Dios permite el mal—pero ¿por cuánto tiempo?

El mal es aborrecible —lastima a las personas— y sin embargo Dios permite que continúe. Parece incongruente, no obstante vemos que existe y ha existido durante miles de años. ¿Cuándo acabará?

permitir Dios que exista tal flagelo? ¿Acaso perdió la batalla contra el mal? Algunas personas piensan que sí.

La inmensa mayoría de las veces, cuando nos enteramos de las noticias, vemos que algo malo sucedió en el mundo, desde una masacre hasta la explotación infantil. Pero hay males, menos publicitados, que ocurren con regularidad, tales cómo el adulterio, la mentira, y sí, contaminar y quebrantar el sábado santo de Dios.

La maldad y el pecado causan dolor, sufrimiento y ruina. Aunque actualmente Dios permite que exista el mal, no aprueba que ninguno de nosotros, individual o colectivamente, se involucre en él.

¡Dios aborrece el mal!

¡Existen muchas definiciones y sinónimos para el mal, Dios los aborrece a todos! La maldad es una de ellas. “Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; cetro de justicia es el cetro de tu reino. Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo” (Salmos 45:6-7).

Todo aquel que adora a Dios debe parecerse a él en este sentido: “El temor del Eterno es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco” (Proverbios 8:13).

Básicamente, el mal es cualquier cosa que quebranta la ley de Dios, y debemos evitarlo como leemos en 1 Pedro 3:11: “Apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala”.

Entonces, ya que Dios aborrece el mal y debemos evitarlo en nuestras vidas —¿por qué sigue existiendo el mal?

El origen del mal y su destrucción final

En el principio no existía el mal. Todo era bueno. Había gran regocijo en el cielo, hasta que un ser, Lucero, se llenó de iniquidad, violencia y orgullo (Ezequiel 28:15-17). Se convirtió en Satanás, el adversario de Dios, y ha engañado a la humanidad para que sigan sus caminos del mal (Apocalipsis 12:9). El mundo está verdaderamente bajo su dominio (1 Juan 5:19).

Jesucristo confirmó que Satanás es un mentiroso y es el padre de las mentiras, y no hay verdad en él (Juan 8:44). Satanás es totalmente malvado y se le ha permitido influir en los seres humanos desde el principio. Pero la Biblia también muestra que su dominio sobre las personas sólo va a durar un tiempo limitado.

Así que, la humanidad puede escoger entre dos caminos: el bien (la vida) y el mal (muerte). Dios nos dice que escojamos la vida (Deuteronomio 30:19). El camino de vida bueno va a durar para siempre y el otro será pulverizado. ¡El mal será destruido!! ¡No va a prevalecer!

De hecho, la destrucción del mal comienza con la vida, muerte y resurrección de Jesucristo: “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (1 Juan 3:8).

Otro paso en la destrucción del mal va a ocurrir cuando Cristo regrese —en ese momento el diablo va a ser encadenado durante mil años “para que no engañase más a las naciones” (Apocalipsis 20:3).

La remoción final del mal sucederá cuando Satanás sea desterrado finalmente de toda la humanidad. “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre” (v. 10). Si usted desea más información acerca de este tema, lo invitamos a leer “¿Satanás destruido? ¿Cómo?”.

Una y otra vez, Dios ha exhortado a las personas para que se arrepientan —a apartarse de todo mal. Una y otra vez, Dios ha llamado a las personas para que se arrepientan —que se aparten de todo mal. El mal va a desaparecer por completo cuando llegue el momento de la destrucción final de Satanás. Entonces sólo existirá un camino de vida: el de la justicia y el cumplimiento de las leyes de Dios. Por lo tanto, Dios no está perdiendo ninguna guerra contra el mal. De hecho, Él tiene un momento estipulado en el que el mal será desterrado, ¡y todos anhelamos la llegada de ese momento!

Mientras tanto…

Mientras esperamos el regreso de Jesucristo a la Tierra para que establezca su Reino, continuamos viviendo en un mundo donde existe el mal. Y esta allá afuera —comprende desde las decapitaciones perpetuadas por el ISIS hasta las mentiras y las trampas que se cometen a diario.

El mal se encuentra en el interior de la sociedad. Nunca ha cesado, desde el momento en que Adán y Eva escucharon al diablo y rechazaron a Dios. La historia revela que Caín mató a Abel —el primer asesinato. Después, las personas se tornaron tan violentas y malvadas que Dios trajo un diluvio para destruirlos a todos excepto a una familia.

Pero incluso después de Noé, las personas seguían desafiando a Dios y construyeron la Torre de Babel. Cuando fueron dispersados por la tierra, el mal los acompañó y persiste hasta nuestros días. Una y otra vez, Dios ha exhortado a las personas para que se arrepientan —a apartarse de todo mal. Un ejemplo de esto lo encontramos en 2 Pedro:

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).

El apóstol Pedro continúa la exhortación en el versículo 10: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”.

Luego, en el versículo 11, vemos nuestras responsabilidades: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir”.

No es fácil vencer el mal. Tenemos que batallar constantemente contra la maldad (Efesios 6:12) y necesitamos la ayuda de Dios para esa batalla (lo invitamos a leer la serie de artículos que comienza con “Tomad toda la armadura de Dios”).

O sea que, hasta que el mal sea finalmente desterrado, cada uno de nosotros debe aborrecer el mal y alejarse de él. Debemos anhelar el momento en el que finalmente la maldad va a ser abolida de la Tierra.

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