Cuando era joven y estaba aprendiendo a celebrar los días de fiesta anuales de Dios, el día de Expiación me parecía difícil de apreciar. Si bien todas las santas convocaciones ordenadas por Dios se llaman colectivamente “fiestas” (Levítico 23:2,4), aquella que se celebra el día 10 del séptimo mes del calendario hebreo —el día de Expiación— ¡no tenía nada de festivo!
En lugar de disfrutar de comida y bebida deliciosas como nuestra familia disfrutaba en los otros días santos, este día era un día en el que afligíamos nuestras almas al ayunar. Eso implicaba que no comíamos ni tomábamos nada líquido por un período de 24 horas (Levítico 23:32; Ester 4:16).
Si bien me acuerdo que un ministro enseñaba que este día santo era un tiempo en el cual nos dábamos un banquete de alimento espiritual, esa explicación no le ayudaba a mi estómago vacío. Al ser un espigado y delgado jovencito con un rápido metabolismo, estar sin alimento y bebida por este espacio de tiempo era… desagradable por decir lo menos. Mi alma realmente se afligía —lo cual era la intención del ayuno.
Cuando ese día que me parecía tan largo se terminaba y mi espíritu revivía a medida que comía y bebía vorazmente, puedo recordar el sentimiento de alivio que sentía pensando que transcurriría todo un año antes de que volviéramos a observar este día otra vez.
Así que rápidamente aprendí lo de ser afligido en el día de Expiación. Lo que me tomó más tiempo aprender fue el significado positivo de este día para mí y para toda la humanidad. (Los padres que están enseñándole a sus hijos pequeños a celebrar el día de Expiación deben hacerlo permitiéndoles ayunar sólo una parte del día —y gradualmente alargarlo cada año hasta que sean lo suficientemente adultos para hacerlo las 24 horas.)
El lado positivo del día de Expiación
Uno de los grandes significados de este día santo se encuentra en su nombre. Es un día en el que se hace una expiación. Expiar algo significa hacer enmiendas, reparación, restitución o compensación por algo. Este día nos enseña que la humanidad ofrecerá expiación por sus pecados y se les dará la oportunidad de ser reconciliados con Dios.
Si bien los cristianos, que han sido llamados ahora al arrepentimiento, pueden ser perdonados de sus pecados cuando se arrepienten (1 Juan 1:9; Hechos 3:19), el día de Expiación se enfoca en cómo esa increíble bendición de reconciliación del mundo con Dios será ofrecida después de la gran tribulación y el día del Señor, cuando Jesucristo ya haya regresado. Este tan generoso e inmerecido regalo de la reconciliación es hecho posible por Jesucristo.
La Biblia enseña que el resultado del pecado es la muerte y que todos han pecado (Romanos 6:23; 3:23). Como tal, todos merecemos la muerte. El perdón de nuestros pecados cuando nos arrepentimos es posible porque Jesús dio su vida en lugar nuestro. Dios el Padre “al que no conoció pecado [a Jesús], por nosotros lo hizo pecado” (2 Corintios 5:21).
Y la escritura hace notar que Jesús “llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24). “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7). Somos “reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo” (Romanos 5:10).
Cuando llegamos a entender la magnitud de este asombroso regalo de reconciliación y perdón que le será ofrecido al mundo entero —del cual se nos recuerda en el día de Expiación— este día santo adquiere un profundo significado. ¡Qué bendición tan maravillosa le está ofreciendo Dios a la humanidad!
Al hacer énfasis en cuán significativo era celebrar este día santo, Dios les dijo a los antiguos israelitas que cualquier persona que no celebrara este día ayunando o trabajara, sería “cortada de su pueblo” (Levítico 23:29-30). Observar este día en aquella época era muy importante y lo sigue siendo en la actualidad.
Ayunar nos ayuda a entender que el significado del día de Expiación es crítico para nuestro futuro y el futuro del mundo entero. Físicamente, se nos recuerda que no podemos sobrevivir sin alimento y sin bebida. De forma similar, sin el perdón de nuestros pecados y la reconciliación con Dios, ¡no tenemos ningún futuro espiritual!
Por qué Satanás odia este día santo
Como nuestro adversario, Satanás trabaja continuamente para engañarnos y llevarnos a pecar, lo que pone en peligro nuestra relación con Dios (1 Pedro 5:8; Apocalipsis 12:9). Ya que él siempre está tratando de impedir que los seres humanos se conviertan en miembros de la familia eterna de Dios, a Satanás en verdad le desagrada un día santo que representa nuestra reconciliación con Dios.
Además del significado general de reconciliación con Dios en el día de Expiación hay dos aspectos más de este día santo que también enfurecen a Satanás.
Primero, cuando ayunamos correctamente, esto es, con genuina humildad, esto nos acerca a Dios y hace que Satanás se aleje de nosotros. Santiago lo explica así: “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros… Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” (Santiago 4:6-8, 10, énfasis añadido).
A Satanás lo debe enfurecer especialmente ver a las personas humillarse delante de su Creador —de tal forma que no puede soportar estar cerca ante tal conducta. Y si no puede estar alrededor de los seres humanos que se están acercando a Dios, él no tiene la oportunidad de trabajar en su contra como normalmente lo hace.
Así, el significado de nuestra reconciliación con Dios incluye el hecho de que Satanás se aparta de nosotros. Por supuesto, este alejamiento es sólo temporal. Satanás pronto volverá a su labor de tratar de engañarnos a nosotros si puede. Pero por un solo día —el día de Expiación— Satanás pierde su influencia en aquellos que se humillan a sí mismos delante de Dios.
Las malas noticias para Satanás son que este día santo representa una época en la cual él será restringido y no podrá engañar a las personas por mil años.
Hay todavía otro significado en el día de Expiación que son buenas noticias para los seres humanos y malas noticias para Satanás. Las malas noticias para Satanás son que este día santo representa una época en la cual él será restringido y no podrá engañar a las personas por mil años.
Al describir este futuro evento, Juan escribió: “Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años…” (Apocalipsis 20:1-3).
Con Satanás restringido y sin poder engañar a las personas, todos tendrán la oportunidad de entender claramente el camino de vida de Dios, arrepentirse de sus pecados y recibir salvación. Éstas son unas noticias maravillosas para la humanidad.
Para Satanás, sin embargo, seguramente será un tiempo de frustración e ira porque cuando esté restringido, no podrá hacer absolutamente nada para impedir que miles y miles de personas sean reconciliadas con su Creador y puedan recibir la vida eterna.
Una perspectiva más clara
Cuando crecí, me parecía más fácil ayunar y aprendí las grandes noticias que el día de Expiación representa para nosotros los seres humanos y las malas noticias que representa para Satanás. Todavía extraño el alimento y la bebida cuando ayuno, pero ahora observo este día santo con respeto y entendimiento. Y para ser honesto, lo disfruto un poco más al saber lo que éste significa para Satanás y porqué lo odia tanto.
Si quiere profundizar en este festival de Dios, vea nuestro artículo: “El día de Expiación” y el folleto: Las fiestas santas de Dios. Él tiene un plan para usted.
Recuadro: Dos machos cabríos y el día de Expiación
En el Antiguo Pacto con la antigua Israel, una ceremonia especial en la que participaban dos machos cabríos fue ordenada para el día de Expiación.
Uno de los machos cabríos era sacrificado como una ofrenda por el pecado y el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo en el tabernáculo y rociaba una parte de la sangre de este macho cabrío en el propiciatorio (Levítico 16:15-16). Este macho cabrío y el ritual asociado con él, prefiguraban la forma en que el Nuevo Pacto proveería la forma de reconciliarse con Dios —el sacrificio de Jesús, que pagaría la pena de nuestros pecados.
El sumo sacerdote ponía entonces sus manos sobre el segundo macho cabrío y confesaba todos los pecados del pueblo. Entonces era liberado y enviado al desierto (Levítico 16:21-22; 34; Hebreos 9:7). Este macho cabrío representaba a Satanás y su engaño a las personas (1 Juan 5:19; Apocalipsis 12:9).
El poner los pecados en la cabeza del macho cabrío indica el papel que juega Satanás al llevar a las personas a pecar. El día de Expiación representa el encadenamiento futuro de Satanás por mil años (Apocalipsis 20:1-3).
Para un estudio más detallado de esta ceremonia tan particular, vea el artículo: “Levítico 16 y el día de Expiación”.