Las leyes de Dios fueron creadas para nuestro beneficio y nos enseñan cómo parecernos más a nuestro Creador. ¿Qué debemos saber acerca de los distintos tipos de leyes bíblicas?
Muchas personas han oído hablar de los Diez Mandamientos y reconocen que algunos de ellos, como los que prohíben matar y robar, aún son importantes en la actualidad. Pero hay otras leyes en la Biblia que no son tan conocidas y valoradas como estas.
¿Siguen vigentes las leyes bíblicas? ¿Acaso Dios las creó sólo para clavarlas en la cruz y luego volver a establecerlas en el futuro gobierno milenario de Jesucristo?
¿O tienen las leyes de Dios un propósito mucho más profundo—uno que guarda estrecha relación con el plan de Dios para la humanidad, que nunca ha perdido importancia y que está ligado al futuro reino de Dios?
¿Qué es la ley?
¿Cómo se define la ley en términos humanos? Según el New Oxford American Dictionary [Nuevo diccionario americano oxford], ley es:
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[a menudo la ley] el sistema de reglas que un país o comunidad en particular reconoce como directriz del comportamiento de sus miembros y podría imponer a través de penas
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un enunciado o hecho deducido por observación que describe el efecto de algún fenómeno natural o científico en particular que ocurrirá siempre bajo ciertas condiciones
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el conjunto de mandamientos divinos, como el que contiene la Biblia u otros textos religiosos
¿Qué es la ley de Dios?
Pero, ¿cómo define Dios su ley? Esta pregunta es fundamental para nosotros, pues tiene mucho que ver con nuestro entendimiento espiritual. En pocas palabras, las leyes de Dios son aquellas que regulan su camino de vida y en las cuales se basará su futuro reino; son leyes divinas y perfectas en cuanto a su propósito, equidad y aplicación.
Como dice el apóstol Pablo, la ley de Dios “es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno”, al igual que “espiritual” (Romanos 7:12, 14).
Y como el rey David escribió: “La ley del Eterno es perfecta, que convierte el alma”. Y luego siguió describiendo la belleza y los beneficios de los testimonios, estatutos, mandamientos y juicios de Dios, que son diferentes formas de su ley (Salmos 19:7-11).
Las leyes bíblicas están formadas por un sistema divino de mandamientos, estatutos y juicios que toda nación y todo ser humano debería respetar, pues Dios es el Creador de todos.
Además, las leyes de Dios definen los conceptos de justicia y pecado. Y, si las obedecemos, siempre serán para nuestro propio beneficio (Deuteronomio 6:17-18; 7:12-14; 10:13). A pesar de los que digan tantos líderes religiosos, lay leyes de Dios no son una carga en lo absoluto (2 Pedro 3:15-16; Mateo 11:30; 1 Juan 5:3).
Más que Diez Mandamientos
Los Diez Mandamientos que Dios escribió en tablas de piedra son las normas básicas de cómo todo ser humano (no sólo el pueblo de Israel) debería interactuar con Dios y su prójimo. Pero, obviamente, no son las únicas leyes de Dios, pues hay muchas otras que fueron establecidas incluso antes del Antiguo Pacto. Si bien algunas leyes sí pertenecen solo al Antiguo Pacto, otras siguen vigentes en el Nuevo Pacto también, y cada una de estas tiene un ingrediente espiritual.
Algunos ejemplos
Los párrafos siguientes están dedicados a describir varios tipos de leyes bíblicas que no forman parte de los Diez Mandamientos. Estos son ejemplos de leyes con diferentes propósitos y parámetros de vigencia. Mientras algunas son específicas de cierto pacto bíblico, otras siguen vigentes en la actualidad.
Comencemos analizando leyes que fueron dadas antes de que Dios estableciera el Antiguo Pacto en el Monte Sinaí.
La ley del matrimonio
La ley del matrimonio fue revelada en el segundo capítulo de la Biblia. Dios definió el concepto de matrimonio como la unión entre una mujer y un hombre mucho antes de que se establecieran el Antiguo Pacto y las leyes sociales y políticas modernas. Y Dios creó esta ley con un propósito claro: darnos la bendición del matrimonio y la familia a través de la unión entre dos personas tan similares como diferentes.
Al pedir a Adán que nombrara a los animales, Dios le estaba instruyendo sobre esta ley haciéndolo ver que no era bueno estar solo (Génesis 2:18-20). Luego Dios creó a la mujer para que sirviera de ayuda y compañía para Adán. Pero, ¿acaso la creó únicamente como ayudante? ¡Claro que no! De hecho, ella recibió las mismas tareas, responsabilidades y potestad sobre el resto de la creación que el hombre (Génesis 1:28-31).
Dios dio a ambos esposos, Adán y Eva, hombre y mujer, el propósito conjunto de luchar como uno en esperanza y amor por una razón—una que el mundo ha olvidado a medida que esta sociedad tergiversa los roles del hombre y la mujer y el concepto de matrimonio establecidos en la ley de Dios y los remplaza con ideas corruptas (Mateo 19:3-6).
En Génesis 2:24-25 leemos: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban”. La Biblia dice claramente que casarse o no es una decisión personal, pero quienes deciden hacerlo deberían respetar esta ley, cuyo propósito es preservar la estabilidad de la familia y la sociedad. Este mandamiento antecede a todos los pactos bíblicos y tiene vigencia tanto en el Antiguo Pacto como en el Nuevo. Claramente, la familia es muy importante para Dios, pues ¡Él mismo está formando una!
La ley de carnes limpias e inmundas
En la actualidad, muchas personas piensan que la ley de carnes limpias e inmundas es válida sólo en el Antiguo Pacto (como una ley ceremonial) y fue clavada en la cruz cuando Cristo murió. De hecho, en el mundo cristiano moderno se cree que esta ley es sólo una tradición judía anticuada y, por lo tanto, ya no es necesario obedecerla.
Sin embargo, esta ley fue mencionada por primera vez casi 1.000 años antes de ser promulgada a los israelitas en Levítico 11 (vea también Deuteronomio 14). Las primeras escrituras donde aparece son Génesis 6:19; 7:2,8 y 8:20. En otras palabras, ¡este mandamiento es mucho más antiguo que el Antiguo Pacto! La Biblia relata que Dios dio claras instrucciones a Noé acerca de la cantidad de animales que debían entrar al arca, haciendo una distinción entre los animales limpios (siete parejas) y los inmundos (una pareja). Y, de la misma manera, Dios hizo una distinción entre Noé y su familia y la sociedad perversa que destruiría con el diluvio. Pero, ¿por qué hizo esta separación?
En primer lugar, Dios aparta para Sí lo que es santo—y es Él quien determina lo que es aceptable y justo, no el hombre. Pero Dios también ordena a su pueblo conservar su santidad (Deuteronomio 14:2; 1 Pedro 1:16). Esto implica que debemos hacer todo lo posible para no contaminarnos, ya sea física o espiritualmente (1 Corintios 6:15-20). Por lo tanto, tanto la ley de carnes limpias e inmundas, como la del matrimonio, siguen vigente en la actualidad.
¿Qué sucede con las leyes ceremoniales?
Además del Antiguo Pacto establecido en el Monte Sinaí (Éxodo 24:3-8; 34:28), Dios promulgó leyes civiles y ceremoniales al pueblo de Israel. Las leyes de los sacrificios son un ejemplo de esto, pues no formaban parte del Pacto en un principio, sino que fueron agregadas después (Jeremías 7:22; Ezequiel 20:21-25; Génesis 3:19).
Dios promulgó este tipo de leyes con el propósito de establecer el sistema civil y expiatorio necesario para gobernar una nación, pues tenía la intención de apartar a Israel como pueblo santo (Levítico 20:26) y dar muchas bendiciones a los israelitas (Deuteronomio 28:1-14) si ellos le obedecían fielmente.
Las leyes ceremoniales eran parte de la vida cotidiana de este pueblo.Y Dios las utilizaba con el fin de enseñarles los principios espirituales necesarios para guardar su ley correctamente. Es por esto que los sacrificios, los lavamientos y otros actos ceremoniales generalmente se llevaban a cabo alrededor del tabernáculo/templo.
En otras palabras, los rituales físicos tenían el propósito de enseñar principios espirituales al pueblo de Israel. Pero lamentablemente, ellos no tuvieron el discernimiento espiritual ni el entendimiento para aprender de estas leyes ceremoniales (1 Corintios 2:14). Como consecuencia, Dios decidió cambiar su método—pero no porque hubiera algún problema en la ley misma, sino a causa de los seres humanos (Hebreos 8:7-8).
Hoy en día las antiguas leyes civiles y ceremoniales ya no están vigentes, pues no existe una nación como tal que se rija según las leyes de Dios, un templo o un sistema expiatorio. Además, Dios estableció un Nuevo Pacto por medio del sacrificio de Jesucristo (Apocalipsis 1:5). Y, como revela el libro de Hebreos, los antiguos sacrificios y rituales del templo representaban el sacrificio de Cristo que se llevaría a cabo en el futuro. Por lo tanto, estas leyes ceremoniales no son un requisito de la vida cristiana en la actualidad.
Las fiestas de Dios
Los mandamientos del sábado, la Pascua y la Fiesta de Panes Sin Levadura son otro ejemplo de ley dada a Israel antes llegar al Monte Sinaí. Pero posteriormente, las siete fiestas de Dios—incluyendo éstas—también fueron incluidas en el Antiguo Pacto. Además, Dios dio instrucciones de ciertas leyes ceremoniales y de sacrificios que debían cumplirse durante estas fiestas.
Sin embargo, la mayoría de las iglesias cristianas modernas cree erróneamente que estas fiestas bíblicas son sólo tradición judía y, en su lugar, han adoptado fiestas paganas como parte de su credo (Colosenses 2:8). Y, como consecuencia, no tienen idea del verdadero significado de las fiestas de Dios. Si bien muchas personas creen que estas fiestas pertenecen exclusivamente al Antiguo Pacto, la realidad es que ¡cada una de ellas representa una etapa del plan de Dios, desde el sacrificio de Jesucristo hasta su regreso a la tierra y más allá!
La realidad es que el plan de Dios nunca ha cambiado y sus fiestas, que siguen vigentes en la actualidad, aun lo representan. De hecho, sin ellas sería imposible comprender a cabalidad el plan espiritual que Dios tiene para la humanidad.
¿Qué significa todo esto?
Existen varios tipos de leyes bíblicas; mientras algunas pertenecen a un pacto en particular, otras son incluso más antiguas que ambos pactos y por lo tanto son válidas tanto en el Antiguo Pacto como en el Nuevo. Es más, muchas de estas leyes son de gran importancia para nosotros en la actualidad, pues fueron creadas para enseñarnos más acerca de lo que Dios espera de nosotros y su camino de vida.
Dios nos dio su ley por amor a nosotros y para nuestro propio beneficio. Y, sabiendo esto, deberíamos preguntarnos algo fundamental: ¿amamos a Dios el Padre y a Jesucristo? Y, si es así, ¿obedecemos la ley de Dios para demostrarlo?
Como Jesús dijo:
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“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mateo 5:17).
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“Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).