La Biblia habla de un Antiguo y un Nuevo Pacto. ¿Qué era el Antiguo Pacto? ¿Fueron abolidas las leyes de Dios junto con el Antiguo Pacto?
Los pactos son comunes en nuestros días, como lo fueron en los tiempos bíblicos. Un pacto es un contrato o acuerdo formal vinculante entre dos o más partes, en el que cada una de ellas se compromete a cumplir con los términos específicos establecidos en el pacto.
Entonces, ¿qué es el Antiguo Pacto?
Antecedentes del Antiguo Pacto
Las raíces de la Antiguo Pacto se remontan a Abraham, el progenitor de Israel. Dios inició un pacto con Abraham en el que le prometió hacer de sus descendientes una nación especial. Son estos descendientes los que más adelante se involucraron en un pacto con Dios en el Monte Sinaí.
Veamos las siguientes escrituras en las que Dios explica las promesas específicas a Abraham y a sus descendientes. Estas promesas incluyen:
- Convertirse en una nación populosa y un conjunto de naciones (Génesis 12:2; 15:5; 17:2-7; 35:11).
- Territorio específico —la Tierra Prometida (Génesis 13:15; 15:18-21; 17:7-8).
- Grandeza nacional (Génesis 22:17; 27:28-29; 28:13-14).
Estas promesas pactadas pasaron de Abraham a su hijo Isaac (Génesis 17:19), a Jacob, el hijo de Isaac (a quien Dios le cambió el nombre por el de “Israel” —véase Génesis 35:10-12; 28:3-4, 13-14), a los 12 hijos de Israel (Génesis 49) y a su descendencia (que se convirtió en las 12 tribus de Israel).
Después de la muerte de Abraham, la familia se estableció en Egipto y se multiplicaron considerablemente. Éxodo 1 narra que mientras estaban en Egipto, se vieron atrapados en una vida de esclavitud. “Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob” (Éxodo 2:24, énfasis añadido).
Los siguientes 10 capítulos registran la intervención de Dios para sacar a Israel de Egipto, a través de las famosas 10 plagas y el nombramiento de Moisés como portavoz de Dios.
Luego, 430 años después de confirmar el pacto con Abraham, Dios sacó a sus descendientes de la esclavitud; finalmente eran libres para empezar a vivir como una nación independiente (véase Éxodo 12:40-41).
La introducción formal de Israel al pacto
La última amenaza de Egipto se ahogó en el Mar Rojo (Éxodo 14). En las semanas siguientes, Dios guió a Israel lejos de Egipto, hasta que finalmente llegaron al Monte Sinaí, un lugar especial donde Dios le iba a explicar formalmente el pacto a Israel. Habían pasado muchos siglos desde que los antepasados de Israel habían estado en contacto con Dios, y la mayoría de las cosas que estaban a punto de escuchar eran “nuevas” para ellos. Éxodo 19 registra la preparación del pueblo para reunirse con Dios y escuchar su propuesta.
Recuerde que un pacto es un acuerdo formal y vinculante, en el que cada parte acuerda términos o expectativas específicas. En resumen, Dios requería que Israel obedeciera todo lo que Él dijera. A cambio, Dios haría de Israel la principal nación de la Tierra.
“Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel” (Éxodo 19:5-6). ¡Esto es extraordinario, ya que a ninguna otra nación se le había ofrecido la oportunidad de ser partícipe de un pacto con el Creador del universo!
La escena fue muy dramática, con el sonido de una trompeta, truenos, relámpagos y una nube espesa cubriendo la montaña. Era el momento en el que Dios mismo se iba a dirigir a la nación: “Y habló Dios todas estas palabras, diciendo...” (Éxodo 20:1).
Condiciones del pacto
Los capítulos 20-23 del Éxodo registran las principales condiciones del pacto. Incluyen:
- Las leyes preexistentes de Dios. En Éxodo 20 Dios comienza con los Diez Mandamientos. Éstas no eran leyes nuevas. Por ejemplo, veamos en Éxodo 16:4-5, 22-30 que la obediencia al mandamiento del sábado estaba claramente vigente antes de que el pueblo llegara al Monte Sinaí. (Para más información acerca de esto, ver “¿Existían los Diez Mandamientos antes de Moisés?”.)
Además de los Diez Mandamientos, había otras leyes imperativas para los seres humanos mucho antes de que Israel llegara al Monte Sinaí. Entre ellas estaban estatutos como el del diezmo y las carnes limpias. Analicemos que, siglos antes, Dios dijo en Génesis 26:5: “por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” (énfasis añadido).
- Leyes que formaban parte de la vida civil dentro del contexto nacional. Ahora que Israel era una nación completamente desarrollada, se necesitaban ciertos estatutos y juicios para mantener la paz y el orden dentro de la nación. Muchos estatutos se desprendían de las leyes preexistentes de Dios. Por ejemplo: “A ninguna viuda ni huérfano afligiréis” (Éxodo 22:22) es una aplicación de la ley fundamental de Dios del amor al prójimo. “No admitirás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo falso” (Éxodo 23:1) es una ampliación del Noveno Mandamiento.
Los juicios son precedentes que los jueces de la nación debían emitir en caso de conflicto o violación de las leyes de Dios. Por ejemplo: “Cuando alguno hurtare buey u oveja...” (Éxodo 22:1) establece la pena por esa violación en particular del Octavo Mandamiento.
El acuerdo de Israel
Las leyes que hacían parte de los Diez Mandamientos estaban vigentes mucho antes de que Dios estableciera este pacto con Israel (véase “¿Existían los Diez Mandamientos antes de Moisés?”). Fueron incluidos en (o se convirtieron en uno de los requisitos de) el Antiguo Pacto, y continuaron en el Nuevo Pacto también.
Éxodo 20-23 es llamado “el libro del pacto” (Éxodo 24:4, 7). Después de escuchar la explicación de estos términos básicos, era el turno de Israel para expresar su acuerdo. “Haremos todas las palabras que el Eterno ha dicho”, fue su respuesta (Éxodo 24:3, 7).
Después de que Israel aceptó los términos de Dios, el pacto fue ratificado entonces (oficialmente válido y vinculante) con sangre. Hoy en día firmamos un contrato, por ejemplo, para formalizar nuestro acuerdo con los términos. La “tinta” de este pacto —por así decirlo— era sangre animal. “Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que el Eterno ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas” (Éxodo 24:8).
Por supuesto, la sangre de los animales prefiguraba la sangre que Jesucristo iba a derramar un día, y que se iba a convertir en la sangre del Nuevo Pacto.
Un pacto matrimonial
Muchos han escuchado acerca del Antiguo Pacto, pero pocos han entendido que era similar en muchos aspectos a un pacto matrimonial. ¡Aún más sorprendente para muchos, fue un pacto entre Israel y el Dios del Antiguo Testamento, que más tarde vino a la Tierra como Jesucristo! Analice las siguientes escrituras:
- “Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que el Eterno le había mandado. Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que el Eterno ha dicho, haremos. Y Moisés refirió al Eterno las palabras del pueblo” (Éxodo 19:7-8).
- “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo... Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes” (1 Corintios 10:1-4, 9, énfasis añadido).
- “Porque tu marido es tu Hacedor [de Israel]; el Eterno de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado” (Isaías 54:5, énfasis añadido).
Como cuando la novia y el novio dicen “sí, acepto” al escuchar las expectativas de cada uno en el matrimonio, así mismo Israel aceptó someterse a su esposo, y Dios prometió amar y proveer a Israel. Después de Éxodo 24, Dios continuó elaborando sus leyes y como esperaba que Israel viviera. En otras palabras, se añadieron leyes después de que Israel dijera “sí, acepto”. Algunas eran ampliaciones de los Diez Mandamientos; otras eran leyes civiles adicionales; otras eran sentencias adicionales.
Dios también añadió un tabernáculo y un sacerdocio, con un grupo de leyes o regulaciones específicas para que fueran cumplidas por el sacerdocio y para administrar el tabernáculo. Entre ellas estaban las leyes que rigen los sacrificios y las ofrendas (Éxodo 25-30).
Démonos cuenta que el Espíritu Santo de Dios y la inmortalidad no estaban entre las promesas que se hicieron en este pacto. Es importante tener esto en cuenta más adelante al mirar el Nuevo Pacto.
Además de heredar la tierra prometida a Abraham y a sus descendientes Dios también añadió más promesas para la obediencia de Israel (por ejemplo, ver Levítico 26:3-12).
Démonos cuenta que el Espíritu Santo de Dios y la inmortalidad no estaban entre las promesas que se hicieron en este pacto. Es importante tener esto en cuenta más adelante al mirar el Nuevo Pacto.
Abandonaron el pacto —de nuevo en cautiverio
Israel tuvo serios problemas con Dios, incluso antes de llegar a la Tierra Prometida. Después de entrar a la Tierra Prometida, la rebelión y la falta de fidelidad fueron la constante durante los siguientes siete siglos. Fue tan flagrante, que efectivamente, Israel abandonó el pacto matrimonial.
Veamos la respuesta de Dios ante este rechazo:
“Ella vio que por haber fornicado la rebelde Israel, yo la había despedido y dado carta de repudio; pero no tuvo temor la rebelde Judá su hermana, sino que también fue ella y fornicó… Convertíos, hijos rebeldes, dice el Eterno, porque yo soy vuestro esposo; y os tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sion... Pero como la esposa infiel abandona a su compañero, así prevaricasteis contra mí, oh casa de Israel, dice el Eterno” (Jeremías 3:8, 14, 20, énfasis añadido).
Finalmente, en el 700 a.C. Dios permitió que las 10 tribus del norte fueran conquistadas y deportadas en cautiverio a Asiria. Alrededor de un siglo después, Babilonia conquistó las tribus del sur y también las llevó en cautiverio.
Y hasta el día de hoy, no hay ningún pacto activo entre Dios y alguna nación física. Ya que las leyes de Dios son espirituales y no están limitadas al Antiguo Pacto, las naciones de Israel tienen la responsabilidad de obedecerlas y van a ser castigadas si no lo hacen.
Asuntos pendientes y transición a un nuevo pacto
Hay muchas profecías en las que Dios se refiere a las promesas que hizo en el pacto original con el Israel físico y, al mismo tiempo, señala el momento en que Jesucristo va a regresar a la Tierra y declara que él va a revivir esas promesas iniciales.
En otras palabras, aunque Israel abandonó el pacto hace mucho tiempo, Dios le va a restituir la Tierra Prometida a sus antepasados, y todas las demás bendiciones físicas que le prometió a Abraham —y a sus descendientes— hace muchos siglos.
Por ejemplo, Deuteronomio 30:1-5 habla de ese tiempo futuro en el que los israelitas de la actualidad (de las 12 tribus) van a estar cautivos en varias naciones, y tan pronto Cristo regrese, los va a rescatar y los va a llevar de vuelta a la Tierra Prometida.
Veamos el siguiente versículo: “Y circuncidará el Eterno tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia” (énfasis añadido). Esto se refiere a una nueva promesa que se va a ofrecer en ese momento —la conversión por medio del Espíritu Santo de Dios, que va a ser parte del Nuevo Pacto que se va a ofrecer en ese momento.
Pero analicemos también el versículo 8: “Y tú volverás, y oirás la voz del Eterno, y pondrás por obra todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy” (énfasis añadido). ¡Vemos que cuando el Nuevo Pacto este en vigencia, no va a abolir las leyes de Dios!
También en Jeremías 31:31-33, vemos que introduce el Nuevo Pacto y claramente no va a abolir la ley de Dios:
“He aquí que vienen días, dice el Eterno, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice el Eterno. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Eterno: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (énfasis añadido).
Ezequiel 36:24, 27-28, otra profecía de este tiempo futuro después del regreso de Cristo, también se refiere a asuntos pendientes en el Antiguo Pacto, mientras se hace la transición al Nuevo Pacto:
“Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país... Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios” (énfasis añadido).
El Antiguo Pacto contiene sólo promesas físicas y materiales: la bendición de Dios para prosperar, la salud y la sanidad, la protección de sus enemigos, buen clima, etcétera. Es posible que el Nuevo Pacto también incluya esas promesas, pero también añade la promesa de un perdón absoluto, el don de su Espíritu y el poder y la vida para toda la eternidad.
El pueblo falló, no el pacto
Hebreos 8:6 se refiere a Jesucristo como “mediador de un mejor pacto”. ¿Se basa ese pacto en mejores leyes (como muchos suponen hoy en día)? No. “establecido sobre mejores promesas” (énfasis añadido). Estas promesas incluyen el perdón de los pecados, el Espíritu Santo de Dios y la inmortalidad. Los versículos 7-8 dicen que la culpa no fue del pacto, sino de “ellos” (el pueblo).
Finalmente veamos el versículo 13, que dice que el primer (antiguo) pacto “Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer” (énfasis añadido). Lo que se da y está próximo ¡fueron escritas aproximadamente tres décadas después de que Cristo dejara la Tierra! Esto habla de los asuntos pendientes del Antiguo Pacto y la introducción del Nuevo Pacto a todas las personas poco después del regreso de Cristo.
Entonces el Nuevo Pacto se va a iniciar con la nación de Israel y posteriormente con todas las naciones. Mientras tanto, Dios le está ofreciendo por adelantado, la participación en el Nuevo Pacto a un grupo relativamente pequeño de personas que ha llamado de este mundo para formar parte de su Iglesia. Sus mentes fueron abiertas al conocimiento de la verdad y a la necesidad de arrepentirse y recibir el don del Espíritu Santo de Dios, el cual permite interiorizar las leyes justas de Dios.
El cumplimiento total del establecimiento del Nuevo Pacto no tendrá lugar hasta el regreso de Jesucristo, cuando todos los que tienen la ley escrita en sus corazones nazcan en la familia de Dios.
Lea más acerca del Nuevo Pacto en nuestro artículo “El Nuevo Pacto: ¿qué es lo nuevo de él?”