La profecía bíblica puede ser difícil de interpretar, pero eludir algunos obstáculos comunes puede evitar que nos hagamos ideas equivocadas sobre el futuro. ¿Cuáles son esos obstáculos?
Se ha dicho que hasta un tercio de la Biblia es profecía. Y una búsqueda rápida en internet arroja cientos de recursos que nos pueden ayudar a comprenderla.
El problema es que a menudo estos recursos difieren entre sí, y no pueden estar todos en lo correcto. De hecho, muchos malinterpretan las Escrituras y utilizan lo que sea para sustentar sus propias teorías.
Cualquiera que estudie su Biblia se encontrará con profecía, e interpretarla no es tarea fácil. Pero evitar algunas dificultades comunes puede ayudarnos a permanecer en el camino correcto.
1. Alegorizar la profecía
Aunque a veces hay dudas acerca de si una profecía debe interpretarse de forma alegórica o literal, una buena forma de abordar la profecía es utilizar la sabiduría de la navaja de Ockham: la respuesta o interpretación más directa suele ser la correcta.
En palabras simples, deberíamos interpretar la profecía de forma literal a menos de que haya una buena razón para no hacerlo. Generalmente, el contexto aclara qué clase de lectura deberíamos tener. Si insistimos en una interpretación simbólica cuando no se ajusta al caso, nos perderemos del verdadero significado. Además, correremos el riesgo de subestimar y minimizar las verdades que Dios quiere subrayar en nuestras mentes.
Por ejemplo, considere Isaías 11:6-9. Este pasaje describe la naturaleza de la vida en la Tierra durante el reinado milenial de Jesucristo; habla acerca de una época en que la Tierra será renovada y toda la creación física vivirá en paz: “Morará el lobo con el cordero” (v. 6).
Pero en su comentario, Matthew Henry escribe: “Esto se cumple con el maravilloso efecto del evangelio en las mentes de quienes lo aceptan sinceramente; cambia la naturaleza… Cuando Pablo, quien había perseguido a los santos, se unió a ellos, entonces el lobo moró con el cordero”.
Es innegable que aceptar el evangelio conduce a una transformación radical. Pero ¿es eso lo que Dios quiso decir en Isaías 11? ¿Es ésta una profecía acerca de hombres agresivos que aprenden a llevarse bien con los más pacíficos? ¿Por qué el significado simbólico debería anteponerse al literal?
Muchos otros pasajes describen los increíbles cambios que Jesucristo hará cuando regrese a la Tierra; alterar la naturaleza de los animales es sólo uno de ellos. Otras promesas incluyen un mundo libre de guerras (Isaías 2:4), donde la tierra seca será transformada en jardines frondosos (Isaías 51:3) y donde la pobreza y el hambre dejarán de existir.
Todas estas profecías corresponden a lo que Pedro llamó “los tiempos de la restauración” (Hechos 3:21).
Henry las vio como “promesas figurativas”, pero una lectura literal es más consistente con las Escrituras.
2. “La profecía es historia real”
Tampoco debemos caer en la trampa de pensar que toda la profecía se ha cumplido. El “preterismo” es una perspectiva dentro del cristianismo según la cual toda la profecía es historia.
Los preteristas dicen, entre otras cosas, que Cristo ya regresó, que Satanás y la bestia ya fueron echados al lago de fuego, que la resurrección ya ocurrió y que la Tierra y los cielos nuevos ya están aquí.
El preterismo se basa en la espiritualización de las profecías. La única forma en que sus ideas pudieran parecer acordes con las Escrituras es negando el regreso literal de Jesucristo, proponiendo un juicio metafórico actual de la humanidad y enseñando una forma muy decepcionante de la resurrección. Estas enseñanzas son profundamente erradas y se oponen a la esencia misma del cristianismo.
Tener en mente las dificultades comunes de interpretar la profecía no garantiza que la entenderemos perfectamente; pero sí nos ayuda a protegernos de algunos peligros.
Pero enseñar ciertas profecías como un hecho que ya ocurrió cuando en realidad no se han cumplido no es algo nuevo. ¿Le parecen conocidos los nombres Himeneo y Fileto? Estos eran dos antagonistas de la Iglesia en el primer siglo que querían hacer creer a los discípulos de Jesús que “la resurrección ya se efectuó”. Pablo condenó esta creencia como cancerosa y capaz de “[trastornar] la fe de algunos” (2 Timoteo 2:16-18).
Lo mismo se puede decir acerca de las ideas preteristas.
Por ejemplo, es simplemente imposible aplicar las profecías de Apocalipsis y Mateo 24 exclusivamente al pasado sin ir en contra de la lógica. Las descripciones de Apocalipsis son muy claras: señales astronómicas impresionantes, catástrofes mundiales, la muerte de un tercio de la humanidad y más.
Además, si todas las profecías ya se hubieren cumplido, millones de personas no tendrían esperanza.
3. No reconocer los lapsos de tiempo proféticos
Algunas profecías se cumplen parcialmente y luego se detienen un tiempo antes de cumplirse por completo.
Un ejemplo de esto está relacionado con Jesucristo. Un día, Él se puso de pie en la sinagoga y leyó una profecía acerca de sí mismo:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18-19).
Eso fue todo lo que afirmó y dijo que estaba cumpliendo (v. 21); pero si vamos a Isaías, veremos que la cita en realidad no termina ahí. La frase continúa: “[a proclamar]... el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados” (Isaías 61:2).
¿Por qué dejó de leer a la mitad? Al mirar hacia atrás, la razón es obvia: sólo la parte que leyó se aplicaba en ese momento. El resto de Isaías 61 está reservado para su futuro regreso.
La profecía puede ser como un resorte espiral. A primera vista, sus vueltas cercanas dan la impresión de que sus cumplimientos vendrán rápidamente uno después del otro, pero cuando el resorte se estira, las brechas y los espacios se revelan.
Note el mismo fenómeno en la profecía de Jesús que encontramos en Juan 5: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación [o juicio, como el griego krisis se traduce más comúnmente]” (vv. 28-29).
Tal como en Isaías 61:1-2, aquí hay un lapso profético. Según Apocalipsis 20:4-5, la resurrección de los santos ocurrirá cuando Cristo regrese, pero “los otros muertos” (o “los que hicieron lo malo”, como dice Juan) no serán resucitados sino hasta mil años después.
Reconocer las posibles brechas de tiempo dentro de las profecías es crucial para ordenar sus cumplimientos en la secuencia correcta.
4. La falacia de elegir por conveniencia
Un gran obstáculo para interpretar la profecía es nuestra tendencia humana de ver sólo lo que queremos ver. Nos gusta aferrarnos a los versículos que apoyan nuestras ideas e ignorar el resto. Un ejemplo es la ampliamente enseñada doctrina del rapto, introducida en el siglo XIX.
Muchos defensores de esta teoría basan su creencia en 1 Tesalonicenses 4:16-17:
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.
Si éste fuera el único pasaje acerca de la naturaleza del regreso de Cristo, la idea del rapto podría ser creíble. Sin embargo, otros versículos (incluyendo el contexto del pasaje anterior) contradicen esta doctrina. La idea de que Jesús vendrá en secreto para llevar a sus seguidores al cielo es el resultado de seleccionar escrituras por conveniencia. La verdad se vuelve evidente cuando tomamos en cuenta toda la Biblia.
En 1 Tesalonicenses 4:13-18, Pablo estaba consolando a los hermanos por la muerte de otros cristianos. Dijo que serían resucitados al regreso de Cristo “con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios”, un evento que difícilmente podría describirse como secreto.
Y el pasaje paralelo en 1 Corintios 15:51-52 indica que esta resurrección ocurrirá cuando suene “la final trompeta”, la cual será acompañada por “grandes voces en el cielo” que anuncian el regreso de Jesús (Apocalipsis 11:15).
Zacarías 14:4 dice además que “se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos”.
Estas escrituras ponen en aprietos a los defensores del rapto y muestran el problema de elegir escrituras por conveniencia. (Para más detalles acerca de este tema, lo invitamos a ver “El rapto: ¿habrá un rapto secreto?”.) El antídoto para este error es tener en cuenta todo el material que Dios nos da en su Palabra antes de sacar conclusiones.
Aferrarnos a la palabra profética
Tener en mente las dificultades comunes de interpretar la profecía no garantiza que la entenderemos perfectamente; pero sí nos ayuda a protegernos de algunos peligros.
Pedro escribió que “[hacemos] bien en estar atentos” a la profecía (2 Pedro 1:19). Esto no significa que debemos entender cada detalle de los pasajes proféticos y ciertamente no significa que deberíamos asignar fechas y nombres a ciertas profecías. Pedro estaba haciendo un comentario general acerca de cómo conocer las profecías que nos ayudan a ser conscientes de lo que Dios tiene planificado para nosotros.
Y por supuesto, no queremos tener una idea errada de su plan, sino una clara visión en nuestras mentes.
Lo invitamos a descubrir más en nuestro folleto gratuito Cómo entender la profecía.