¿Es la Biblia realmente la Palabra de Dios o es simplemente una recolección de mitos antiguos? ¿Cómo podemos saber realmente si la Biblia es verdad?
La Biblia es uno de los libros que ha ejercido mayor influencia en la historia. Millones de personas creen que es la Palabra de Dios y muchos tratan de utilizarla como el fundamento de su vida. Y sin embargo muchos críticos de la Biblia dicen que es un libro de ficción. ¿Cómo sabemos que la Biblia es verdad?
Evidencia arqueológica
Contrario a lo que algunos piensan, la Biblia no es una recolección de mitos inventados acerca de personas que nunca existieron. La evidencia arqueológica ha desmentido repetidamente la idea de que todas las personas, lugares y sucesos en la Biblia fueron algo inventado.
Analicemos algunos descubrimientos que han confirmado los relatos bíblicos:
- La inscripción en la roca de Tel Dan. En 1993 y 1994, se encontraron fragmentos de la inscripción de la roca de Tel Dan, en la parte norte de Israel. La roca contenía una inscripción con referencias a Israel y la Casa de David. Antes de este descubrimiento, los críticos habían puesto en tela de juicio la existencia del Rey David que menciona la Biblia.
- La Piedra de Pilatos. Muchos críticos menospreciaban la existencia de Poncio Pilatos y decían que era una figura mítica. Pero en 1961, se descubrió un bloque de piedra caliza en Cesarea, con una inscripción que contenía el nombre de “Poncio Pilatos” y se refería a Él como el prefecto de Judea, confirmando así el registro bíblico.
- La autenticidad de Hechos. A Sir William Ramsay lo convencieron de que el libro de Hechos era un fraude, ya que contenía muchísimos detalles que no podían ser verificados. Él viajó al Asia Menor a finales de 1800 con la intención de probar su creencia. Sin embargo, después de investigar concienzudamente, el concluyó que “usted puede confiar en las palabras de Lucas [el que escribió Hechos], más que en cualquier otro historiador, ya que ellas permanecen firmes ante el escrutinio y el examen más exhaustivo que uno se pueda imaginar”.
Estos descubrimientos que acabamos de mencionar son solo unas cuantas muestras de muchas comprobaciones arqueológicas que nos ayudan a saber que la Biblia es cierta.
¿Qué afirma la Biblia?
Aunque la arqueología ha confirmado muchos relatos bíblicos, la Biblia no dice ser un libro de historia. El apóstol Pablo escribió que “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16). La palabra griega theopneustos significa literalmente respirada por Dios, indicando que ¡toda la Escritura es literalmente la Palabra de Dios! Aunque Dios ha utilizado a los seres humanos para que declaren sus palabras (Hebreos 1:1-2, 2 Pedro 1:21) esas palabras se originan en Él.
El término “Escritura” incluye lo que nosotros llamamos el Antiguo Testamento—que era lo que estaba disponible cuando Pablo escribió 2 Timoteo 3:16—y además lo que nosotros llamamos el Nuevo Testamento—que fue ensamblado más tarde e incluye las epístolas de Pablo (2 Pedro 3:16) y otros libros. En otras palabras, toda la Biblia es la Palabra de Dios.
Jesucristo mismo declaró que la Palabra de Dios es verdad (Juan 17:17). De hecho, toda la Palabra de Dios es verdad (Salmo 119:160), porque Dios, “… no miente” (Tito 1:2). Esto implica que si la Escritura contuviera errores originados en Dios, no podríamos confiar en la Biblia como una base para nuestra creencia.
Al fin y al cabo, si la Biblia afirma falsamente que es verdad en su totalidad, entonces ¿cómo podrían ser verdad todas las otras cosas que afirma ser? ¿Cómo podríamos creer aquellos pasajes en los que Dios declara que es un ser todo poderoso que nos quiere dar vida eterna, si hay otras secciones de la Biblia que contienen falsedades? La única forma en que podemos confiar en la validez del mensaje de la Biblia es si lo que dijo Cristo es verdad: “La Escritura no puede ser quebrantada” (Juan 10:35).
La profecía cumplida nos ayuda a saber que la Biblia es verdad
Tal vez no exista una evidencia más contundente de que la Biblia es la verdadera Palabra de Dios que la profecía cumplida. Cuando usted piensa en lo difícil que es predecir lo que va a pasar mañana, y lo que implica predecir lo que va a pasar varios siglos después, se hace evidente que de todo el contenido bíblico, la profecía sería la categoría en la que más fácilmente se harían aseveraciones falsas. Y sin embargo, a pesar de que un gran porcentaje de la Biblia es profecía, ninguna de sus afirmaciones se ha comprobado que es falsa—si bien muchas afirmaciones tienen un cumplimiento que aún está en el futuro, varias profecías detalladas ya se han cumplido.
Una de las profecías más increíbles es acerca de Ciro, el primer gobernante del Imperio Persa. En Isaías 44:28, Dios dijo que Ciro ordenaría la reconstrucción del templo en Jerusalén. Este versículo fue escrito aún antes de que Ciro hubiera nacido, ¡antes de que el templo hubiera sido destruido!
Dos siglos más tarde, esta profecía se cumplió cuando Ciro dictó un decreto por medio del cual los judíos podían volver a Jerusalén a reconstruir el templo (Esdras 1:1-4). Los críticos bíblicos tienen entonces dos opciones: o admitir que la Biblia es la Palabra de Dios y que sólo Él podía profetizar el futuro con semejante precisión; o argüir que la profecía de Isaías fue escrita después del decreto de Ciro. Muchas personas escogen la segunda opción, rehusándose a creer que la primera es posible. Sin embargo, es necesario desacreditar más de una profecía, argumentando que fue escrita después del hecho. Por ejemplo, por inspiración divina, Daniel describió acertadamente la sucesión de poderosos imperios que dominarían en los próximos siglos. El registro de la historia validó las declaraciones de Daniel: el Imperio Babilónico fue conquistado por el Imperio Medo Persa, que a su vez fue remplazado por el Imperio Greco Macedonio, que eventualmente fue sucedido por el Imperio Romano.
Otra profecía se encuentra en Daniel 9:24-27, conocida como la profecía de “las setenta semanas”, que señala el año exacto en que Jesucristo comenzaría su ministerio en esta tierra—casi 500 años después de que estos versículos fueran escritos.
Cuando se presentan profecías tan detalladas que han sido tan precisamente cumplidas, los críticos de la Biblia aseguran que las profecías fueron escritas después de los eventos que ellas anunciaban. Sin embargo, sus ideas no se basan en ninguna evidencia definitiva que las respalda, sino que descansan en el argumento de que no puede haber otra explicación razonable.
Sin embargo, sí hay una explicación que muchas personas se rehúsan a aceptar: la profecía Bíblica ha probado una y otra vez que no falla porque proviene de Dios. Como Dios mismo dijera: “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho” (Isaías 46:89-10).
Sólo Dios puede profetizar con precisión el futuro, y por esto es que la profecía cumplida es parte de la evidencia que tenemos para decir que la Biblia es cierta.
¿Prueba la ciencia que la Biblia es falsa?
Con el rápido avance de los descubrimientos científicos, muchos detalles que se encuentran en la Biblia se han visto atacados. Una controversia bastante conocida se centra en la edad de la tierra, que los científicos estiman que es miles de millones de años. Sin embargo, basados en las cronologías de la Biblia, han transcurrido sólo casi 6000 años de historia humana desde el relato de la creación en Génesis 1.
¿Está la Biblia errada? ¡No! Génesis 1:1 afirma: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Sin embargo, Génesis 1:2 establece que “la tierra estaba desordenada y vacía”—la palabra hebrea para “desordenada” es tohu. Pero según Isaías 45:18, Dios “no la creó en vano”; la palabra hebrea para “en vano” es tohu, la misma palabra que encontramos en Génesis 1:2.
Entonces, si Dios no creo originalmente a la tierra “en vano” o “desordenada” entonces ¡de alguna forma llegó a convertirse en eso! Una traducción más precisa de Génesis 1:2 es que “la tierra se volvió desordenada y vacía”.
La implicación es que entre Génesis 1:1 y Génesis 1:2, ocurrieron unos eventos que no se describen y dejaron a la tierra desolada y vacía, eventos que ocurrieron con el tiempo—aun miles de millones de años. Por lo tanto, la Biblia no contradice a la ciencia en cuanto a la edad de la tierra.
De hecho, la ciencia está en armonía con la Biblia. Al fin y al cabo, Dios es quién creó las diversas leyes físicas que los científicos tratan de descubrir. Varios recuentos bíblicos demuestran un conocimiento más profundo que sólo ha sido “descubierto” en siglos recientes.
Veamos algunos ejemplos:
- La Biblia se refiere al número de estrellas como algo tan enorme que ningún ser humano las puede contar (Génesis 15:5; Jeremías 32:22; Hebreos 11:12). Hasta la invención del telescopio, en 1608, muchos científicos, incluyendo al matemático y astrónomo Ptolomeo, creían que el número de estrellas era de aproximadamente 1.000. Sabemos ahora que hay billones de billones de estrellas en el universo.
- Muchas personas creen que el relato del diluvio es un mito, y sin embargo las dimensiones del arca de Noé (Génesis 6:14-16) son muy similares a los de los modernos transatlánticos, haciendo que el arca fuera muy estable y difícil de voltearse—totalmente diferente al cubo descrito en la leyenda babilónica de “Gilgamesh” acerca del diluvio.
- Dios ordenó a los israelitas que siguieran ciertos principios sanitarios básicos con respecto a los desechos humanos: debían enterrarlos fuera de su campamento (Deuteronomio 23:12-13). Aún en el mundo actual, la falta de manejo adecuado de las basuras y desechos ha causado brotes de cólera y con ello la muerte de miles de personas en un año.
Aunque la Biblia no es esencialmente una obra científica, contiene muchos hechos científicos—que deberían esperarse de la Palabra de Dios, ya que Él creó todo el universo.
¿Qué sucede con las aparentes contradicciones en la Biblia?
Increíblemente, aunque la Biblia se ha comprobado una y otra vez en “temas” difíciles como la profecía o la ciencia, pareciera llegar a una encrucijada en cuanto a lo que podríamos pensar es el área más fácil de evitar problemas—no contradecirse a sí misma.
Muchos críticos señalan el hecho de que ciertos pasajes bíblicos parecieran estar en conflicto entre si. Por ejemplo, el relato de Juan acerca de la crucifixión de Cristo, “...como la hora sexta… [Pilato] dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey!” (Juan 19:14)—antes de que Cristo fuera crucificado. Sin embargo, los otros relatos del evangelio establecen que “Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena” (Mateo 27:45; Marcos 15:33; Lucas 23:44)—después de que Cristo hubiera sido crucificado.
¿Está en conflicto el relato de Juan con los demás relatos? No. Debido a que el estado judío estaba bajo el control romano, Juan utilizó el método romano de contar el tiempo—en el que la primera hora comenzaba a medianoche, y entonces el fin de su “hora sexta” era a las 6 a.m. En contraste, los otros tres escritores de los evangelios utilizaron el método judío para contar el tiempo—en el que la primera hora comenzaba a las 6 a.m. y entonces la “sexta hora” terminaba a mediodía. No existe ningún conflicto.
Toda supuesta contradicción en la Biblia tiene una explicación razonable, tal como un error en la copia de manuscritos. Los críticos argumentan que estas explicaciones son “formas convenientes” de ignorar los errores bíblicos, y sin embargo cuando son confrontados con el cumplimiento profético, ellos caen en la misma explicación; las profecías fueron escritas después de que sucedieran las cosas.
Irónicamente, de acuerdo con esta crítica, los escritores bíblicos supuestamente tuvieron éxito en crear un fraude elaborado con el fin de lograr que la profecía apareciera legítima y a la vez fallaron en un tarea sencilla como es la de lograr que los diferentes relatos bíblicos concordaran entre si. Sin embargo, cuando consideramos la alternativa—que la Biblia realmente procede de Dios, y que Él inspiró a diferentes autores con personalidades y perspectivas diferentes para que escribieran sus palabras—entonces las aparentes discrepancias en la Biblia tienen sentido y pueden resolverse si se investiga apropiadamente.
Pruebe la Biblia obedeciéndola
En el fondo de la resistencia de muchas personas a creer en la verdad de la Biblia está su rechazo a obedecer lo que esta dice. Al fin y al cabo, si la Biblia es la Palabra de Dios y los seres humanos deben “vivir por cada palabra de Dios” (Lucas 4:4), entonces esto implica que nuestra forma de pensar y nuestra conducta deben ser planteados de tal forma que obedezcan sus instrucciones. Desafortunamente, nuestra moderna sociedad describe la Biblia como un texto restrictivo, anticuado, con muy poca aplicación en nuestro mundo actual. Pero Isaías 40:8 afirma que “la palabra del Dios nuestro permanece para siempre”.
¿Cómo sabemos entonces que la Biblia es cierta? ¡Pruébela! Si es realmente la Palabra de Dios, entonces seguir sus instrucciones traerá bendiciones (Deuteronomio 5:32-33), con la bendición final de recibir vida eterna en la familia de Dios. Este es el propósito de Dios para cada ser humano: Él sólo quiere lo que es mejor para nosotros, y por esto la Biblia debiera ser más que una curiosidad académica—debiera gobernar todo lo que hacemos.
Pruebe la verdad de la Biblia y permita que Dios cambie su vida.