Muchas personas sufren de la enfermedad de la prisa. Ésta es “un patrón de conducta caracterizado por un apresuramiento continuo y ansiedad; un continuo y abrumador sentido de urgencia” (Dictionary.com).
Si usted está constantemente tratando de añadir una cosa más a sus habilidades multifacéticas —tales como comer su almuerzo hablando por teléfono y revisando su último correo o mensaje de texto al mismo tiempo, es muy probable que usted tenga la enfermedad.
Si usted se frustra rápidamente por tener que esperar en la fila para comprar algo, se irrita normalmente porque el tráfico no se mueve rápido, y habitualmente interrumpe a las personas que están hablando, es muy probable que la tenga.
Si usted no tiene tiempo libre y persistentemente siente que necesita hacer más, y más rápido, es muy probable que la tenga.
En resumen, casi todos tenemos o “la enfermedad de la prisa” o experimentamos alguno de estos síntomas de forma regular. Parece que es una norma en este mundo moderno.
Consecuencias
Desafortunadamente, la enfermedad de la prisa no es un juego de palabras ni vana palabrería psicológica. Es real y tiene sus consecuencias.
Por ejemplo, la falta de sueño se ha convertido en un problema serio. El titular de un artículo de Ian Johnston, corresponsal de ciencia para The Independent, resume brevemente: “La catastrófica falta de sueño en la sociedad moderna nos está matando, advierten los científicos del sueño”.
En su artículo, Johnston informa que el problema “se está extendiendo en la sociedad moderna... Las luces eléctricas, las pantallas de televisión y computadoras, viajes más largos, la desaparición de la línea entre el trabajo y el tiempo personal y una multitud de otros aspectos de la vida moderna han contribuido a la deprivación del sueño, que se define como una noche con menos de siete horas de sueño.
“Esto se ha relacionado con cáncer, diabetes, enfermedades cardíacas, infartos, Alzheimer, obesidad y salud mental deficiente, entre otros problemas de salud. En resumen, la falta de sueño nos está matando”.
Por supuesto, la falta de sueño y sus consecuencias no tienen fronteras. Anne Fisher, al reportar en el sitio Entrepeneur, con base en Estados Unidos, escribió: “Eventualmente, la enfermedad de la prisa puede hacerlo sentir mal, ya que aumenta la producción corporal del cortisol, la hormona del estrés, que suprime el sistema inmune y ha sido relacionado con la enfermedad cardíaca” (“¿Too Busy to Think? You May Suffer from “Hurry Sickness” [“¿Demasiado ocupado para pensar? Usted tal vez sufra de “la enfermedad de la prisa”]).
La falta de sueño es una causa importante de los accidentes y las muertes en las autopistas. En Estados Unidos, “la Administración de Seguridad Nacional de Tráfico en las autopistas estima que la somnolencia al volante fue responsable de 72.000 choques, 44.000 heridos y 800 muertes en el 2013. Sin embargo, estas cifras están subestimadas y más de 6.000 choques fatales cada año pueden haber sido causados por los conductores somnolientos” (CDC.gov, “Drowsy Driving: Asleep at the Wheel” [Conductores somnolientos: dormidos al volante]).
Los expertos generalmente aconsejan a las personas que están enfrentando la enfermedad de la prisa que hagan ejercicio, establezcan prioridades en su tiempo y eliminen las cosas innecesarias. Si bien estas sugerencias pueden ayudar indudablemente, tal vez también deberíamos considerar lo que nuestros cuerpos nos están diciendo y un antiguo consejo.
Cronobiología
La cronobiología —la rama de la biología que se ocupa de los ritmos fisiológicos naturales y otros fenómenos cíclicos— ha descubierto que los seres humanos tenemos relojes biológicos internos. Los ritmos circadianos son ciclos de 24 horas que se refieren a nuestras rutinas diarias. Tendemos a hacer ciertas cosas al mismo tiempo cada día. Por ejemplo, con la posible excepción de los fines de semana, generalmente nos cansamos en un momento definido y nos levantamos a la misma hora cada día.
A muchos les sorprende saber que nuestros cuerpos también tienen ciclos de siete días. En su libro Proof Positive [Prueba positiva], Neil Nedley, M.D., escribió: “Así como el cuerpo tiene un reloj natural diario (ritmo circadiano) también tiene un reloj semanal (ritmo circaseptano)… los ritmos del cuerpo que tienen siete días de duración.
“La investigación médica ha demostrado esos ritmos en conexión con una variedad de funciones fisiológicas. Algunos han sido identificados e incluyen el ritmo cardíaco, suicidios, hormonas naturales en la leche materna, la inflamación después de la cirugía y el rechazo de los órganos trasplantados”.
Y en cuanto a los ciclos de siete días más obvios, “los ritmos semanales parecen ser los más fáciles de detectar cuando el cuerpo está bajo estrés, tal como cuando se está defendiendo de un virus, una bacteria u otro intruso nocivo. Por ejemplo, los síntomas del resfriado (que en realidad son signos de que el cuerpo se está defendiendo del virus del resfriado) duran cerca de una semana. Los síntomas de la varicela (fiebre alta y pequeñas manchas rojas) usualmente aparecen casi exactamente dos semanas después de la exposición a la enfermedad” (Susan Perry y Jim Dawson, The Secrets Our Body Clocks Reveal [Los secretos que revela el reloj de nuestro cuerpo], p. 21).
Ya que el ritmo de la vida para nosotros los seres humanos incluye los ciclos circaseptanos, nos enfrentamos a varias preguntas intrigantes. ¿Son estos ciclos de siete días sólo un capricho de nuestra existencia? ¿O son huellas de nuestro Creador? Y más específico aún, ¿tiene Dios alguna instrucción para nosotros que esté en armonía con los relojes de nuestro cuerpo y modere nuestra enfermedad de la prisa?
Dios tiene un plan de siete días para la humanidad
Cuando buscamos en la Biblia para ver cómo nuestro mundo actual y los seres humanos fueron creados, lo encontramos encapsulado en un período de siete días. El primer capítulo del primer libro de la Biblia nos da el esbozo de cómo durante seis días Dios recreó la Tierra y creó a la humanidad.
“Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Génesis 2:2-3).
Es interesante notar que además de bendecir y santificar el séptimo día —designándolo como un día especial y diferente de los otros días— Dios también descansó en este día. Por supuesto, no fue porque Dios, quien es todopoderoso, se hubiera cansado (Isaías 40:28). Al descansar en el séptimo día, Dios estaba dando un ejemplo para los seres humanos.
El sábado semanal no fue diseñado por Dios como una restricción arbitraria o castigo para la humanidad. En vez de ello, “fue hecho para el hombre”, el día después de que Dios creara a la humanidad (Marcos 2:27; Génesis 1:24-31; 2:1-3). Era un regalo de Dios para la humanidad.
Inmediatamente después de crearnos, Dios estableció un día para que descansáramos de nuestras labores físicas. Cuando nosotros observamos este día, nuestros cuerpos tienen un descanso de 24 horas en un período de siete días. Es una oportunidad semanal para que nuestros cuerpos se rejuvenezcan y contraataquen la enfermedad de la prisa.
¿Importa este día?
Algunos reconocen los beneficios de descansar un día de los siete, pero asumen que no importa cuál día de la semana escojamos para descansar. Al fin y al cabo, los ciclos circaseptanos no se alinean necesariamente con el séptimo día de la semana. Podemos escoger y tener un séptimo día relajado en cualquier día a lo largo de la semana.
¿Importa entonces cuál día utilicemos para descansar y adorar? Los musulmanes adoran el viernes; los judíos el sábado; y la mayoría de los que profesan el cristianismo, el domingo.
Realmente sí importa. Descansar y adorar a Dios el sábado —el séptimo día de la semana— tiene significados espirituales que no pueden encontrarse al descansar durante cualquier otro día de la semana.
Significado del séptimo día, el sábado
Veamos tres razones que la Biblia revela para observar el séptimo día, el sábado:
- Descansar en el séptimo día de la semana nos recuerda que Dios es nuestro Creador y que Él ha bendecido y santificado este día. La última parte del mandamiento del sábado anota: “Porque en seis días hizo el Eterno los cielos y la tierra, el mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, el Eterno bendijo el día de reposo y lo santificó” (Éxodo 20:11). Éste es el día en que Dios descansó y Él no ha santificado ningún otro día con este propósito.
- Descansar en este día nos recuerda que Dios es nuestro libertador. Cuando los israelitas eran esclavos en Egipto, tenían que trabajar en lo que les ordenaran sus amos. En relación con el mandamiento de observar el sábado, a los antiguos israelitas se les recordó: “Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que el Eterno tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual el Eterno tu Dios te ha mandado que guardes el día sábado” (Deuteronomio 5:15). Este día de reposo les recordó a los israelitas que Dios los había librado de una situación en la cual ellos no podían descansar. Hoy, Dios todavía está liberando a las personas, sólo que ahora es de la esclavitud del pecado.
- Celebrar el séptimo día, el sábado, anticipa nuestro descanso eterno con Dios. Décadas después de la muerte de Cristo, los cristianos del primer siglo todavía estaban observando este día. Después de explicar que había un futuro descanso para el pueblo de Dios, el autor del libro de Hebreos anota: “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios” (Hebreos 4:9).
El viernes no tiene estos significados. El domingo tampoco. Sólo el sábado tiene esos significados espirituales profundos.
¿Necesita usted un descanso? Claro que sí. Todos necesitamos un descanso semanal. Y la mejor forma de estar sincronizados con las necesidades de nuestros cuerpos y honrar a nuestro Creador es guardar el séptimo día, el sábado —una bendición que Él nos dio. ¡Cuando guardamos su sábado santo, éste es el fin de la enfermedad de la prisa y el inicio de una mejor relación con nuestro Creador!
Recuadro: Predicciones erróneas acerca de las horas de descanso
“En 1930, John Maynard Keynes hizo la famosa predicción de que, en un siglo el crecimiento económico significaría que estaríamos trabajando no más de 15 horas semanales —y la humanidad tendría que enfrentar su máximo desafío: descubrir qué haría con todas esas horas vacías” (Oliver Burkeman, “Why Time Management Is Ruining Our Lives” [Por qué el manejo de nuestro tiempo está arruinando nuestra vida]).
Isaac Asimov, el bien conocido escritor de ciencia ficción, también hizo una predicción interesante en 1964 acerca de cuánto tiempo libre tendrían los seres humanos en el 2014. Él predijo correctamente los avances tecnológicos, tales como vehículos que se autopiloteaban y el uso del poder nuclear, pero también pronosticó que las personas sufrirían de “la enfermedad del aburrimiento” (David Pogue, “Asimov’s Predictions From 1964: A Brief Report Card” [Predicciones de Asimov de 1964: un informe breve]).
Tal como ha resultado todo, los avances no nos han llevado a no tener nada que hacer. En vez de ello, muchos ahora sienten que su vida está demasiado ocupada.
Hace cerca de dos mil años, al profeta Daniel le dieron un adelanto de lo que sería “el tiempo del fin”. Daniel 12:4 dice que las condiciones en este punto crítico de la historia de la humanidad serían tales que “muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará”.
Resultado final: ¡la vida no va a ser cada vez más aburrida a medida que llegamos al final de esta era actual!
Recuadro: ¿Debemos adorar el domingo en honor a la resurrección de Cristo?
Las iglesias protestantes enseñan la sola Scriptura —latín que significa “sólo Escritura”— con el significado de que la Biblia es su autoridad suprema en todos los temas de doctrina y práctica. Desafortunadamente, la mayoría de los protestantes se reúnen el domingo y por lo tanto no se adhiere a su propia creencia cuando se trata de observar el sábado semanal desde el atardecer del viernes hasta el atardecer del sábado, tal como lo ordena la Biblia. (Los católicos celebran el domingo porque creen erróneamente que ellos tienen la autoridad para cambiar el día de adoración de sábado a domingo).
En lugar de seguir la instrucción de la Biblia de adorar el séptimo día, los protestantes dicen que se reúnen el domingo en honor de la resurrección de Cristo. Su argumento está tergiversado en varias formas:
Cristo no se levantó de la tumba el domingo por la mañana. Cuando las mujeres llegaron a su tumba el domingo temprano, se dieron cuenta de que Él ya había resucitado (Mateo 28:1-6). En realidad, Él resucitó al atardecer del sábado. Si desea más detalles, vea “La señal de Jonás: ¿murió Jesús el viernes santo? ¿Resucitó el domingo de resurrección?”.
En las páginas de la Biblia, Dios nunca autoriza mover el sábado al domingo y nunca santifica otro día semanal para la adoración aparte del sábado. Cristo rebatió enérgicamente a aquellos que seguían los mandamientos de los hombres en lugar de los mandamientos de Dios (Mateo 15:9).
El cristianismo que Jesús fundó ya tiene una práctica que nos recuerda y nos hace sentir muy agradecidos por la resurrección de Cristo. Cuando somos bautizados, simbólicamente: “somos sepultados juntamente con él para muerte” y “si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección” (Romanos 6:4-5).
No existe ninguna base escritural para adorar semanalmente en el domingo. ¿No parece extraño que el mandamiento que comienza con la advertencia de recordar (Éxodo 20:8), es el que muchos que profesan ser cristianos —tanto protestantes como católicos— olvidan?
Para aprender más acerca del día que Dios determinó para adorar, vea el video y los artículos en la sección de Vida, Esperanza y Verdad: “El Cuarto Mandamiento: acuérdate del día de reposo”.