Jesucristo oró para que sus seguidores fueran apartados a través de la verdad. ¿Juegan los cristianos un papel en su santificación? ¿Qué es la santificación? ¿Qué es la verdad?
La noche anterior a su crucifixión, Jesucristo hizo su oración más larga registrada en la Biblia. Esta oración tiene un lugar muy importante en los capítulos que Juan dedicó a las últimas horas de la vida de Jesús.
Los eventos que ocurrieron durante esas horas, y especialmente los últimos pensamientos de nuestro Salvador, deberían motivar a todos los cristianos.
“Santifícalos en tu verdad”
Esta oración de Jesús ocupa todo el capítulo 17 del evangelio de Juan. Una de las cosas que Cristo le pidió al Padre en esa ocasión fue que santificara a sus discípulos a través de la verdad (v. 17).
Pero ¿qué significa santificar exactamente? ¿Cómo puede la verdad santificarnos? Y ¿por qué es importante que sepamos estas cosas?
¿Qué significa santificar?
En el artículo “santificación”, Zondervan’s Pictorial Encyclopedia of the Bible [Enciclopedia bíblica ilustrada de Zondervan] dice: “En las mil instancias de las Escrituras canónicas donde se utilizan este término y sus cognados, el significado de separación se encuentra explícito o implícito y en ningún caso ausente” (Vol. 5, p. 265, énfasis añadido). El artículo también explica que “santificación” incluye el concepto de purificación, particularmente con el fin de prestar un servicio.
Entonces, Jesucristo le estaba pidiendo al Padre que separara a sus discípulos. Pero ¿separarlos de qué?
La respuesta está en esa misma oración. Cristo dijo que sus discípulos “no son del mundo” (vv. 14, 16) porque Dios los apartó (v. 6, Biblia la Palabra). Pero, si bien Él “ya no [estaba] en el mundo”, sus discípulos “están en el mundo” (v. 11).
Jesús pronunció estas palabras sabiendo que pronto sería crucificado. Él estaba por salir del mundo (la sociedad), pero sus discípulos se quedarían en él. Aun así, sus seguidores debían cuidarse de no participar de las obras carnales e incorrectas de la sociedad —debían apartarse del mundo y sus caminos.
El Padre, y sólo el Padre, es quien inicia este proceso de separación. Unos capítulos antes en el mismo Evangelio de Juan, Jesús dijo que “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).
Sin embargo, ése es sólo el primer paso. El proceso continúa cuando el Padre santifica a través de la verdad.
¿Cómo santifica la verdad a un creyente?
Para que un cristiano pueda apartarse de los caminos del mundo, necesita un estándar diferente. Ese estándar es Jesucristo, cuya vida y conducta ejemplificaron a la perfección la verdad de Dios. En Juan 14:6 Jesucristo mismo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”.
De hecho, Juan usa la palabra verdad (o sus variantes) más del doble de veces que los otros tres Evangelios juntos.
En Juan 1, dice por ejemplo que Jesucristo está “lleno de gracia y de verdad” (v. 14) y que “la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (v. 17). Y en una larga conversación con una mujer samaritana, Cristo explicó que el Padre busca seguidores que lo adoren “en espíritu y en verdad” (Juan 4:24).
¿Qué es la verdad?
Irónicamente, la última vez que Juan usa esta palabra es en el capítulo 18, cuando Pilato le pregunta con cinismo a Jesús: “¿Qué es la verdad?” (v. 38).
Para crecer como cristianos, cada uno de nosotros debe ser capaz de responder la pregunta de Pilato.
Nosotros no tenemos la oportunidad de caminar y hablar con Jesús como ellos lo hicieron. Sin embargo, Dios sí ha hecho posible que tengamos una relación personal con Él y entendamos su maravillosa verdad.
En un sentido, Cristo fue la personificación de la verdad. Sus discípulos caminaron y hablaron con Él; tuvieron el privilegio de conocerlo personalmente. Juan describe esta interacción directa cuando dice que su relato de la vida de Jesús es “lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos” (1 Juan 1:1).
Pero ¿qué hay de usted y de mi? Nosotros no tenemos la oportunidad de caminar y hablar con Jesús como ellos lo hicieron. Sin embargo, Dios sí ha hecho posible que tengamos una relación personal con Él y entendamos su maravillosa verdad.
“Tu palabra es verdad”
Inmediatamente después de pedirle al Padre por la santificación de sus discípulos a través de la verdad, Cristo afirmó: “tu palabra es verdad” (Juan 17:17). Aunque uno de los títulos de Jesucristo es el Verbo (Juan 1:1), ese no parece ser el sentido que Cristo tenía en mente aquí.
Poco antes en su oración, Cristo dijo varias veces que les había dado a sus discípulos las palabras de Dios (Juan 17:6, 8, 14), pues había pasado años predicándoles personalmente la verdad. Pero más adelante, también incluyó en su petición a las futuras generaciones de creyentes: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos” (v. 20).
Quienes somos cristianos ahora, creemos gracias a las palabras que nos traspasaron los primeros discípulos y otros convertidos, como el apóstol Pablo —las palabras registradas en la Biblia. De hecho, a la Biblia también se le llama “la palabra de Dios” (1 Tesalonicenses 2:13), porque fue Dios quien la inspiró y describe el carácter y la naturaleza del Padre y Jesucristo.
Nuestra parte en la santificación
La petición de Cristo acerca de apartar a sus discípulos por medio de la verdad conlleva una responsabilidad para todos los creyentes. Cada uno de nosotros tiene un papel en su propia santificación.
Recordemos que santificar es apartar del mundo por medio del aprendizaje y la aplicación de un estándar diferente —el estándar de Dios— con el fin de prepararnos para servir. Este proceso de cambio que nos conduce a una vida según la voluntad de Dios requiere que estudiemos regularmente la Biblia.
Como Pablo le explicó a Timoteo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).
La Biblia es el único medio para conocer realmente a nuestro amoroso Padre y nuestro Hermano mayor. La responsabilidad que tenemos en nuestra propia santificación requiere que estudiemos la Palabra de Dios con diligencia.
Descubra más en nuestros artículos “¿Qué es la santificación?” y “¿Qué es la verdad?”.