“Cuidador” puede ser un término nuevo, pero esta práctica se remonta a tiempos bíblicos. ¿Qué dice la Biblia acerca de los cuidadores? ¿Cómo podemos cuidar de quienes cuidan a otros?
“Cuidador” es un término que se ha vuelto familiar en los últimos 30 años. Actualmente, en los Estados Unidos hay más de 50 millones de personas dedicadas al cuidado de alguien más —la mayoría familiares no remunerados. Y a medida que nuestra población envejece, la necesidad de cuidadores seguirá aumentando. Si a usted aún no le ha tocado, hay una gran probabilidad de que algún día alguien necesite de su cuidado.
Pero si bien este término es bastante reciente, cuidar de otras personas es una práctica tan antigua como la Biblia. Las Escrituras mencionan a varias personas que hoy en día serían consideradas cuidadores.
Rut cuida de Noemí
Un claro ejemplo se encuentra en el libro de Rut.
Luego de que su esposo e hijos murieran, Noemí, desanimada y al parecer sin manera de sostenerse económicamente, decidió regresar a Israel. Animó a sus nueras a regresar a sus propias familias en Moab, así que Orfa se despidió de su suegra; pero Rut se negó a dejarla.
Noemí intentó convencer a Rut de que volviera a su pueblo. Pero ella le dijo que ya había tomado una decisión y se quedaría con ella a pesar de que su futuro era incierto. No sabía qué esperar, pero estaba lista para ayudar a su suegra viuda. Sus palabras de amor y dedicación registradas en Rut 1:14-17 son muy conmovedoras.
Intente ponerse en el lugar de Rut. Su vida se había derrumbado y estaba pensando en irse a un país extraño para ayudar a su suegra. No conocía la cultura ni las tradiciones, no tenía familia y no conocía a nadie ahí. ¿Cuántos de nosotros haríamos algo así?
Rut probablemente esperaba ser una viuda en un país extraño por el resto de su vida. Pero Dios tenía otros planes para ella. Sin embargo, Rut permaneció dedicada al cuidado de Noemí incluso después de que Dios la uniera con Booz.
Otras personas notaron la bendición que el cuidado de Rut era para Noemí y le decían: “tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos” (Rut 4:15).
Cuidar a alguien más requiere de amor y dedicación por el bienestar de la persona. Como Rut, a veces los cuidadores tienen que poner su propia comodidad en segundo lugar, después de las necesidades de otros.
Veamos algunos ejemplos más en el Nuevo Testamento.
El apóstol Juan y la madre de Jesús
La muerte de Jesús se acercaba. Cuando estaba en la cruz, miró hacia abajo, a los ojos de su madre y probablemente vio en ella tristeza e incertidumbre. Al parecer, su esposo José había muerto hace tiempo. Luego Jesús miró a Juan y le dijo a María: “Mujer, he ahí tu hijo”.
Después se dirigió al apóstol: “He ahí tu madre” (Juan 19:26-27).
Juan cuidó de María desde ese día hasta su muerte.
Cristo dio el ejemplo perfecto de preocuparse más por los demás que por sí mismo. Estando crucificado y a punto de morir, se preocupó por el cuidado de su madre. Jesús conocía el carácter de Juan, su amor y su dedicación al deber y no tenía duda de que él cuidaría bien de María.
Otros ejemplos bíblicos de cuidadores
Veamos más ejemplos de cuidadores en el Nuevo Testamento.
- En una de las parábolas de Jesús, un samaritano se encontró con un hombre que había sido asaltado, herido y dado por muerto. El samaritano pospuso lo que estaba haciendo, limpió y curó las heridas del hombre, lo llevó a una posada y cuidó de él (Lucas 10:33-35). Aunque era un completo extraño, fue movido a un amor compasivo.
- Lucas 5:18-19 relata la historia de un paralítico. Sus cuidadores lo llevaron a ver a Cristo y, cuando no pudieron acercase debido a la multitud, lo subieron al techo, movieron algunas tejas y lo bajaron para que Cristo lo sanara. Los amigos de este hombre necesitado demostraron una gran dedicación e ingenio para cuidar de él.
- En Hechos 3:1-3 leemos acerca de un hombre cojo de nacimiento a quien llevaban a la puerta del templo todos los días. Éste sin duda es un caso de cuidado que llevaron a cabo por mucho tiempo.
Una labor de amor
Es posible que muchos de los lectores estén a cargo del cuidado de alguien actualmente. Si ése es su caso, cada día entrega su vida y pospone sus planes personales para cuidar de un familiar o un amigo. Sabe lo difícil y estresante que es cuidar de alguien más. Muchas gracias por su labor de amor.
En Juan 15:13, Cristo dijo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”. Quienes cuidan de otros, ponen su vida por ellos cada día.
La mayoría de los cuidadores no busca elogios o reconocimiento. Hacen el trabajo porque se preocupan genuinamente por quien necesita ayuda.
Cuidar de quienes cuidan a otros
¿Qué podemos hacer nosotros, quienes no somos cuidadores ahora, para reconocer y ayudar a quienes dedican su tiempo al cuidado de alguien más?
En Gálatas 6:2, Pablo nos anima a llevar las cargas unos de otros. Hay muchas maneras de hacer esto, pero primero, necesitamos reconocer la carga que llevan los cuidadores y no olvidarla.
Pablo también escribió: “servíos por amor los unos a los otros” (Gálatas 5:13). Una buena forma de servir es cuidar de quienes cuidan de otros —ayudarles a llevar su carga, que a veces puede ser muy pesada.
Cómo ayudar a quienes cuidan de otros
Éstas son seis maneras en que podemos dar a los cuidadores el apoyo que necesitan:
1. Reconocerlos y expresar gratitud. ¿Cuántas veces ha elogiado y agradecido a un cuidador por su labor de amor? Puede enviarle una nota o llamar —o simplemente ofrecer una palabra amable cuando se encuentra con él. Además de palabras de gratitud, considere darle un regalo práctico, como una comida preparada, galletas o algo más que pueda usar y disfrutar.
2. Ofrezca ayuda cuando surja la oportunidad. Por ejemplo, podría llevar a la persona que necesita ayuda al baño o a su automóvil cuando sea necesario. Podría ofrecerse para ir por un tentempié o refrigerio. Cualquier cosa que pueda aliviar al cuidador puede ser útil, incluso si es sólo por unos minutos.
3. Conozca más a la persona y sus necesidades. Observe cómo el cuidador hace las cosas. Luego, cuando lo acepte, ofrezca ayuda para darle un poco de tiempo libre. Tal vez puede ayudar dos o tres horas al mes para darle al cuidador un descanso.
Al principio, la persona puede resistirse a su ofrecimiento. Los cuidadores están dedicados a la persona a quien sirven y pueden pensar que nadie más hará bien el trabajo. Esto puede ser verdad, pero aún así un cuidador necesita tener tiempo para sí mismo.
El cuidador también podría sentirse culpable por tomarse un tiempo, incluso si es sólo una o dos horas. Sea paciente y asegúrele que no está tratando de quitarle su papel, sólo quiere ayudarle a tomarse un merecido descanso y darle tiempo para sus cosas.
Cuidar de otra persona puede ser extremadamente estresante a largo plazo. Especialmente en casos de demencia o Alzheimer, el agotamiento de los cuidadores es un problema real.
4. Llame o visite al cuidador ocasionalmente. Un mensaje de texto o una tarjeta pueden ser muy apreciados. Cuidar de otra persona puede ser un trabajo muy solitario. Especialmente en casos de demencia, los cuidadores pueden desear hablar con alguien más. Incluso un poco de conversación y estimulación intelectual pueden ser muy útiles. Si va de visita, ofrezca llevar almuerzo o un tentempié para que la persona no tenga la carga extra de cuidar de usted durante su visita.
5. Ore específicamente para que Dios le dé fuerza y ánimo al cuidador. Si las conoce, pídale a Dios por las necesidades específicas de la persona.
6. Supere sus miedos y preocupaciones acerca de su capacidad de ayudar. Especialmente en casos de demencia o Alzheimer, usted podría tener aprehensiones acerca de lo que podría ocurrir. La conducta y “conversación” de quienes están perdiendo la memoria y la función normal de su mente pueden parecer extrañas. También es posible que hagan una escena, lo cual puede incomodar a las personas alrededor.
Es bueno recordar que la persona que necesita cuidado no es diferente al resto de nosotros y probablemente apreciará su amistad y preocupación. Un cristiano con problemas de salud —ya sea cáncer, problemas al corazón, una discapacidad o demencia— sigue siendo un hermano o hermana.
Las personas que sufren de demencia aún pueden disfrutar de conversaciones con amigos, incluso si la conversación tiene poco sentido o no puedan recordar sus nombres.
Mostrar amor y compasión
Cristo dijo que una de las cualidades que identifican a sus discípulos es el amor de unos por otros (Juan 13:34-35). Cuidar de quienes cuidan a otros puede ser una forma de expresar amor y servir, que a menudo pasamos por alto.
Pablo nos anima a no buscar sólo nuestros propios intereses sino también los de otros (Filipenses 2:4). ¿Qué tan activo es su ejemplo en cuanto al cuidado de otros? Ésta es una de las formas en que podemos aplicar la instrucción bíblica de ser un “sacrificio vivo” (Romanos 12:1).
Pedro nos dice: “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos” (1 Pedro 3:8). La compasión requiere de acción y todos podemos actuar ayudando a quienes necesitan ayuda —y también a quienes los cuidan.
Ayudar a otros es una importante señal de quienes aman a Dios y siguen a Jesucristo. Ser un cuidador, o cuidar de quienes cuidan de otros, es una forma altruista en la que podemos ayudar.