Jesús habló acerca del “misterio del reino”, y Pablo escribió acerca de los misterios de Dios. ¿A qué misterios se referían ellos y qué significan para nosotros?
Cuando Jesús terminó de predicarle a una multitud reunida en las orillas del mar, se alejó del agua y la gente para hablar en privado con sus discípulos más cercanos. Los discípulos aún no comprendían bien sus parábolas, así que le pidieron que se las explicara.
Jesús les respondió: “A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas” (Marcos 4:11).
¿A qué misterio se refería Cristo y por qué la mayoría no podía entenderlo? ¡La respuesta es parte del mayor misterio de la Biblia!
La palabra griega traducida como misterio
La palabra “misterio” proviene del griego mystērion. Mystērion y sus variantes aparecen 27 veces en el Nuevo Testamento. Pero, si bien en español esta palabra se deriva del griego, su significado original no es el mismo.
Según el Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo Testamento exhaustivo, de Vine, en el Nuevo Testamento mystērion “denota no lo que es misterioso, como sucede con el término castellano, sino aquello que, estando más allá de la posibilidad de ser conocido por medios naturales, sólo puede llegarse a saber por revelación divina”.
Este diccionario además explica que el mystērion del Nuevo Testamento sólo puede ser entendido por quienes tienen el Espíritu Santo de Dios en ellos.
Strong’s Exhaustive Concordance of the Bible [Concordancia exhaustiva de la Biblia, de Strong] aclara el significado de este término explicando que “a menudo se refiere a una parte mal entendida del Antiguo Testamento que, con la venida de Cristo, fue develada”.
Entonces, la primera venida de Cristo y el Espíritu Santo son dos elementos fundamentales para comprender los misterios de la Biblia.
Un misterio determinado antes de los siglos
En una carta para la Iglesia en Corinto, el apóstol Pablo comparó la sabiduría del mundo con la sabiduría de Dios, explicando que él y sus compañeros en el ministerio “[hablaban] sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria” (1 Corintios 2:7).
Notemos que esta sabiduría existía “antes de los siglos”, estaba “oculta” y que, incluso cuando Pablo hablaba de ella, lo hacía “en misterio”. Esto significa que el misterio se trata de algo que Dios había determinado mucho tiempo atrás, pero sus planes habían permanecido ocultos para los humanos hasta ese momento.
El capítulo anterior nos muestra destellos de ese misterio. Pablo escribió acerca de la incapacidad de judíos y gentiles para creer en un Mesías crucificado; este concepto era “para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura” (1 Corintios 1:23).
Pero el Mesías crucificado es un elemento central en este misterio. Los judíos esperaban un Mesías conquistador que restaurara su nación a una posición privilegiada entre las naciones. Además, la crucifixión se consideraba una maldición y un destino impensable para su versión del Mesías.
Para los gentiles, había una distinción marcada entre el mundo físico y el espiritual. No podían concebir que Dios se hiciera humano o que se preocupara tanto por los humanos como para hacer algo así. (Vea nuestro artículo “Cristo crucificado: ¿piedra de tropiezo, locura o sabiduría de Dios?” si desea profundizar acerca de este tema.)
En su carta para la Iglesia en Roma, Pablo confirmó que la venida de Cristo era esencial para que los misterios de Dios fueran develados: “al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora” (Romanos 16:25-26).
¿Cuáles son los principales misterios de la Biblia?
La mayoría de los 27 usos de mystērion y sus variantes se refiere a verdades que han permanecido ocultas para gran parte de la humanidad e incluso la mayoría del pueblo escogido de Dios, Israel. (Sin embargo, algunos de sus usos en el libro de Apocalipsis se refieren a símbolos específicos en las visiones de Juan.)
Por ejemplo, Pablo usa esta palabra para referirse a la resurrección y la transformación de los santos al regreso de Cristo (1 Corintios 15:51-52). Cuando Cristo vino por primera vez, muchos de los líderes religiosos, principalmente los saduceos, no creían en la resurrección.
Todos estos misterios están conectados con ese plan. De hecho, el plan de salvación de Dios es el mayor misterio de la Biblia.
En otra epístola, Pablo usó mystērion para referirse a la íntima relación entre Cristo y la Iglesia, comparándola con el matrimonio (Efesios 5:32). Si bien algunos pasajes del Antiguo Testamento describen a Israel como una novia (Jeremías 2:1-2, 32), esta imagen se usa para destacar la idolatría de la nación (versículo 11). El énfasis de Pablo, en cambio, está en la cercanía o intimidad de la relación matrimonial como una ilustración de la relación espiritual.
“El misterio de la iniquidad” (2 Tesalonicenses 2:7) es otra verdad oculta a la que Pablo alude. Para todo el que cree en un Dios amoroso y todopoderoso, la existencia del mal es desconcertante, especialmente el mal que existirá en el tiempo del fin.
Pablo también escribió acerca de la extensión de la gracia de Dios a los gentiles como un misterio, dado que el corazón de los israelitas estaba endurecido (Romanos 11:25). De hecho, Pablo sentía “gran tristeza y continuo dolor” por su propia gente (Romanos 9:2); incluso dijo: “[desearía] yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos” (v. 3).
Entonces, estos son algunos de los principales misterios del Nuevo Testamento. ¿Tienen algún elemento en común? ¡Sí!
El mayor misterio de la Biblia
¡El elemento en común es el plan de salvación de Dios! Todos estos misterios están conectados con ese plan. De hecho, el plan de salvación de Dios es el mayor misterio de la Biblia.
La salvación es posible porque Cristo fue crucificado, e incluye la resurrección y transformación de los santos de Dios. También implica entrar en una relación íntima de familia con Dios. Y el plan de Dios fue establecido según sus tiempos y su gracia. (Para leer más acerca del plan de salvación de Dios, vea nuestro artículo “Plan de salvación: cómo las fiestas santas de Dios nos revelan su plan”.)
Durante su ministerio en la Tierra, Cristo comenzó a revelar este misterio. En una oración registrada por uno de sus discípulos, Jesús le agradeció a Dios por ocultar su identidad y misión de “los sabios y de los entendidos” y revelarlas “a los niños” (Mateo 11:25).
No todos entendían el misterio, ni siquiera en la presencia de Jesús. Y no todos lo entienden ahora. El apóstol Juan escribió acerca de la incapacidad de algunas personas para entender los misterios de Dios, incluso tras la venida de Jesús a la Tierra: “Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron” (Juan 1:5, Reina Valera Antigua).
Claramente, la venida de Cristo en el primer siglo, aunque fue un prerrequisito, no es el único factor necesario para comprender el mayor misterio de la Biblia.
El Espíritu Santo y los misterios de Dios
En su carta a la Iglesia de Éfeso, Pablo escribió acerca del “misterio… que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu” (Efesios 3:3-5). Este misterio no se reveló sino hasta que el Verbo fue hecho carne, e incluso entonces, sólo a través del Espíritu Santo de Dios.
Al venir al mundo y morir por nosotros, Jesús preparó el camino para que los humanos podamos recibir el Espíritu Santo dentro de nosotros (Romanos 8:9). Por esto la noche antes de su crucifixión Jesús les prometió a sus discípulos que recibirían el Espíritu Santo, el cual “os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).
¿Qué significa esto para usted y para mi?
Nosotros también podemos llegar a entender el mayor misterio de la Biblia, el plan de salvación de Dios. Entenderlo no requiere de estudios superiores acerca de la Biblia o estudios teológicos, pero sí hay condiciones que debemos cumplir.
Primero, nadie puede entender estos misterios o comenzar este camino de fe si Dios el Padre no lo llama (Juan 6:44). Segundo, necesitamos creer en Jesucristo y en su mensaje (Juan 7:38; Marcos 1:15).
Tercero, debemos reconocer nuestros pecados y arrepentirnos (Hechos 2:38). Cuarto, debemos ser bautizados (Hechos 2:38, Gálatas 3:27). Y finalmente, un ministro de Jesucristo debe imponernos las manos y orar para que recibamos el Espíritu Santo (Hechos 8:18). El espíritu es una garantía de nuestra salvación (Efesios 1:14).
Si usted atraviesa por este proceso, puede crecer en la sabiduría y el conocimiento (Efesios 1:17-21), y puede desarrollar un entendimiento más profundo del mayor misterio de la Biblia: el maravilloso plan de salvación de Dios.
Con ese entendimiento, puede llegar a comprender por qué algunas personas son llamadas ahora y otras no. Puede conocer el propósito de la resurrección y la transformación de los santos. E incluso puede llegar a entender por qué un Dios maravilloso permite el mal en nuestro mundo actual.
Y, como resultado de entender el misterio del plan de salvación de Dios, puede gozarse en las promesas ciertas de Dios para aquellos a quienes llama a su familia.
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