Eclesiastés

Eclesiastés es un libro fascinante para todos los que buscan respuestas a las preguntas fundamentales: ¿Cuál es el propósito de la vida? ¿En qué consiste la verdadera felicidad? ¿Cómo puedo tener una vida significativa?

Los sabios, eruditos, y quienes buscan respuestas a las preguntas fundamentales han encontrado ayuda y guía en las páginas del libro de Eclesiastés a través de los siglos. Eclesiastés es tan relevante hoy como lo fue cuando se escribió casi 3.000 años atrás.

¿Quién escribió Eclesiastés?

La palabra Eclesiastés significa esencialmente “el predicador” y es una traducción de la palabra hebrea koheleth. El primer versículo del libro nos revela que el autor del libro se llama “el Predicador”, y que él era hijo de David, y un rey en Jerusalén.

El comentario judío The Five Megilloth [Los cinco Megilloth o Rollos], publicado por Soncino Press, afirma: “Prácticamente todos los eruditos y autoridades modernos de la Biblia, concuerdan con el punto de vista tradicional de que fue el rey Salomón quien escribió Eclesiastés” (p. 106).

Salomón se convirtió en rey de Israel después de la muerte de su padre David. Dios se le apareció a Salomón y le hizo una pregunta: “Pide lo que quieras que yo te dé” (1 Reyes 3:5). Salomón pudo haber pedido riquezas, poder o la victoria sobre sus enemigos. Pero en vez de eso pidió sabiduría para poder ayudar a su pueblo (v. 9). De esta manera Dios lo bendijo con sabiduría y entendimiento más allá de lo que ninguna otra persona había tenido antes (vv. 10-12)

Hoy, podemos leer acerca de la sabiduría de Salomón en varios libros de la Biblia: Eclesiastés, Proverbios y Cantares (Cantares de Salomón).

Cuando leemos el libro de Eclesiastés, estamos leyendo acerca de las experiencias de un hombre a quien se le dio la sabiduría divina. Esta sabiduría de Dios es infalible y verdadera para todas las personas y para todas las edades, especialmente cuando queremos responder las preguntas más importantes acerca del significado mismo de la vida.

Un breve resumen del libro de Eclesiastés

Hay 12 capítulos en el libro, y muchos de los versículos son conocidos incluso por lectores ocasionales de la Biblia.

Capítulo 1 prepara el escenario para el propósito más importante del libro. Discute la aparente futilidad de la vida humana, la cual va y viene en ciclos. Nosotros nacemos; vivimos; trabajamos; envejecemos y morimos. La Tierra y sus ciclos continúan de generación en generación, siglo tras siglo; y nada parece cambiar. El versículo 9 nos dice que no hay nada nuevo bajo el sol. ¿De qué se trata todo? ¿Acaso hay algo más en esta vida humana que este ciclo sin fin?

En el versículo 13 se nos dice que Salomón estaba resuelto a usar la sabiduría que Dios le había dado para encontrar respuestas a estas eternas preguntas.

Capítulo 2 nos relata algunas de las cosas que Salomón experimentó en su búsqueda para encontrar satisfacción en su vida: alegría, placer, vino, proyectos de construcción, oro y plata, entretenimiento de varias formas, y diversiones de toda clase. Pero finalmente todo lo dejó insatisfecho y con un vacío interior.

Capítulo 3 es quizás el más conocido de todos los capítulos, ya que describe de una forma más poética estos ciclos repetitivos y sin fin de la vida. Incluso se han escrito canciones modernas usando estas mismas palabas:

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz” (3:1-8).

Capítulos 4 a 6 lidian con la vanidad y frustración de muchos de los afanes de esta vida, tales como:

  • Trabajos sin fin que parecieran no llevar a ningún lado (4:4-8).
  • La naturaleza fugaz de la popularidad (4:13-16).
  • La insatisfacción de acumular dinero y cosas materiales (5:10-17).
  • La inquietante realidad es que no importa cuántas riquezas obtengamos en este mundo, todo va a terminar algún día en la tumba (6:6).

Capítulo 7 aborda la relativa injusticia de la vida. Salomón observa que mucha gente impía pareciera prosperar, y mucha gente buena y justa pareciera sufrir en esta vida (7:15).

Capítulos 8 y 9 vuelven a tocar el tema que la muerte llega a todos. “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol” (9:5-6).

Eclesiastés 9:10 es un versículo que a menudo se cita para alentar el trabajo arduo: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas”. Pero la razón de esto se menciona nuevamente en el contexto de la muerte: “porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría”.

Salomón concluye que “tiempo y ocasión acontecen a todos” (9:11).

Capítulos 10 y 11 cubren una variedad de temas, incluyendo lo fácil que una buena reputación puede ser arruinada (10:1), la necesidad de la prudencia (10:8-10), los efectos de los gobiernos justos e injustos sobre las naciones (10:16-17), y la incertidumbre de la vida (11:1-8).

Capítulo 12 es una sección particularmente interesante porque usa metáforas gráficas para describir el proceso del envejecimiento. En el versículo 1 Salomón se refiere a la vejez como “los días malos”, y luego procede a describir a un hombre al final de su vida. Algunos se han preguntado si él realmente estaba describiendo su propio cuerpo ahora frágil y débil como resultado de la vida que había vivido —una vida que incluyó 700 esposas y 300 concubinas (1 Reyes 11:3), su deleite por el vino, insensatez, y necedad (Eclesiastés 2:3,12).

La triste lección que nos deja la vida de Salomón es que él permitió que esta búsqueda de placeres en su propia vida hiciera que su corazón se desviara de Dios. “Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con el Eterno su Dios, como el corazón de su padre David” (1 Reyes 11:4).

Veamos algunas de las metáforas en Eclesiastés 12:3-5, y lo que posiblemente representan:

  • Los guardas de la casa tiemblan —las manos empiezan a temblar y tiritar.
  • Los hombres fuertes se encorvan —las piernas se cansan y debilitan.
  • Las muelas cesan —pérdida de dientes.
  • Los que miran a través de las ventanas oscurecen —la vista falla.
  • Él que se levanta a la voz del ave —el no poder dormir, y cuando el ruido más leve se hace intolerable.
  • Los que temen las alturas —incluso un simple paso o una curva pueden convertirse en un obstáculo.
  • El almendro florece —aparecen las canas.
  • Pérdida del apetito —pérdida de amor y pasión romántica; posiblemente se refiere en general a la falta de placer en la vida (ver 12:1).

Salomón concluye en los versículos 7 y 8 diciendo: “y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad”.

El lector se queda con el mismo sentimiento de futilidad que Salomón sentía. Al parecer él todavía buscaba respuestas: ¿Es esto todo lo que la vida puede ofrecer? ¿Habrá algo más que esta vida temporal, esta pasajera existencia que en un momento está aquí pero en el siguiente momento ya no está? Nacemos en un día, vivimos aproximadamente 60, 70 u 80 años, y después todos morimos.

El fin del discurso

Las buenas noticias son que el libro de Eclesiastés no termina en el capítulo 12:8. Finalmente los últimos versículos nos dan la respuesta a todas estas preguntas. Examinemos estas respuestas detalladamente.

“Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad” (12:10). Aunque Salomón había escrito muchos proverbios y libros, él tuvo mucho cuidado al escribir los comentarios finales de este libro.

La lección más importante de todo el libro la leemos en el versículo 13: “El fin de todo el discurso es éste”.

Lo que sigue es la conclusión que Salomón aprendió después de haber vivido una vida llena, como nunca nadie había vivido. Él lo hizo todo —más que ninguna otra persona en esta vida— y ahora estaba listo para decirnos que es lo más importante que podemos hacer en nuestras vidas.

“Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre [todo el deber del hombre]” (v. 13, énfasis añadido).

Temer a Dios significa respetar y honrar a Dios verdaderamente, es lo más importante y gratificante que cualquier ser humano puede hacer en toda la vida. Nosotros mostramos temor divino cuando guardamos los mandamientos de Dios. El salmista dijo que él amaba la ley de Dios, y que meditaba en ella todo el día (Salmos 119:97). Así mismo, el apóstol Juan escribió que la forma en que mostramos nuestro amor a Dios es guardando sus mandamientos (1 Juan 5:3).

El apóstol Pablo llegó a la misma conclusión que Salomón cuando escribió en la primera carta a los Corintios, “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres” (1 Corintios 15:19). Lo que Pablo decía era que si esta vida es todo lo que podemos esperar, entonces tendríamos razón al concluir que esta vida sólo trae futilidad. Sin embargo, Pablo y Salomón sabían que hay una vida futura.

“Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.
Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:20-22).

Encontrando el propósito de su vida

Las buenas noticias es que hay vida más allá de esta mera existencia física, y todas las personas que hayan vivido vivirán nuevamente. A todos los que no hayan tenido la oportunidad se les ofrecerá la posibilidad de aceptar plenamente los caminos de Dios, y recibir el regalo de la vida eterna.

La pregunta que deberíamos hacernos es que si realmente vamos a creer las palabras de Salomón y buscar significado en nuestras vidas siguiendo a Dios, y guardando todos sus caminos. Sólo si hacemos esto, podremos encontrar nuestro verdadero propósito en esta vida, y la paz, felicidad y satisfacción que todos buscamos.

Para leer más acerca del significado de la vida, vea el artículo “el propósito de la vida”.

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