El final de los enemigos, pero Dios permanecerá
Reprendiste a las naciones, destruiste al malo, borraste el nombre de ellos eternamente y para siempre... Pero el Eterno permanecerá para siempre; ha dispuesto su trono para juicio. Él juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con rectitud.
En este salmo, David no nombra los enemigos que él estaba enfrentando por lo que los lectores a lo largo de las generaciones han podido aplicar a sus propios enemigos este pasaje. El no nombrarlos también encaja con el mensaje del salmo: los enemigos serán olvidados y sus caminos destructivos serán terminados para siempre. Pero Dios nunca será olvidado y siempre será alabado por su rectitud y justicia.
El corazón humano clama profundamente por justicia. Injusticia, acoso, opresión y corrupción han sido el común denominador del estado de la humanidad apartada de Dios. Nosotros podemos alabar a Dios por su justicia inquebrantable. Pero, ya que también nosotros hemos sido enemigos de Dios al pecar, podemos estar eternamente agradecidos por su misericordia inconmensurable.
Lea más acerca de la justicia de Dios (y su misericordia) en nuestro artículo “Propósito de la profecía”.
