¿Qué dice la Biblia acerca de usar joyas? ¿Qué está permitido en la Biblia y en qué nos disuade con relación a nuestra apariencia física?
¿La Biblia permite el uso de joyas? La respuesta es sí, mientras que no se lleve al extremo.
Vemos claramente la respuesta en el capítulo 16 de Ezequiel, que es una alegoría de la relación de Dios con la antigua nación de Israel. Metafóricamente, este capítulo describe cómo Dios recogió a una bebé recién nacida, abandonada a su suerte en el campo. Él la limpió, le dio de comer y proveyó para ella.
En esta encantadora metáfora, vemos que ella fue provista con hermosas joyas por parte de Dios: “Te atavié con adornos, y puse brazaletes en tus brazos y collar a tu cuello. Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza. Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado; comiste flor de harina de trigo, miel y aceite; y fuiste hermoseada en extremo, prosperaste hasta llegar a reinar” (vv. 11-13). Más adelante en la metáfora, Dios se casa con la mujer que simboliza a Israel. Si Dios hizo esto con su esposa, entonces no puede ser pecado.
¿A qué se referían Pablo y Pedro?
No debemos malinterpretar las palabras del apóstol Pablo en 1 Timoteo 2:9-10 cuando enseña que: “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad”.
Pablo expresa pautas generales para la vestimenta de la mujer, y enseña que las mujeres cristianas deberían evitar una forma equivocada de ostentación. En principio él no está prohibiendo ropa costosa o hermosos arreglos en el pelo, sino la preocupación excesiva por la apariencia a expensas de cosas más importantes, como la devoción y las buenas obras.
El apóstol Pedro da un consejo similar en 1 Pedro 3:3-4: “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”.
Veamos que Pedro escribe acerca de las prioridades. El punto no es que una mujer no pueda adornarse con buena ropa, joyas o peinados bonitos. La lección es que el interior de la persona es mucho más importante que la exterior, por lo tanto debe dársele mayor esfuerzo y énfasis.
Hombres y mujeres honran a Dios vistiéndose y arreglándose de una manera atractiva y modesta. El uso apropiado de joyas que no sea demasiado ostentoso no está prohibido en las escrituras. Sin embargo, siempre debemos tener en mente que el interior de la persona es más importante que la apariencia exterior.