Los reformistas decían basarse sólo en las Escrituras. Pero los católicos afirman que los protestantes aún reconocen la autoridad de la iglesia con una creencia específica.
Sola scriptura.
Martín Lutero y sus contemporáneos aseguraban que esta frase en latín —“sólo por medio de la Escritura”— era la base de sus esfuerzos para reformar el catolicismo y rechazar la autoridad del Papa y de la tradición católica.
Sin embargo, tenían un problema: no lograban ponerse de acuerdo sobre qué y cómo debía reformarse. Algunos querían hacerlo rápido con reformas drásticas. Otros querían ir lento. Algunos querían limitar las cruces y los íconos. Otros creían que todas las imágenes debían desaparecer. Algunos creían en el bautismo de infantes. Otros, sólo en el de adultos. Algunos creían que el pan eucarístico era el cuerpo de Cristo; otros que sólo lo representaba. Desacuerdos como estos iban y venían, y es por eso que hoy existen tantas denominaciones protestantes.
A pesar de las divisiones, hubo una creencia que casi todos los reformistas aceptaron por igual, y que, curiosamente, no rompía con las tradiciones de la Iglesia Romana: la observancia del domingo como día de adoración.
El problema con el domingo
Mantener la observancia del domingo creó para los protestantes un gran problema que se mantiene hasta el día de hoy. En palabras simples, el domingo es una violación directa del concepto de sola scriptura. La Biblia enseña claramente que Jesús, los apóstoles y la Iglesia del primer siglo guardaron el séptimo día, el sábado, como día de reposo (Lucas 4:16, 31; Hechos 17:2-3; 18:4), por lo tanto, alguien que basa sus creencias sólo en las Escrituras debería observar el sábado, no el domingo. (Descubra más acerca de la enseñanza bíblica del sábado en nuestras series en video El sábado: un regalo de Dios.
Los orígenes del domingo, en cambio, se encuentran en la historia extrabíblica, donde vemos que fue un día adoptado gradualmente (por algunos) sólo a partir de mediados del segundo siglo. La primera evidencia escrita acerca del domingo como día de adoración es un documento escrito por Justino Mártir alrededor del año 150 d.C.; y una de las principales motivaciones de este cambio fue no parecer “judíos”. En sus comienzos, la Iglesia Romana incluso impuso un ayuno semanal en sábado con el fin de evidenciar su “desprecio hacia los judíos”, quienes guardaban el sábado como una fiesta (Kenneth Strand, ed., The Sabbath in Scripture and History [El sábado en la Biblia y la historia], pp. 137-138).
Más adelante, en el año 321 d.C., Constantino el Grande estableció oficialmente el domingo como día de reposo en todo el Imperio Romano. El emperador había sido un devoto adorador del sol durante gran parte de su vida, y probablemente ésa fue una de las razones por las que escogió el dies solis (día del sol) específicamente como el día oficial de adoración.
La historia del domingo no es para nada secreta. De hecho, la misma Iglesia Católica es muy honesta con respecto al cambio que hizo. En su libro acerca de teología católica The Faith of Millions: The Credentials of the Catholic Religion [La fe de millones: las credenciales de la religión católica], John A. O’Brien explica que, según los católicos: “La Iglesia recibió la autoridad para hacer el cambio de su fundador, Jesucristo… La Iglesia no cambió la ley divina que obliga a los hombres a adorar, sino que simplemente cambió el día en el cual debe hacerse dicha adoración pública” (p. 400, énfasis añadido). Muchas otras fuentes católicas afirman lo mismo.
En resumen, tanto la historia secular como la Iglesia Romana concuerdan en que fue la Iglesia Católica, y no la Biblia, quien cambió el día de adoración cristiano del sábado al domingo. Para más evidencia de esto, lea nuestro artículo “¿Cómo y cuándo fue reemplazado el sábado por el domingo como día de adoración?”
Los protestantes y el sábado
Ahora volvamos a la Reforma. Como vimos, los reformistas desafiaron muchas de las prácticas de Roma, pero no el domingo; aunque no fue porque no hayan discutido el tema.
Al mismo tiempo que ocurría la Reforma, surgió un pequeño movimiento proveniente de los anabautistas en Silesia y Moravoa que abogaba por la restauración del sábado. Martín Lutero, Ulrico Zwinglio y Juan Calvino sabían de estos sabatarios (como se les llamaba), pero se opusieron obstinadamente a ellos.
En una carta acerca de su colega reformista Andreas Karlstadt (quien tenía tendencias sabatarias), Lutero incluso dijo: “si Karlstadt escribe más acerca del día de reposo, incluso el domingo tendrá que modificarse, y en cambio se guardaría el día de reposo, es decir el sábado. Eso realmente nos haría judíos en todos los sentidos, al punto de que tendríamos que circuncidarnos, etcétera” (Against the Heavenly Prophets [Contra los profetas divinos], 1525).
Es interesante que Lutero distinguiera el domingo del día de reposo, el cual entendía que era el sábado. En su opinión, el día de reposo era parte de la ley ceremonial judía y por lo tanto no era obligación para los cristianos. Es por esto que decidió mantener el domingo como día formal de adoración, sin considerarlo obligatorio o igualarlo al Cuarto Mandamiento.
Un problema para los protestantes
Aunque la literatura protestante a menudo intenta justificar el domingo con ciertas escrituras, no es más que una cortina de humo para esconder la verdad histórica: fue Roma, no la Biblia, quien hizo el cambio de día. De hecho, muchos apologistas católicos han utilizado la discrepancia entre sola scriptura y el domingo para criticar a los protestantes. Dos ejemplos de ello son:
En The Faith of Millions [La fe de millones]:
“Pero dado que el sábado, no el domingo, se especifica en la Biblia, ¿no es curioso que los no católicos que dicen tomar su religión directamente de la Biblia, y no de la iglesia, observen el domingo en lugar del sábado? Sí, claro que es inconsistente; pero este cambio se hizo… siglos antes de que el protestantismo naciera…
“Ellos han mantenido la tradición, aunque ésta se basa sólo en la autoridad de la Iglesia Católica y no en un texto bíblico explícito. Así, esta observancia permanece como un recordatorio de la iglesia madre, de donde salieron todas las sectas no católicas” (pp. 400-401).
El arzobispo de Reggio (citado por muchos apologistas católicos) dijo además en el Concilio de Trento:
“La palabra escrita prescribe explícitamente la observancia del séptimo día como día de reposo. Ellos no observan el séptimo día, sino que lo rechazan. Si su estándar realmente fuera la Escritura exclusivamente, entonces observarían el séptimo día como se ordena a lo largo de la Biblia. Sin embargo, no sólo rechazan la observancia del sábado ordenado en la palabra escrita, sino que además han adoptado y practican la observancia del domingo, la cual se basa sólo en la tradición de la Iglesia [católica]. En consecuencia, la afirmación de ‘sólo por medio de la Escritura’ falla; y la doctrina de que son necesarias ‘Escritura y tradición’ queda establecida, siendo los protestantes mismos los jueces” (citado en Rome’s Challenge: Why Do Protestants Keep Sunday? [El desafío de Roma: ¿por qué los protestantes guardan el domingo?], p. 23).
Estas citas expresan claramente el mayor fracaso de la Reforma: el protestantismo se fundó sobre la premisa de reemplazar la tradición católica por sola scriptura, pero mantuvo uno de los mayores cambios que la iglesia impuso acerca de las enseñanzas de la Biblia. Si los reformistas hubieran aplicado sola scriptura seriamente, habrían rechazado el domingo y restaurado el sábado como día de reposo.
Cada fin de semana, cuando millones de protestantes trabajan en sábado y van a la iglesia en domingo, lo que hacen es reconocer inconscientemente la autoridad de la Iglesia Católica por encima de la Biblia.
Si usted está interesado en tomar la decisión que Lutero, Zwinglio y Calvino no tomaron, le invitamos a leer nuestro folleto gratuito El sábado: un regalo de Dios que hemos descuidado. Este libro estudia detalladamente la enseñanza bíblica acerca del sábado, habla de algunos desafíos comunes y muestra cómo el sábado puede mejorar su vida.