte de este tiempo de paz venidero, vea los artículos en la sección: “Conversión cristiana”.

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