A mi corta edad, sabía que el ministro estaba en lo cierto. Pero lo que dijo después no hizo convincente su argumento.
Comencé a guardar el sábado hace más de sesenta años, cuando aún era muy pequeño. Tan pequeño que de hecho no recuerdo muy bien aquella época. Mis recuerdos más antiguos de estar guardando el sábado son de cuando tenía más o menos cinco años.
Descubrimiento del sábado
En 1952, mi madre escuchó por primera vez el programa de radio El mundo de mañana, que era patrocinado por la Iglesia de Dios de la Radio. Poco después, ella comenzó a guardar el sábado y les enseñó a sus dos hijos la importancia de ese día tan especial. En ese entonces vivíamos en la ciudad de Michigan, Indiana, pero poco tiempo más tarde regresamos a Arkansas, donde trabajamos como agricultores en la granja que administraba mi abuelo.
Cuando nos mudamos a Indiana, en 1951, mi madre era bautista e iba a servicios y guardaba el domingo. Pero cuando volvimos a Arkansas, en 1955, ella estaba totalmente comprometida a guardar el séptimo día como día de reposo.
Una discusión de sábado vs. domingo
Un día, poco después de nuestro regreso a Arkansas, el ministro bautista local —el “hermano Edwards”, como lo llamaba su congregación— visitó la casa de mis abuelos.
Desafortunadamente, mi madre y yo estábamos en la sala con mi abuelo cuando el ministro llegó, y él rápidamente fijó su atención en mi madre porque no la había visto en la iglesia bautista desde hacía años. Le preguntó la razón.
Mi madre respondió sin titubear que ya no podía aceptar el domingo porque ahora creía que el sábado era el día correcto de adoración. El hermano Edwards inmediatamente se puso de pie —tenía una discapacidad que lo hacía cojear, pero en ese momento se levantó como si no tuviera ningún problema— apuntó a mi mamá con el dedo y le dijo: “Hasta un niño de cuatro años sabe que el sábado es el día de reposo. Pero no importa qué día guarde, siempre y cuando guarde el domingo”.
Mi mamá entonces respondió: “Si no importa qué día guarde, elijo guardar el sábado”.
Eso puso fin a la conversación, y el hermano Edwards se fue muy enojado.
Mi madre no era una persona polémica y no tenía ni treinta años cuando este incidente ocurrió; pero el sábado era muy importante para ella. Y yo fui testigo de ello a mis escasos cinco o seis años de edad.
Sin embargo, nuestra situación no era única. A través de los años, muchos han sido perseguidos por creer en el sábado, y no en el tan popular domingo, como el día de reposo.
¿Cómo se puede ignorar uno de los Diez Mandamientos?
El sábado es el cuarto de los Diez Mandamientos. Pero aún así, la mayoría de los cristianos profesos simplemente no lo respetan. ¿Por qué? ¿Cómo pueden ignorar uno de los Diez Mandamientos? Muchos se esconden tras el supuesto de que los apóstoles cambiaron el sábado por el domingo poco después de la muerte de Cristo, o argumentan que Cristo resucitó un domingo y por lo tanto ése es un día de adoración válido. Pero ninguno de estos “hechos” es cierto; y ninguna de estas conclusiones tiene sustento bíblico o histórico.
La Biblia dice claramente que el sábado fue santificado (apartado) como día de adoración desde el principio de la creación (Génesis 2:1-2), y su observancia fue codificada posteriormente como uno de los Diez Mandamientos en el monte Sinaí. “Acuérdate del día de reposo para santificarlo… Porque en seis días hizo el Eterno los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, el Eterno bendijo el día de reposo y lo santificó” (Éxodo 20:8, 11).
El séptimo día dura 24 horas, desde la puesta de sol del viernes hasta la puesta de sol del sábado, según el conteo de los días “de tarde a tarde” que encontramos en Levítico 23:32. Durante ese período de tiempo, Dios nos ordena dejar de trabajar para descansar y congregarnos con su Iglesia.
Lamentablemente, muchos cristianos que han guardado el sábado a través de la historia han sido perseguidos por no aceptar el domingo como día de adoración. Algunos se preguntan: “¿le importa a Dios realmente en qué día lo adoremos?”, como si la respuesta estuviera en duda. ¡Claro que le importa! O al menos eso es lo que dice la Biblia.
¿Cómo guardar el sábado?
Una vez que comprobamos con las Escrituras la necesidad de guardar el sábado y nos convencemos de ello, debemos hacernos la siguiente pregunta (como lo hizo mi madre): ¿cómo se guarda el sábado?
La Biblia no tiene una lista exhaustiva de todos los “qué hacer” y “qué no hacer”, pero sí existen principios básicos que debemos tener en cuenta. Estos son algunos ejemplos:
- Prepararnos con anticipación. Prepararnos implica pensar, orar y planificar para cada sábado. A algunos les gusta hacer una cena especial el viernes por la noche. Otros invitan a personas con sus mismas creencias a compartir un rato agradable después de servicios. Pero el punto es que debemos prepararnos con antelación. Ésa fue la enseñanza que Dios les dio a los israelitas a través del maná: que debían recoger doble porción en el sexto día para prepararse para el séptimo (Éxodo 16:4-5).
- Asistir a los servicios de la Iglesia. Parte de nuestra rutina de sábado debe ser congregarnos con otros creyentes. La Biblia de hecho nos advierte que nunca debemos dejar de hacerlo (Hebreos 10:25). No importa si estamos de vacaciones, en un viaje de negocios o visitando a la familia, siempre debemos recordar que el séptimo día es el día de reposo para Dios.
- Hacer del sábado un día de reposo y aprendizaje (Éxodo 20:8-11). El sábado es un buen día para estudiar más la Biblia, orar y meditar más. Debemos hacer estas cosas siempre, por supuesto, pero aún más durante el sábado. Éste es un día para enfocarnos en nuestro desarrollo espiritual.
Dos peligros
Cuando hemos estado guardando el sábado por muchos años, existe el peligro de que nos relajemos y hagamos del sábado una rutina. Podemos llegar a ver este día como cualquier otro, excepto porque no trabajamos. Pero dejar de trabajar es sólo una parte de la observancia del sábado. El día de reposo no es una vacación; es un día de profunda observancia espiritual que incluye descansar de nuestras labores.
En el otro lado del espectro están quienes hacen del sábado una carga. Ése fue el problema de los fariseos en tiempos de Jesús, y fue por eso que Cristo los llamó hipócritas “que coláis el mosquito, y tragáis el camello” (Mateo 23:24).
¿Nos hemos relajado en nuestra observancia del sábado, o nos hemos hecho como los fariseos? Ningún extremo es bueno según la Biblia.
Dios creó el sábado para que fuera una delicia (Isaías 58:13), pero los fariseos lo convirtieron en una carga. Dividieron el trabajo en 39 categorías —algunas tan banales como hacer un nudo— y dado que todas se clasificaban como trabajo, todas estaban prohibidas durante el sábado.
Pero Jesucristo no estaba de acuerdo con sus reglas humanas acerca del sábado. De hecho, no tuvo ninguna tolerancia hacia los fariseos y su forma de guardar el día de reposo, llamándolos hipócritas en más de una ocasión. Y como Él mismo lo dijo, Él era el Señor del día de reposo (Marcos 2:28).
Jesús y los fariseos
Un buen ejemplo de la objeción de Jesús a las leyes de los fariseos para el sábado se encuentra en Mateo 12. En esa ocasión, los fariseos acusaron a los discípulos de quebrantar el sábado porque habían sacado unas pocas espigas de grano para comer mientras viajaban. Según ellos, viajar y arrancar espigas eran violaciones a las reglas que ellos mismos habían creado, así que “Viéndolo los fariseos, le dijeron [a Cristo]: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo” (Mateo 12:2)
Sin embargo, Cristo los reprendió por su actitud, y al hacerlo nos dejó una lección acerca de cómo debemos observar el día de reposo. Arrancar una espiga de grano cuando tenemos hambre no es cosechar un cultivo, ni tampoco incorrecto. El sábado no es un día para autocastigarnos, sino un día de regocijo. Si bien uno podría optar por ayunar un sábado en una situación especial, por ejemplo, no debería ser nuestra costumbre.
¿Qué nos enseña este ejemplo bíblico? Demuestra que las reglas humanas acerca del sábado, por bien intencionadas que sean, no remplazan las Escrituras. Hay algunas actividades que son violaciones claras del mandamiento del sábado, pero en nuestro mundo moderno también hay actividades que requieren que personalmente tomemos la decisión de si son violaciones o no. Este tipo de actividades son las que no se mencionan en la Biblia. A través de los años, muchas personas han querido tener una lista de qué hacer y qué no hacer en sábado, como la de los judíos, pero la Biblia simplemente no nos la da.
Si usted está convencido de que el sábado es el día de reposo correcto, ¿qué está haciendo al respecto? ¿Se prepara cada semana para el séptimo día, va a servicios cada sábado, y hace del sábado un día de reposo, de aprendizaje y de acercamiento a Dios?
Hasta un niño
Aún recuerdo aquél incidente en la casa de mis abuelos, cuando el hermano Edwards le gritó a mi mamá: “Hasta un niño de cuatro años sabe que el sábado es el día de reposo”. Yo tenía poco más de cuatro años entonces, pero sabía que el ministro tenía razón; yo había comprendido que el sábado era el día de Dios desde muy pequeño.
Cada semana, cada séptimo día, tenemos la oportunidad de guardar ese día tan especial. Como dice la escritura: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para [el Eterno]” (Éxodo 20:8-10). D
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