Algunas personas piensan que el mandamiento de descansar en el séptimo día de la semana ha sido revocado y que ahora todos los días de la semana son días de reposo para los cristianos. ¿Es bíblica esta idea?

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La instrucción de descansar en el séptimo día de la semana y considerarlo santo se establece claramente en el cuarto de los Diez Mandamientos (Éxodo 20:8-11).
Sin embargo, la mayoría de los cristianos modernos (incluso quienes dicen guardar los Diez Mandamientos) no observan el día de reposo según la enseñanza bíblica.
Sus razones varían.
Algunos creen que el día de reposo fue cambiado del sábado al domingo; otros, que fue abolido en la cruz. Pero otro argumento que también ha ganado popularidad es que ahora todos los días son días de reposo.
¿Cambió Jesucristo el día de reposo del sábado a todos los días de la semana?
¿Qué es el día de reposo?
Antes de responder esta pregunta, repasemos qué es y qué no es el día de reposo según el Antiguo Testamento.
La primera mención del día de reposo se encuentra en Génesis 2. Luego de trabajar durante seis días creando los cielos y la Tierra, Dios “reposó el día séptimo de toda la obra que hizo” (v. 2). La palabra hebrea traducida como “reposó” es sabat.
El versículo 3 continúa: “Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó”.
Bendecir y santificar es apartar algo como santo. Esta bendición de Dios implica que el séptimo día de la semana es único y diferente al resto de los días.
Más tarde, en el Cuarto Mandamiento, Dios reveló cómo debemos santificar este día: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para el Eterno tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas” (Éxodo 20:8-10).
En esencia, este mandamiento nos dice que debemos descansar en el sábado y apartarlo como un día santo —es un día especial, dedicado a adorar a Dios y a renovarnos física y espiritualmente. Dios nos da seis días para trabajar y hacer todas nuestras actividades, pero nos ordena apartar el sábado para Él.
Y, como Cristo dijo más tarde, el día de reposo es un día diseñado para nuestro beneficio (Marcos 2:27).
La santidad no se limita a un solo día
Aunque el día de reposo es un día específico de la semana, Dios no espera que su pueblo se enfoque en lo espiritual y tenga una vida santa solamente en ese día.
No descuide el regalo semanal que Dios le ha dado. Honre el sábado y permita que lo acerque a Dios y a otros creyentes, y que lo fortalezca para vivir justamente cada día de la semana.
Si bien debemos observar el sábado por que es un día santo (Isaías 58:13), Dios espera que su pueblo “[sea], pues, [santo], porque yo soy santo” (Levítico 11:44) todo el tiempo, 24 horas al día, siete días a la semana.
Buscar la santidad es un asunto de carácter personal. El pueblo de Dios debe ser santo siempre. Debe amar a Dios y enseñarles a sus hijos su camino de vida cada vez que se presente la oportunidad (Deuteronomio 6:5-7).
El mandamiento del sábado aparta un día a la semana para enfocarnos por completo en Dios y fortalecer nuestro compromiso de vivir justamente todos los días. Además, fomenta la edificación de una comunidad de creyentes.
El sábado también es una señal especial que identifica al pueblo de Dios (Éxodo 31:13).
Lamentablemente, a través de gran parte de su historia, Israel ignoró el día de reposo de Dios y el resultado predecible fue un patrón de impiedad y pecado.
¿Se cumplió el día de reposo en Jesucristo?
Entonces, ¿se cambió el día de reposo a todos los días de la semana? Quienes toman esta postura a menudo argumentan que el día de reposo se cumplió en Cristo y que, en lugar de descansar en un día específico, los cristianos ahora descansan en Él todos los días de la semana.
Para defender esta idea, algunos citan Mateo 11, donde Cristo dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (v. 28, énfasis añadido).
Pero ¿significa esta afirmación que ahora todos los días de la semana son días de reposo?
Examinemos el contexto. Jesús estaba hablando acerca de las actitudes de las ciudades que recientemente había visitado, las cuales no querían arrepentirse, sino aferrarse a su vida de pecado.
Inmediatamente antes de hacer este comentario acerca del descanso, Cristo le agradeció a Dios por el pequeño grupo de personas que si se había arrepentido y lo había seguido (vv. 25-27). Luego continuó con la afirmación que leemos en el versículo 28.
Por lo tanto, Cristo no se estaba refiriendo al día de reposo semanal, sino al descanso del pecado y la carga que implica. Sólo quienes buscan la misericordia y guía de Dios pueden experimentar esa clase de descanso.
Ésta no fue la primera vez que Dios usó el concepto de descanso para describir la relación que los seres humanos pueden tener con Él. En cierta ocasión, cuando Moisés le pidió a Dios que lo guiara, Dios le dijo: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso” (Éxodo 33:14, énfasis añadido).
Más tarde, Dios usa el descanso para ilustrar la liberación de Israel de sus enemigos y de las cargas y el estrés de la guerra (Josué 11:23; 23:1).
Además, Dios a menudo usa el descanso para representar las bendiciones que su presencia trae, y la relación que podemos tener con Él. Pero ninguna de estas promesas acerca del descanso abolió el día de reposo semanal (Hebreos 4:9-10).
Cristo provee descanso de las cargas y las consecuencias del pecado. El arrepentimiento y el perdón son posibles sólo a través de su sacrificio. Cuando nos humillamos y echamos nuestras cargas sobre Dios, podemos reconocer el cuidado que Él tiene de nosotros (1 Pedro 5:6-7). Éste es el descanso al que Cristo se refería en Mateo 11.
Afirmar que sus palabras “yo os haré descansar” anulan la santidad que Dios puso en el sábado miles de años antes no sólo es una interpretación fuera de contexto, sino que también resulta ilógico. En términos teológicos, es una eiségesis: el acto de proyectar ideas propias al texto en lugar de indagar las intenciones y el significado originales de Cristo.
En otra situación, cuando los fariseos querían forzar su perspectiva antibíblica y abrumadora del sábado acerca de Jesús y sus discípulos, Cristo les respondió: “El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo” (Marcos 2:27).
Si sus seguidores ya no necesitaban guardar el sábado, Jesús podría haber dicho que no importaba lo que los discípulos hicieran o no en ese día. También podría haber dicho que ahora todos los días eran días de reposo, pero no lo hizo. En lugar de eso, hizo énfasis en la intención original que Dios tenía al establecer ese día: es un regalo y una bendición “para el hombre” de parte de Dios mismo.
Extraña y trágicamente, el maestro engañador ha convencido a millones de que el día de reposo y renovación que Dios mismo estableció es una carga de la cual debemos escapar, no una bendición que deberíamos aceptar y de la que podemos beneficiarnos.
El séptimo día y todos los días
Miles de años atrás, Dios bendijo y apartó el séptimo día de la semana como un regalo para la humanidad. En lugar de considerarlo una carga, los cristianos deberían verlo como una bendición, un día para enfocarnos en Dios a través del estudio bíblico, la oración, la meditación y tiempo de calidad en familia y con otros creyentes. También es un día para descansar física y mentalmente de las demandas de la vida diaria.
Quienes dicen que todos los días son días de reposo a veces crean argumentos vacíos en lugar de responder las verdaderas preguntas. Según dicen, observar el sábado es relegar la búsqueda de santidad espiritual a un solo día de la semana.
La Biblia enseña consistentemente que el pueblo de Dios debe buscar la santidad todos los días de su vida en su forma de vivir e interactuar con Dios. Ésta era la expectativa de Dios con el antiguo Israel, y es su expectativa para nosotros hoy. Pero la importancia de vivir justamente cada día no se opone al mandamiento de observar el día de reposo, sino que lo complementa.
Lo que Dios quería con el día de reposo
Cuando Dios creó el día de reposo y lo santificó, no lo hizo con la intención de que su pueblo buscara las cosas espirituales solamente ese día. Su propósito era fijar un día a la semana que su pueblo pudiera dedicarle por completo a Él, lo cual fortalecería su búsqueda de la santidad el resto de la semana.
El sábado es un período de 24 horas (desde el viernes a la puesta de sol hasta el sábado a la puesta de sol) en que el pueblo de Dios descansa de su trabajo y sus actividades regulares para concentrarse en que su prioridad más grande es su relación con Él. Dios bendijo ese día y lo santificó, y no hay un solo versículo en la Biblia que revoque esa bendición o lo redefina como todos los días de la semana.
Los seres humanos no tienen autoridad para quitar la santidad de algo que Dios ha hecho santo, ni para santificar lo que Él no ha santificado.
El sábado aún es parte de los Diez Mandamientos, y Cristo dijo que la ley de Dios no cambiaría en “una jota ni una tilde” hasta “que pasen el cielo y la tierra” (Mateo 5:18). De los Diez Mandamientos, el cuarto es el único que Dios nos instruye “recordar”.
No descuide el regalo semanal que Dios le ha dado. Honre el sábado y permita que lo acerque a Dios y a otros creyentes, y que lo fortalezca para vivir justamente cada día de la semana.
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