El profeta Elías exhortó a las personas del antiguo Israel para que se volvieran del pecado y regresaran al Dios verdadero. Su mensaje es tan importante para nosotros hoy como lo fue para ellos.
Habían trascurrido casi cien años en el antiguo Israel desde la época del rey David, quien había fijado un alto estándar de fidelidad e integridad al servir al único Dios verdadero. Ahora, un rey malvado llamado Acab hizo más para provocar la ira de Dios que todo lo que los reyes de Israel que habían sido antes de él, habían hecho (1 Reyes 16:33). La fecha era alrededor del año 870 a.C.
La apostasía durante el reinado de Acab fue el resultado de muchos años de reyes corruptos y una maldad que se incrementaba, hasta que la maldad rebosó la tierra. La mayoría de personas había cedido a Satanás y sus demonios y se había dedicado a la adoración de los dioses canaanitas Baal y Astarté. Sin embargo, a pesar de esta situación, Dios había afirmado que existían 7.000 personas en Israel que no habían adorado a Baal durante esa época tan perversa (1 Reyes 19:18).
Anteriormente, Dios había enviado advertencias y esperado pacientemente a que su pueblo se apartara de las influencias paganas que lo rodeaban y regresaran a la adoración verdadera (1 Reyes 14:6-16). Ahora, Dios iba a traer un castigo severo sobre la nación, para moverla a la acción.
Dios explica: “Porque no hará nada el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas” (Amos 3:7). Para anunciar el castigo y la advertencia a la nación acerca de la necesidad de cambiar sus caminos, Dios envió un mensajero, Elías el profeta.
El primer milagro de Elías
Elías se menciona primero en las Escrituras cuando le declara al rey Acab que inmediatamente iba a comenzar una gran sequía para probar a Israel y a sus líderes. “Elías… dijo a Acab: Vive el Eterno Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra” (1 Reyes 17:1).
Retener la lluvia por tres años y medio, fue el primer milagro que Dios hizo por medio del profeta. Esto traería una gran hambruna en todo el reino. El propósito de este castigo era traer a la nación al arrepentimiento de su idolatría. Aunque no era placentero, Elías entendió a cabalidad los positivos efectos de este castigo, si Israel se arrepintiera de sus pecados. Dios siempre determina la magnitud y la duración del castigo que Él trae; y en este caso, Él hizo que Elías pidiera para que finalizara la lluvia y más adelante para que nuevamente comenzara.
Elías: la persona
Dios escogió a este hombre de las regiones desérticas, para que fuera delante de reyes, llevándoles el mensaje de advertencia y arrepentimiento. Elías tisbita, de Gilead, era un hombre como cualquiera de nosotros —un hombre parecido, con sueños, esperanzas, debilidades y flaquezas, pero también un hombre con gran fe en Dios. Elías era un profeta directo, franco, de Dios. Al hablar las profecías de Dios, él se granjeo varios enemigos fieros, pero sus enemigos no pudieron derrotarlo.
Más adelante, el apóstol Santiago habló de la fe de Elías, diciendo: “Elías era un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto” (Santiago 5:17-18).
Elías es escogido por Dios
Como muchos otros profetas, Elías no buscó ser mensajero de Dios. En vez de ello, Dios lo escogió a él para el trabajo. Una vez fue llamado, Elías no vaciló en aceptar su misión, aunque parecía que su vida sería amenazada por el perverso rey. Elías fue enviado una vez a la ciudad capital de Samaria para dar el anuncio al rey Acab. Luego, Dios envió a Elías a esconderse a medida que la sequía se manifestaba, se secaban las fuentes de agua y se perdían las cosechas de la nación (1 Reyes 17:7-15; 1 Reyes 18:1).
Los profetas de Baal fueron humillados cuando ellos no pudieron invocar sus dioses paganos para terminar la sequía y traer la tan necesaria lluvia sobre la tierra. El rey Acab y sus oficiales estaban furiosos con Elías, pensando que él era la causa de tanto sufrimiento en Israel; y enviaron a capturarlo a tierras extranjeras (1 Reyes 18:10).
Finalmente, el profeta fue inspirado por Dios para que volviera nuevamente delante de la presencia del rey Acab: “Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? Y él respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos del Eterno, y siguiendo a los baales” (1 Reyes 18:17-19).
La confrontación en el Monte Carmelo
El milagro público más grande de Elías se dio en medio de un concurso con 450 profetas de Baal y los 400 profetas de Asera en el Monte Carmelo. Elías invitó todos estos falsos profetas y a todo Israel para una demostración que probaría que Baal no tenía ningún poder frente al Dios de Israel. El resultado demostraría quién servía al Dios verdadero (1 Reyes 18:19-40).
Para mostrar el poder de Dios, Elías le dijo a la multitud: “Solo yo he quedado profeta del Eterno; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres” (1 Reyes 18:22). Elías continuó: “¿Hasta cuándo claudicaréis entre dos pensamientos? Si el Eterno es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” (1 Reyes 18.21). Ese día Dios les demostraría de una forma convincente que Él era el único Dios verdadero de Israel.
El concurso comenzó. A lo largo del día, los falsos profetas clamaron a su dios para que enviara fuego y consumiera el sacrificio de animales —pero no hubo respuesta.
Al final del día, Elías llamó al Dios de Israel para que enviara fuego que consumiera el sacrificio que él había preparado. Dios respondió la oración de Elías. En un momento, miles fueron testigos del fuego que provino del cielo y consumió el holocausto, toda el agua en la zanja y la leña humedecida, quemando aun las piedras.
Elías dejó al descubierto el engaño de los falsos profetas de Baal y finalmente los corazones de los israelitas quedaron convencidos de que sólo el Dios de Israel podría hacer este milagro. Elías luego ordenó que los falsos profetas fueran ejecutados (1 Reyes 18:36-40). Luego, el Espíritu de Dios movió a Elías para que orara para que hubiera lluvia y finalizara así la terrible sequía (1 Reyes 18:42-45; Santiago 5:18).
(Si desea aprender más acerca de lo que Dios dice acerca de los falsos profetas, lea en este sitio nuestro artículo: Falsos profetas. Si desea entender cómo y por qué Dios trabaja por medio de sus profetas, lea el artículo: Profetas de la Biblia.)
Los profetas de Dios son odiados
Cuando los falsos profetas de Baal estaban muertos, Elías fue amenazado de muerte por Jezabel, la perversa esposa del rey Acab. Como reina de Israel, ella había introducido la adoración de su dios Baal en la nación, influenciado al Rey Acab para adorar a Baal y poner los ídolos en Israel (1 Reyes 16:31; 1 Reyes 21:25-26). Los profetas de Dios que traen mensajes de advertencia son odiados con frecuencia y acusados de ser la causa de dicho sufrimiento. Jezabel y los falsos profetas de Baal odiaban a Elías, y ellos no escatimaban esfuerzos para prenderlo.
En un momento de debilidad humana, Elías se sintió profundamente desanimado, pero nuevamente Dios lo reafirmó y lo mandó otra vez a enfrentarse con el rey Acab. Elías debía entregar el mensaje de que Acab y Jezabel sufrirían una muerte humillante por todas las obras malas que no habían querido reconocer ni arrepentirse de ellas (1 Reyes 21:20-24).
La historia se repite
El mundo en la actualidad todavía tiene Acabs y Jezabeles. La era actual también tiene su idolatría, aunque puede ser más sutil que en la época de Elías.
Los santuarios de adoración pagana tal vez no sean tan visibles en una sociedad que profesa el cristianismo, y tal vez haya pocas imágenes esculpidas que las personas adoren realmente, sin embargo millones de personas siguen los dioses de este mundo. Los ídolos actuales pueden ser la riqueza, la fama, el placer y las fábulas que suenan bien y ocupan los corazones y las mentes de muchos que no quieren o no están interesados en aprender acerca de Dios.
El Elías de los tiempos del fin
La profecía de la Biblia pareciera señalar que habrá otro Elías, u otra obra de Elías que surgirá en el fin de los tiempos antes de la época profetizada de la gran ira de Dios, que vendrá sobre la tierra. El profeta Malaquías declaró: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día del Eterno, grande y terrible” (Malaquías 4:5-6).
Similar a la forma en que Juan el Bautista vino, “en el espíritu y el poder de Elías” (Lucas 1:17), este cumplimiento de los tiempos del fin, es una comisión muy parecida a la primera del profeta Elías.
Lo que Dios quiere hoy
Podemos aprender acerca del mensaje del último Elías si estudiamos la misión de Juan el Bautista. Gabriel trajo un mensaje de Dios, diciendo que el profeta vendría para anunciar que Jesús era el Cristo, el Mesías tan largamente esperado. Juan el Bautista era ese profeta, y Jesús declaró que Juan era una figura parecida a Elías, en adición al que vendría después (Mateo 11:14; Mateo 17:12).
El ángel declaró la misión de Juan: “Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” (Lucas 1:16-17).
Los mensajes de Elías y de otros profetas del Antiguo Testamento juegan un papel importante en el establecimiento de la Iglesia del Nuevo Testamento. Pablo les dijo a los miembros de la Iglesia del primer siglo que ellos eran parte del templo de Dios: “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2:20, énfasis añadido).
En el tiempo del fin, justo antes del gran y poderoso día de la ira de Dios, al mundo nuevamente le será dado el mismo mensaje que fue predicado por Elías el profeta. Como lo vimos, Malaquías 4:5-6 parece indicar que una persona como Elías o una obra, será hecha antes del regreso de Cristo. Aún más, a medida que el mundo entre en este período de juicio, a dos testigos les será dado poder para detener la lluvia por espacio de tres años y medio —esta vez en todas las naciones.
Cristo dice: “Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio… Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran” (Apocalipsis 11:3, 6).
A Dios no le agrada enviar estos juicios, y las naciones desobedientes necesitarán que les recuerden el propósito que Dios tiene para ellas: “¿Quiero yo la muerte del impío? Dice el Eterno el Señor. ¿No vivirá si se apartare de sus caminos?” (Ezequiel 18:23; ver además Ezequiel 33:11).
El mensaje de los dos testigos será nuevamente el mismo de Juan el Bautista. Será un llamado al arrepentimiento y a la preparación de las personas para la segunda venida de Cristo. No deje de leer más acerca del papel de estos dos profetas en nuestro artículo “Los dos testigos”. También puede leer el artículo: “¿Qué es el arrepentimiento?”.
Elías es considerado uno de los profetas más importantes del Antiguo Testamento. Él llevó a cabo fielmente la misión de Dios a pesar de enfrentar el peligro y las dificultades. Él era la voz singular de “alguien que clama en el desierto” para reprender el pecado en la tierra y descubrir a los falsos profetas y a la falsa religión de su época.
En la época de Elías comenzó un reavivamiento de la verdadera adoración. No deje de leer nuestro artículo “El profeta Eliseo”, que muestra cómo Dios continuó el camino que tenía para su pueblo por medio del siguiente profeta enviado a Israel. Toda la vida de Elías estuvo dedicada a la labor de restauración de la verdadera adoración en Israel. Su advertencia de que el pueblo de Dios lo sirve fielmente con todo su corazón, todavía es importante para nosotros en la actualidad.