La Biblia revela que Satanás fue destruido y volverá a ser destruido en el futuro. Pero ¿cómo es esto posible si Satanás es un ser espiritual?
Todos los ángeles de Dios son espirituales: “Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” (Hebreos 1:13-14, énfasis añadido).
Y, al describir a quienes resucitarán en su segunda venida, Cristo explica que los seres espirituales no pueden morir: “los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección” (Lucas 20:35-36, énfasis añadido).
Las Escrituras además revelan que, en un principio, Satanás era un ángel justo y por lo tanto también es espiritual. Antes de rebelarse, el diablo era uno de los ángeles privilegiados que estaban ante el trono de Dios un “querubín grande [un ángel poderoso], protector”, (Ezequiel 28:14; consulte también Éxodo 25:20). De hecho, su antiguo nombre era “Lucero”, traducido del hebreo heyel, que significa “el brillante” (Isaías 14:12; Brown, Driver, Briggs Hebrew Lexicon [Lexicón hebreo de Brown, Driver y Briggs]).
Lucero era “Perfecto… en todos [sus] caminos desde el día que [fue] creado”, pero, en algún momento, este ángel de alto rango se corrompió volviéndose egocéntrico, violento y egoísta (Ezequiel 28:15). Y al pecar contra su Creador, se convirtió en Satanás —que significa “adversario” (“Satanás”, International Standard Bible Dictionary [Diccionario bíblico internacional]).
Satanás logró convencer a un tercio de los ángeles de rebelarse contra Dios y unirse a sus intentos de derrocarlo (Apocalipsis 12:4, 7). Debido a esta rebelión, fue expulsado “del monte de Dios, como un objeto profano” y Dios le dice: “A ti, querubín protector, te borré de entre las piedras de fuego” (Nueva versión internacional, Ezequiel 28:16, énfasis añadido).
Cristo le dijo a sus discípulos que Él presenció este evento en persona (Lucas 10:18). Pero ¿cómo pudo Satanás haber sido “borrado” si es un ser espiritual?
¿Cómo puede Satanás ser destruido?
Esta aparente contradicción se aclara cuando analizamos el significado contextual de la palabra “borrar” ―traducida del hebreo es ’abad. ’Abad es un término común en el Antiguo Testamento que también puede traducirse como “perecer, desvanecerse, destruir o matar”.
En el contexto de Ezequiel 28:16, Dios simplemente está diciendo que “desvaneció” o quitó a Satanás de su presencia. Y esto es aún más evidente si comparamos Ezequiel 28 con otras Escrituras que describen el futuro de Satanás y explican que Dios lo atará para impedir que siga engañando a los seres humanos —lo cual implica que Satanás no ha dejado de existir.
De hecho, varios siglos después de la época de Ezequiel, Pablo le dijo a los corintios que Satanás era el “dios de este siglo”, nuevamente comprobando (como lo hacen muchas otras Escrituras) que el diablo aún estaba vivo y oponiéndose activamente a Dios desde la tierra (2 Corintios 4:4). Es más, 1 Pedro 5:8 revela que Satanás sigue vivo y empeñado en destruir a la Iglesia de Dios y sus santos hasta el día de hoy.
Pero aunque Satanás es espiritual y no puede morir, Dios tiene la capacidad de “destruir” su influencia y poder sobre la humanidad, lo cual es posible gracias la muerte de Cristo: “[Cristo] también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (Hebreos 2:14, énfasis añadido).
Al igual que en el ejemplo anterior, la palabra griega aquí traducida como “destruir” (katargeo) no significa hacer desaparecer por completo, sino “dejar inactivo, desempleado, inoperativo; dejar ineficiente a una cosa o persona, privar de su fuerza, influencia, poder” (The New American Standard Greek Lexicon [Nuevo lexicón griego americano]).
Si bien Satanás no morirá, sí será privado de su influencia engañosa sobre los seres humanos cuando Dios lo encadene en compañía de todos sus ángeles: “a los ángeles que no guardaron su dignidad [las responsabilidades que Dios les había asignado], sino que abandonaron su propia morada, [Dios] los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas [alguna forma espiritual de restricción], para el juicio del gran día” (Judas 1:6).
¿Espíritus en el “infierno”?
La Biblia también revela que, en los tiempos de Noé, Jesucristo “predicó a los espíritus encarcelados”, probablemente para advertirles y recordarles su destino (1 Pedro 3:19-20). Como explica el apóstol Pedro, estos espíritus son demonios que fueron arrojados al “infierno” junto a su líder (Satanás) por haber pecado (2 Pedro 2:4).
La palabra griega aquí traducida como “infierno” es tartaroo, que se refiere a un estado de restricción espiritual. Pedro tomó este término de la mitología griega para expresar la idea de “restricción” con algo que era familiar para su audiencia, aunque, por supuesto, la emplea de una forma muy diferente a como se empleaba en las tradiciones paganas. De hecho, este es el único pasaje bíblico donde se utiliza esta palabra.
Actualmente, la restricción de Satanás al parecer limita su acceso al trono de Dios (consulte Job 2:1; 1 Reyes 22:21-23; Apocalipsis 12:7-9). Como vemos en Apocalipsis 12, el diablo y sus ángeles pelearon contra Dios y los ángeles justos antes de la creación de Adán y volverán a rebelarse en los tiempos del fin antes del regreso de Cristo.
Una vez más, las palabras de Pedro concuerdan con la idea de que Satanás será “destruido” por medio de una restricción, y también demuestran que los poderes del diablo están limitados a lo que la voluntad de Dios permita.
Satanás es restringido por mil años
En una de las visiones de Juan, Cristo profetizó acerca de un momento en que Satanás será atado por mil años y no podrá influenciar a la humanidad de ninguna forma ―al menos no hasta ser soltado por poco tiempo al final del gobierno de mil años de Cristo.
“Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo” (Apocalipsis 20:1-3).
¿Por qué debe ser soltado Satanás al final del Milenio? Ya que la Biblia no da la respuesta, sólo podemos especular. Lo único que sabemos con certeza es que, cuando hayan pasado los mil años, Satanás será liberado de su prisión y engañará a las naciones una vez más, logrando que se rebelen contra el gobierno de Dios en Jerusalén y hagan un último intento de derrocar a Cristo y sus santos. Pase lo que pase, podemos estar seguros de que Dios sólo le permite a Satanás aquello que sea necesario para cumplir su gran propósito.
¿Cuál será el fin de Satanás? Las Escrituras revelan que Satanás no morirá, sino que será atormentado. Tras haber engañado a las naciones al final del milenio, será “lanzado en el lago de fuego y azufre” para ser “[atormentado] día y noche por los siglos de los siglos”, pues el fuego no afecta a su cuerpo espiritual (Apocalipsis 20:10, énfasis añadido).
Tormento, no muerte
Hubo una ocasión durante el ministerio de Cristo en la tierra en que “vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?” (Mateo 8:28-29, énfasis añadido).
Los demonios que poseían a estos hombres claramente sabían que su destino implicaba sufrir una especie de “tormento”, pues no dijeron “¿Has venido acá para matarnos o hacernos desaparecer antes de tiempo?”, sino “…para atormentarnos antes de tiempo?”.
Parece irónico, ¿no? Mientras la mayoría de las personas piensa que el castigo de los que rechacen la salvación de Dios será el tormento eterno, en realidad, ése será el destino de Satanás y sus demonios. (No confundir el destino de Satanás y los demonios con el destino de los seres humanos impíos que serán arrojados al lago de fuego para ser quemados por completo. Los seres humanos son mortales y, por lo tanto, no pueden vivir en tormento eterno. Si desea más detalles acerca de esto, consulte los artículos acerca de la enseñanza bíblica en cuanto al infierno.)
Dios destruye las obras del diablo
En 1 Juan 3:8, el apóstol Juan dice que “El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo” (Nueva versión internacional, énfasis añadido). En otras palabras, Dios no destruirá al diablo mismo, sino sus obras.
Las obras del diablo son las mismas que Pablo describe como aquellas a las que el hombre tiende por naturaleza, u “obras de la carne”: “adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:19-21). Las personas que no se arrepientan de estas obras, serán destruidas para siempre.
Entonces, ¿Cómo es destruido Satanás? Como hemos visto, tanto las Escrituras hebreas como griegas indican que Satanás y sus demonios serán atados por Dios en eterna oscuridad y su influencia, engaño y obras serán eliminados para siempre. Como son espirituales, el diablo y sus ángeles corruptos seguirán existiendo, pero deberán sufrir el justo castigo del tormento eterno que nuestro Dios perfecto y todopoderoso tiene preparado para ellos.
Conozca más en el artículo “Dios vs. Satanás”.