¿Acaso es necesario actualizar los Diez Mandamientos? ¿O deberían más bien ser ratificados? ¿Cómo se aplican estas antiguas leyes en el mundo moderno?
Probablemente haya oído que en el año 2008 al obispo Gianfranco Girotti le pareció que los siete pecados capitales católicos debían modernizarse. Según un reportaje de la BBC, Girotti quería agregar a la nueva lista cosas como contaminación ambiental, manipulación genética, acumulación excesiva de riqueza y tráfico y consumo de drogas. (La lista original, que incluye gula, avaricia y pereza, fue creada por el Papa Gregorio I en el año 590 d.C.).
¿Y qué hay de los Diez Mandamientos? Sin duda son mucho más antiguos que los siete pecados capitales; de hecho, Dios los dió en el Monte Sinaí casi 3.500 años atrás. Es más, si tenemos en cuenta que Abraham los obedeció miles de años antes, estas leyes de Dios son aún más antiguas (Génesis 26:5).
¿Acaso Jesucristo remplazó o actualizó los Diez Mandamientos? ¿Deberían ser modificados en la actualidad? ¿O son más bien principios fundamentales y eternos que nos llevan a actuar y pensar correctamente en lugar de hacer lo incorrecto? ¿Acaso no nos enseñan cómo amar a nuestro prójimo y cómo amar a Dios, según su voluntad?
¿Qué dice la Biblia sobre los Diez Mandamientos?
En Mateo 5:17-19, Jesucristo dijo que no había venido a la tierra para “abrogar la ley o los profetas”—lo que hoy conocemos como Antiguo Testamento. No sólo no anuló los Diez mandamientos, sino que además enseñó cómo aplicarlos más profunda y espiritualmente.
Cuando le preguntaron cuál era el mandamiento más importante, Jesús resumió los Diez Mandamientos—y la Biblia entera—diciendo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40).
En otras palabras, Cristo reveló el propósito espiritual de los Diez Mandamientos. Los primeros cuatro nos enseñan cómo amar a Dios—y cómo quiere Él que le amemos—mientras que los últimos seis nos enseñan cómo amar a nuestro prójimo.
Otra de las instrucciones de Jesucristo es: “si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19:17). Y, cuando le preguntaron cuáles, mencionó cinco de los Diez Mandamientos y uno de los enunciados que los sintetiza: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” (vv. 18-19).
En Romanos 7:12, 14, el apóstol Pablo enseña que “la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno…Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado”. Siendo así, ¿cómo podría un ser humano natural y carnal obedecer esta ley santa y espiritual? Pablo también revela que esto es posible por medio de Jesucristo y la guía del Espíritu Santo (Romanos 7:25; 8:7-9, 14).
Jesús no sólo pagó la pena de muerte que merecíamos por nuestros pecados (Romanos 5:9; 6:23; 2 Corintios 5:21; 1 Pedro 1:18-19), sino que además nos muestra la manera y nos da la ayuda necesaria para que sigamos el camino de vida bueno y provechoso de Dios—el camino del amor. Si queremos hacerlo, debemos esforzarnos por cambiar, caminar como Él camina y amar como Él ama (1 Juan 2:6; Juan 13:34). Y, como revelan las palabras de Pablo, la ley de Dios fue establecida justamente para enseñarnos cómo amar (Romanos 13:9-10), pues el propósito espiritual de la ley de Dios es el amor.
El obstáculo para obedecer no es la ley; es nuestra debilidad. Pero, siempre que estudiemos la Palabra de Dios y nos esforcemos por obedecerle diligentemente, Él nos ayuda a vencer este obstáculo escribiendo su ley en nuestras mentes y corazones por medio del Espíritu Santo (Hebreos 8:8). Esto es precisamente el fundamento del Nuevo Pacto.
Santiago también habla acerca del trasfondo espiritual de los Diez Mandamientos. En Santiago 2:8, describe la ley de Dios como una “ley real”. ¿Qué significa esto? Que esta es la ley que regirá en el futuro reino de Dios cuando Jesucristo vuelva a la tierra como Rey de Reyes para gobernar este mundo (Apocalipsis 19:16).
En Santiago 1:25 y 2:12, vemos que el autor del libro también se refiere a la ley de Dios como la ley de la libertad. Y en Santiago 1:23-25 la compara con un espejo, explicando que no basta con simplemente mirarnos en él—o sólo tener conocimiento de la perfecta ley de Dios; debemos aceptar la ayuda que Dios nos da para hacer cambios en nuestra vida y amarlo a Él y a nuestro prójimo como su ley nos enseña.
Los mandamientos no son gravosos
Algunas personas piensan que obedecer la ley de Dios implica una forma de esclavitud; la consideran una pesada carga de la que Dios nos libró a través de Jesucristo. Sin embargo, estas personas olvidan lo que la Biblia revela claramente: la perfecta, eterna y espiritual ley de Dios es una ley de libertad:
- En 1 Juan 5:3, Juan dijo “sus mandamientos no son gravosos”.
- En Salmos 112:1, el salmista escribió: “Bienaventurado el hombre que teme al Eterno, y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la tierra”.
- Y en 1 Corintios 7:19, Pablo explica que “La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios”.
¿Qué ley fue abolida?
La ley de la circuncisión física no es parte de los Diez Mandamientos y, como el Nuevo Testamento claramente lo demuestra, fue remplazada por la circuncisión espiritual—un cambio interior profundo (Romanos 2:29). Además, el libro de Hebreos revela que los sacrificios y rituales del templo fueron remplazados por el sacrificio de Jesucristo. Tanto estos como las leyes civiles del antiguo gobierno de Israel no son un requisito para los cristianos en la actualidad; de hecho, generalmente ni siquiera son permitidos. Sin embargo, aun este tipo de leyes nos deja principios y lecciones que podemos aplicar hoy en día.
En la actualidad, la ley eterna y espiritual de Dios sigue siendo la base para tener una vida honesta y piadosa. Las leyes y principios que la Biblia enseña siguen vigentes y continúan guiando las vidas de los cristianos en el mundo moderno.
¿Cuál era la verdadera esclavitud?
Jesucristo explicó claramente que la verdadera esclavitud es aquella causada por el pecado, de la cual la verdad nos libera (Juan 8:31-36).
Dios ha revelado su verdad a través de la Biblia que, como explica Pablo, fue “inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16). Y las Sagradas Escrituras—que llamamos Antiguo Testamento—“pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (v. 15).
Entonces, ¿por qué hay Escrituras donde pareciera que Pablo menosprecia la ley? Si bien algunas de estas requieren de más estudio, la mayoría de ellas se aclara cuando tenemos en cuenta algunas de las instrucciones que Pablo intentaba dar:
- Los gentiles no necesitan convertirse al judaísmo para ser cristianos.
- No importa cuán minuciosamente guardemos la ley, esto no gana el perdón de nuestros pecados pasados ni quita la pena de muerte que merecemos por ellos.
El mismo apóstol Pedro reconoció los escritos de Pablo como parte de las Sagradas Escrituras, pero también admitió que algunas partes sus epístolas eran “difíciles de entender” (2 Pedro 3:16). Por esto, siempre que intente analizar alguno de estos pasajes, recuerde que Pablo también se refirió a la ley como santa, justa y buena (Romanos 7:12), y en una ocasión dijo “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:1-2).
Es cierto que sólo el misericordioso sacrificio de Jesucristo puede hacernos agradables a Dios; nada de lo que hagamos nos hace “merecedores” de su perdón. Pero, sabiendo cuán terrible es el pecado, cuán buena y provechosa es la ley de Dios, cuánto odia Dios el pecado y cuánto nos ama a nosotros, la única reacción correcta es seguir el consejo que Cristo dio a la mujer adúltera: “vete, y no peques más” (Juan 8:11).
Los Diez Mandamientos son un maravilloso regalo de Dios y cada uno de ellos merece nuestro estudio y meditación. Le invitamos a leer un breve análisis de cada mandamiento en esta sección.