De la edición Julio/Agosto 2014 de la revista Discernir

¿Es posible relacionarnos con Dios sin guardar su ley?

Dios desea fervientemente darnos una vida realizada de felicidad ahora y por toda la eternidad. ¿Si Él es tan generoso para desear todo esto para nosotros, cómo debiéramos relacionarnos con Él? ¿Podemos ignorar su voluntad en la actualidad y esperar eternidad mañana?

Con los brazos abiertos un Creador amoroso le da la bienvenida a todo aquel que escucha su llamado a establecer una relación genuina con Él. ¿Qué necesitan los seres humanos mortales para tener una relación directa con este Dios inmortal? Según la Biblia, la obediencia a su voluntad —como está expresada en su ley— es esencial. Adorar a Dios con un enfoque diferente es adorarlo “en vano” y no implica que sea una relación en dos vías. Jesucristo es absolutamente claro en este punto.

“Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, más su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres” (Marcos 7:6-8).

¿Significan algo estas palabras de Jesucristo (citando palabras que Dios había inspirado a Isaías para que las escribiera cientos de años atrás) para nosotros hoy? Si no es así, ¿podríamos también nosotros ser hipócritas, siguiendo en vano las tradiciones de los hombres al buscar la salvación?

La Biblia tiene muchos ejemplos de personas que han tenido el beneficio de una relación real y gratificante con Dios, y todas tienen algo en común. Estos ejemplos incluyen personas como Abraham (en el libro de Génesis), hasta el apóstol Juan (quién escribió el libro de Apocalipsis). Y esta lista especial no está completa. Muchos más han experimentado ese gozo desde el comienzo del cristianismo, y miles lo hacen actualmente.

¿Qué tienen en común todas estas personas? Ellos creen realmente en Jesucristo cuando Él dice que no había venido para anular la ley de Dios. Están en una relación con Dios por medio de su ley —que nos muestra la mejor forma de amar a Dios y a otras personas.

Cumplida o anulada, ésta es la pregunta

Jesús dijo: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mateo 5:17-18).

Todo pareciera indicar que la mayoría de los que profesan el cristianismo leen esta escritura y tienen en mente que “cumplida” significa “abolida”. Sin embargo, Cristo dijo claramente que Él no había venido para destruir sino para cumplir.

Cumplir un oficio, una tarea o papel es lo opuesto de abolirlo. Cuando el presidente comienza su oficio, él viene para cumplir ese papel. Sería ridículo que dijera que él lo está aboliendo. De forma similar, Cristo vino para presidir sobre la ley, permitiendo a sus seguidores deleitarse en una relación de obediencia positiva, con su padre.

¿El fin de la ley de Dios?

Veamos otra escritura del Nuevo Testamento que es mal comprendida por muchas personas, que así impiden su relación con Dios. “Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree” (Romanos 10:4).

¿Significa este versículo que la ley ha terminado? No. La palabra griega traducida como “fin” es también usada como del Señor en Santiago 5:11 y todos sabemos que el Señor no ha terminado.

Para ser fiel al significado original de Pablo, la palabra “fin” debiera ser mejor traducida como “resultado final” o “producto final”. Romanos 10:4 podría traducirse: “Porque Cristo es el objetivo de la ley”. Todo esto va de la mano con lo que ya hemos visto —que Cristo realmente dijo que Él venía para cumplir en lugar de destruir la ley de Dios. Suponer de una manera errónea que este versículo significa que podemos quebrantar la ley de Dios, obstaculiza nuestra oportunidad de tener la clase de relación con Dios que éste desea.

Recuerden que adoramos a Dios “en vano”, si lo adoramos de una forma que rechace los mandamientos de Dios. ¿Cómo podemos relacionarnos con Él si nuestros corazones están convencidos al creer que su ley perfecta y benéfica es una carga o no tiene importancia?

¿Qué es pecado?

La Biblia da esta definición: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4). “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).

Por estos dos versículos, podemos ver que el pecado es contrario a la ley de Dios y que a menos que cambiemos lo que esto conlleva, el resultado es nuestra muerte para siempre. El pecado es vivir sin ley y en consecuencia es una barrera insuperable para una relación según Dios.

El pecado es la violación de las leyes de Dios ya sea en hechos o en actitudes. Si no estamos guardando su ley, somos pecadores, o “sin ley”. No podemos esperar una relación con Dios en estas circunstancias.

David y la ley de Dios

David, el rey de Israel, tuvo una relación cercana con Dios. David tuvo faltas como todos, pero por las propias palabras de Dios, él era “varón conforme a mi corazón” (Hechos 13:22). David dijo: “La ley del Eterno es perfecta, que convierte el alma” (Salmo 19:7). Otros salmos muestran que él se arrepintió amargamente de sus pecados y se deleitó en las leyes de Dios, que muestran su forma de pensar.

Pablo y la ley de Dios

¿Es la idea de que la ley de Dios es “una delicia” (Salmo 119:174), un concepto del Antiguo Testamento únicamente o continúa en el Nuevo Testamento? El apóstol Pablo escribió: “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios” (Romanos 7:22). Lea también nuestros artículos: “La maldición de la ley: ¿Qué quiso decir Pablo?”; y “La ley de Dios”, en nuestro sitio en la red de vidaesperanzayverdad.org.

Pablo no sólo se deleitaba en la ley, sino que la predicó a todos los que estaban buscando relacionarse con Dios (Hechos 28:23; Romanos 3:31; 7:12). Muchos en la actualidad se deleitan en la misma clase de relación con Dios.

Toda la Biblia predica la ley de Dios como un instrumento para tener una relación cercana con Él. Si desea aprender más acerca de cómo construir esta relación, puede descargar nuestros folletos gratuitos: Los Diez Mandamientos: todavía vigentes y ¡Cambie su vida!

Continuar leyendo

×

Suscríbase a Discernir

Ask a Question