Samuel sirvió fielmente a Dios y a la nación de Israel durante la época de transición cuando Israel pasó de ser un gobierno de jueces a un gobierno de reyes. ¿Qué podemos aprender de su liderazgo?
Hacia el final de la época de los jueces de Israel —un período que se extendió aproximadamente 300 años entre Josué y el rey Saúl— Dios comenzó a preparar a un niño que tendría grandes habilidades de liderazgo y firmeza espiritual para juzgar a Israel. Después que Samuel comenzó a servir como juez, él continuó sirviendo en este cargo “todo el tiempo que vivió” (1 Samuel 7:15). Samuel también sirvió como maestro y profeta.
El nacimiento de Samuel: una oración contestada
La historia de la vida de Samuel comienza con la conmovedora escena de Ana, esposa de Elcana, orando a Dios en el tabernáculo de Silo. Aquí vemos a Ana suplicándole a Dios que le permitiera tener un hijo porque era estéril. Elcana era un levita de la región de Efraín. Su otra esposa, Penina, tenía varios hijos, y por esta razón atormentaba a Ana sin cesar (1 Samuel1:4-6, 10).
Ana le hizo un juramento a Dios que, si le permitía tener un hijo, ella daría al niño al servicio de Dios todos los días de su vida (v. 11). Pasó algún tiempo y Dios respondió la oración de Ana. Ella concibió y dio a luz a un hijo, y le dio por nombre Samuel, diciendo: “Por cuanto lo pedí al Eterno” (v. 20).
La primera revelación de Dios a Samuel
Después de que Samuel fuera destetado de su madre, fue puesto bajo el cuidado y entrenamiento de Elí, el sacerdote y juez de Israel en ese tiempo (1 Samuel 1:9; 4:18). Además de enseñar a Samuel acerca de Dios y sus instrucciones, Elí le dio al joven Samuel tareas ligeras en el tabernáculo, tales como abrir sus puertas (1 Samuel 2:18; 3:15).
Cuando Samuel todavía era un niño Dios comenzó a hablarle. El primer mensaje de Dios a Samuel fue bastante sobrio, y tenía que transmitírselo a Elí, el líder ya anciano de Israel. Samuel tenía que comunicarle a Elí el castigo de Dios acerca de sus dos hijos, Ofni y Finees, que abusaban de su autoridad sacerdotal sobre el pueblo y profanaban las ofrendas de sacrificio (1 Samuel 2:27-34; 3:2-18).
Dios también reprendió severamente a Elí por su tolerancia ante el comportamiento de sus hijos. Debido a la falta de respeto que le mostraban a Dios, Dios le dijo a Elí que sus descendientes morirían en “la edad viril” y que elegiría a otra familia para servir en la línea sacerdotal (1 Samuel 2:33-35). La profecía —”Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma… y andará delante de mi ungido todos los días” (v. 35)— aparentemente se refería a Sadoc (1 Reyes 2:27, 35).
El rol de Samuel como profeta
A medida que Samuel crecía y comunicaba fielmente los mensajes de Dios, era evidente que Dios estaba trabajando a través de él. “Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta del Eterno” (1 Samuel 3:20, énfasis añadido). Samuel también era conocido como “el vidente” (1 Crónicas 9:22), otro nombre para referirse a un profeta. Un vidente se refería a alguien que ve, es decir, aquel que recibe la revelación de Dios.
El pueblo de Israel consultaba a Samuel acerca de temas difíciles (1 Samuel 9:6-10), y los ancianos temblaban ante él como representante de la autoridad de Dios (1 Samuel 12:18; 16:4-5). Debido a su gran preocupación por la nación, Samuel en ocasiones clamaba a Dios en profunda oración intercediendo por ellos (1 Samuel 7:7-8; 15:11).
El rol de Samuel como maestro
Aunque el registro bíblico es limitado, al parecer Samuel fundó un centro o escuela en Ramá para capacitar a jóvenes en el servicio profético (Pulpit Commentary [Comentario Pulpit], 1 Samuel 19:18-19). Más tarde, durante la época de Elías y Eliseo, existían escuelas en Bet-el y Jericó (y posiblemente Gilgal) donde estos hombres estudiosos eran llamados “hijos de los profetas” (2 Reyes 2:1-7, 15; 4:38).
La capacitación de estos líderes religiosos ayudaba a luchar contra la corrupción, y protegía a la nación proveyendo hombres capaces para actuar como líderes y consejeros en el temor de Dios. “Los profetas hablaban la palabra de Dios. Su trabajo más importante era ser portavoces que llamaban al pueblo a obedecer a Dios”(Holman Bible Dictionary [Diccionario de la Biblia de Holman], “Profeta”).
A veces Dios daba a sus profetas deberes adicionales, como ungir a futuros reyes y trabajar con ellos. Dios utilizó a Samuel como instrumento para ungir a los dos primeros reyes físicos de Israel, Saúl y luego David (1 Samuel 9:15-16; 16:1). Samuel cuidó de Saúl y fue su guía en los primeros años de su reinado (1 Samuel 9:25; 10:25). Más tarde, cuando Saúl se excedió en su autoridad como rey, haciendo caso omiso de los mandamientos de Dios, Dios le comunicó a Saúl por medio de Samuel que había sido rechazado como rey sobre Israel (1 Samuel 15:26).
Entonces Dios envió a Samuel a ungir al joven David para que fuera el próximo rey de Israel. Durante varios años David estuvo cerca de Samuel, pudiendo aprender de su liderazgo y experiencia (1 Samuel 19:18).
El rol de Samuel como juez
Otro de los roles de liderazgo de Samuel fue ser el juez principal de Israel después de que Elí, su predecesor, muriera.
Mucho antes, en la época de Moisés, Dios había establecido el cargo de juez. Moisés sirvió como juez de Israel, decidiendo casos entre el pueblo, y enseñando los estatutos de Dios (Éxodo 18:16; Números 11:16). Bajo este sistema, había un juez principal, y también se nombraban jueces locales para ejercer en las ciudades de Israel (Éxodo 18:21-22).
Durante el período de los jueces, un juez a menudo era alguien que había ganado batallas militares o era un libertador que Dios había nombrado para asegurar victorias sobre los enemigos de Israel. Algunos de los jueces militares más conocidos fueron Josué, Gedeón, Débora y Sansón.
El papel de Samuel como juez fue más general, ya que Dios lo había seleccionado cuidadosamente por su integridad y habilidad para decidir casos legales entre el pueblo. Como juez, Samuel se centró en enseñar y administrar justicia (Holman Bible Dictionary [Diccionario de la Biblia de Holman], “Juez”).
Samuel hace un llamado al pueblo al arrepentimiento
Un principio que se repite una y otra vez en el período de los jueces es evidente cuando Samuel suplica al pueblo de Israel que dejen sus falsos ídolos, que sean fieles y que vuelvan su corazón a Dios. Muchas veces, los israelitas de la antigüedad abandonaban a su único y verdadero Protector y Proveedor hasta que se veían enfrentados a una crisis y Dios los rescataba.
En una ocasión, los filisteos atacaron Israel, y 30.000 soldados israelitas murieron (1 Samuel 4:10). Posteriormente, Dios permitió que el objeto más santo en todo Israel, el Arca de la Alianza, fuera tomada por los filisteos (1 Samuel 4:11).
Luego Samuel les aconsejó: “Si de todo vuestro corazón os volvéis al Eterno, quitad los dioses ajenos y a Astarot [deidad de los cananeos] de entre vosotros, y preparad vuestro corazón al Eterno, y sólo a él servid, y os librará de la mano de los filisteos” (1 Samuel 7:3). Sólo entonces Dios aseguraría su tierra y los protegería de sus enemigos.
Samuel reunió al pueblo, y ayunaron ese día, arrepintiéndose de sus pecados. Entonces Samuel oró en representación de todo el pueblo.
Como resultado de su arrepentimiento, Dios les dio una victoria milagrosa sobre el enemigo (1 Samuel 7:5-6, 9-10).
Este principio también es valedero hoy para cualquier nación que de todo corazón se vuelva al único Dios verdadero. Para un estudio más profundo, vea los artículos “Idolatría” y “Arrepentimiento”.
El ejemplo de Samuel
Samuel trabajó toda su vida por el bienestar de su pueblo y sirvió en su cargo como el último juez de Israel antes que el pueblo pidiera un rey. El registro bíblico muestra que, aunque hubo batallas y algunas pérdidas en el ejército de Israel, en general, la nación sobrevivió y floreció bajo el liderazgo de Samuel.
Con el tiempo, se estableció el orden, se promovió la justicia, la nación estaba en paz y prosperaba. “Así fueron sometidos los filisteos, y no volvieron más a entrar en el territorio de Israel; y la mano del Eterno estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel. Y fueron restituidas a los hijos de Israel las ciudades que los filisteos habían tomado a los israelitas, desde Ecrón hasta Gat; e Israel libró su territorio de mano de los filisteos. Y hubo paz entre Israel y el amorreo” (1 Samuel 7:13-14).
La vida de Samuel sirve de ejemplo para los creyentes de hoy en día. Las lecciones y principios que podemos aprender de Samuel incluyen su obediencia a Dios, su fe (Hebreos 11:32) y su voluntad de interceder por los demás (Jeremías 15:1).
Si desea aprender más acerca de cómo agradar a Dios, creemos que encontrará muy útiles los artículos en la sección Cambio de este sitio web.