Un par de días después de la matanza del 15 de marzo del 2019, en dos mezquitas de Christchurch, Nueva Zelanda, mi esposa caminaba hacia el supermercado cuando vio a una mujer poniendo sus compras en su automóvil. La mujer usaba un hiyab (el manto que las mujeres musulmanas usan para cubrirse la cabeza), así que mi esposa se acercó y le preguntó si era musulmana. Cuando la mujer respondió que sí, mi esposa le dijo: “Lamento lo que sucedió en Nueva Zelanda”. La mujer le dio las gracias, pero comenzó a sollozar y preguntó angustiada: “¿Por qué siguen pasando estas cosas?”.
Era una pregunta retórica, inspirada por la emoción y la frustración, pero la mujer no esperaba una respuesta. Mi esposa simplemente la escuchó. “En todo el mundo”, continuó la mujer con lágrimas en los ojos, “gente de diferentes naciones, religiones y etnias se están matando entre sí. ¿Por qué? ¿Qué hay de malo con nosotros? ¿Por qué estamos haciendo esto?”.
Finalmente, la mujer preguntó: “¿Cuándo acabará todo esto?”.
En ese punto, mi esposa le ofreció una respuesta sencilla: “Acabará cuando nuestro Creador decida que es tiempo de venir y acabarlo”. La mujer asintió y dijo: “Tiene razón”, y ambas siguieron su camino. Eran dos completas extrañas con creencias completamente diferentes, pero tenían en común una compasión por el sufrimiento humano y una tristeza por el estado actual del mundo.
Se ahonda el precipicio
Si ambas mujeres volvieran a encontrarse hoy, podrían repetir la misma conversación con incluso más angustia.
Tan solo cinco semanas después, mientras escribo, Sri Lanka está de luto por los miles que murieron y fueron heridos durante los bombardeos del Domingo de Resurrección. ISIS se atribuyó este ataque declarándolo una venganza por los tiroteos en Nueva Zelanda, como si de alguna manera se hubiera hecho justicia.
Pero no es así. El nuevo ataque sólo comprueba que seguimos avanzando hacia el fondo del hoyo en el que Jesucristo dijo que caeríamos antes de que Dios haga verdadera justicia.
En una de las profecías más famosas de la historia, respondiendo a la pregunta de sus discípulos “¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”, Cristo dijo: “por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:3, 12).
Dios no quiere que nuestro amor se enfríe; Él quiere que el mundo nos importe tanto como le importa a Él. Pero Jesús sabía lo que la maldad produciría. Solamente piense en cualquier aspecto de la vida y pregúntese: ¿estamos progresando hacia la paz, el amor y la armonía, o nos estamos enfriando?
“oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades”.
Jesucristo dijo que las cosas solo seguirán empeorando. Eventualmente, traeremos sobre nosotros mismos un tiempo de “gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá”. La situación llegará a ser tan devastadora que “si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo” (Mateo 24:21-22).
En otras palabras, no hay esperanza de que corrijamos el camino de la destrucción que hemos escogido seguir por nosotros mismos.
Sin embargo, ¡la buena noticia es que no estamos solos!
A pesar de lo sombrío que se ve el futuro cercano, Dios nos hace una promesa: “por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:22). Esto acabará cuando Dios decida venir para acabarlo.
¡Prepárese!
Sí, Dios nos asegura que nos librará “de la esclavitud de corrupción” (Romanos 8:21), pero hasta que eso suceda, “sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (v. 22).
Muchas de las profecías bíblicas explican cómo ese dolor y esa liberación vendrán. Una excelente forma de empezar a comprender cómo y por qué Dios intervendrá en los asuntos humanos es leer nuestro folleto El libro de Apocalipsis: La tormenta antes de la calma.
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor”, nos advierte Jesús (Mateo 24:42). ¿Puede usted estar tranquilo ignorando lo que viene y lo que puede hacer al respecto? Descargue su copia gratuita de este folleto en VidaEsperanzayVerdad.org/Centro-de-Aprendizaje/Folletos/
Cristo continúa diciendo: “estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (v. 44). Usted y yo no podemos detener la violencia que hay en el mundo; no podemos cambiar el curso de la humanidad hacia la inmoralidad; pero sí podemos estar preparados para cuando nuestro Creador decida que es tiempo de venir.
Tiempo de decidir
En el libro de Apocalipsis, Cristo le reveló una maravillosa imagen del futuro a su siervo Juan. El capítulo 11 relata el momento cuando Él, “el que [es] y que [era] y que [ha] de venir”, regresará a la Tierra (v. 17) y habrá “grandes voces en el cielo, que [dirán]: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (v. 15).
Pero el mundo no recibirá a Jesucristo con los brazos abiertos. Como el versículo 18 relata: “se [airarán] las naciones” —¿contra Dios? ¿Por qué? La Biblia revela que el mundo odiará la reprimenda de Dios por sus pecados y también su llamado al arrepentimiento.
Pocos querrán escuchar. De hecho, la ira de la humanidad contra Dios será tal que las naciones del mundo se juntarán para pelear contra Cristo en su segunda venida, aunque Él las vencerá.
En el entretanto, quienes entiendan lo que ocurrirá en el futuro escucharán la advertencia de Apocalipsis 18:4-5. Describiendo cómo sería la sociedad en el tiempo del fin, Juan escribe: “oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades”.
¡El sufrimiento del mundo terminará cuando nuestro Creador decida que es tiempo de venir!
Pero, ¿no es tiempo ya de que usted decida salir de este mundo?