El libro de Deuteronomio es el último libro del Pentateuco, y contiene joyas de la verdad y lecciones espirituales que pueden ser aplicadas a nuestra vida personal.
La palabra Deuteronomio proviene de la versión griega Septuaginta de la Biblia, y básicamente significa “La segunda ley”. Su nombre en hebreo es Ele jadvarim y significa “Éstas son las palabras” tomadas del primer versículo.
El término “la segunda ley” puede ser engañoso, porque implica que se sumó un segundo grupo de leyes a las que fueron dadas en el monte del Sinaí. Éste no fue el caso. Este libro es una reafirmación de las leyes anteriores, junto con más instrucciones para la generación que estaba a punto de salir del desierto y entrar a su nuevo hogar, en la tierra prometida. Un significado más apropiado seria “la repetición de la ley”, ya que reafirma y reitera el pacto del Sinaí.
Los autores de Old Testament Survey (Investigación del Antiguo Testamento), William Sanford LaSor, David Allan Hubbard y Frederic William Bush, comentan en las páginas 118 y 127: “Deuteronomio es una recopilación de conceptos teológicos que han influenciado los pensamientos religiosos y la vida de los antiguos israelitas, judíos y cristianos. No es extraño que los estudiantes de la Biblia anhelen entender las ideas teológicas de Deuteronomio. Su antigüedad, su crucial importancia en el pensamiento del Antiguo Testamento, y su influencia en la Iglesia del Nuevo Testamento todos dan testimonio de una importancia que no puede ser exagerada…
“Todos los indicios apuntan a la conclusión de que Deuteronomio es uno de los libros más significativos del Antiguo Testamento. En cualquier generación merece un cuidadoso estudio”.
El manual de la Biblia de Halley se refiere a Deuteronomio como “una de las mejores elocuencias del mundo” (p. 150).
Introducción
Debido a la desobediencia y a la incredulidad de que Dios los iba a guiar a la tierra prometida sanos y salvos, los israelitas terminaron vagando por el desierto 40 años. Sólo después de que la antigua generación falleció, se les permitió a los israelitas continuar con su viaje.
Moisés, consciente de que no se le permitiría entrar a la Tierra Prometida, aprovechó la oportunidad para dar tres largos discursos al pueblo de Israel. La mayoría del libro está compuesto por estas instrucciones y exhortaciones. Con esto en mente, nos parece muy acertado el nombre hebreo para este libro “éstas son las palabras” o simplemente “palabras”.
Deuteronomio comienza con el discurso de Moisés en las llanuras de Moab, en el mes 11 del año 40 después el Éxodo y termina con la muerte y luto por Moisés ese mismo año. El libro abarca los últimos dos años del peregrinar de Israel.
Recordar y obedecer
La audiencia a la que se dirigió Moisés creció hasta alcanzar la edad adulta en el desierto. Muchos habían conocido a Dios y sus leyes de nacimiento, niñez y a lo largo de su juventud. Ellos estaban acostumbrados a presenciar milagros como el del maná y el de la ropa que nunca se dañaba.
Dado que estaban familiarizados con las leyes de Dios, el mayor énfasis que se hace a lo largo del libro es el de recordar y obedecer. A Israel se le dijo que recordara su historia, ya que para todas las naciones es importante aprender de las lecciones del pasado. Fueron enseñados para recordar la intervención personal de Dios al guiarlos fuera de Egipto y a través del Mar Rojo, los milagros en el desierto y las lecciones de sus padres que murieron ahí.
Frecuentemente se les decía que “escucharan diligentemente” los mandamientos de Dios y los “ejecutaran”. “Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es ésta” (Deuteronomio 4:6).
Esta importante instrucción la leemos en Deuteronomio 10:12: “Ahora, pues, Israel, ¿qué pide el Eterno tu Dios de ti, sino que temas al Eterno tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas al Eterno tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma”.
En Deuteronomio, la ley era vista como una bendición y un regalo de parte de Dios. Revise especialmente el capítulo 4:6-9.
Deuteronomio resalta el corazón y el sentimiento de la ley —amar a Dios con todo su ser y al prójimo como a sí mismo. A pesar de que esa generación conocía la letra de la ley, Dios les dijo que circuncidaran su corazón y escribieran su ley en ellos (Deuteronomio 30:6). Dios está sumamente interesado en el bienestar de Israel y todos los pueblos. Él quiere que le obedezcan de corazón para poder derramar sobre ellos todas sus bendiciones.
Si las personas responden con fidelidad, su lealtad es firme y segura —“Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, el Eterno tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres” (Deuteronomio 7:12).
Deuteronomio y el Nuevo Testamento
Hay muchas citas de este libro en el Nuevo Testamento. Hay aproximadamente 28 citas que demuestran el respeto que Cristo y otros autores del Nuevo Testamento tenían por este libro.
Cristo citó tres veces este libro como autoridad en las escrituras para refutar a Satanás (Mateo 4:1-11; Deuteronomio 6:13; 16; 8:3). Cuando un fariseo le preguntó a Jesús cuál era el gran mandamiento de la ley, Él citó Deuteronomio 6:5: “Y amarás al Eterno tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”.
¡Ese es el consejo de Dios hoy en día para nosotros también!
Breve esquema de Deuteronomio
Capítulos 1-3
El libro empieza con la historia de los viajes de los israelitas y su preparación para cruzar el Rio Jordán hacia Canaán. La derrota de los reyes al este de Jordania, es una señal de lo que Dios será para Israel en Canaán. A Josué se le aconseja que tenga fe en Dios y no tema a los enemigos (Deuteronomio 3:21-22).
Capítulo 4
A la nueva generación se le ordena que guarde las leyes y los estatutos de Dios para que puedan tener una vida plena y abundante.
Capítulos 5-6
Dios renueva su pacto con la nueva generación (5:3) y los Diez Mandamientos son reafirmados (5:6-21). La obediencia está estrechamente vinculada al corazón del hombre (5:29). La prosperidad tiende a distanciar a Dios y el ser humano. Las personas suelen olvidarse de Dios cuando todo está bien. Se les enseña también a los niños las leyes de Dios (6:7; 10-15).
Capítulo 7
Dios muestra su lealtad a su pueblo escogido (7:6-26), pero ellos no son especiales debido a su fuerza o bondad (vea el mismo principio en 1 Corintios 1:26, refiriéndose a la Iglesia de Dios en Corinto). Las enfermedades son quitadas (7:15) y Dios acaba con el miedo que ellos sentían por sus enemigos (v. 18).
Capítulo 8
Se les exhorta a que no olviden la misericordia y las bendiciones de Dios. El olvido y la ingratitud están entre los mayores pecados del hombre. Mostrarle gratitud a Dios debería ser parte de nuestro diario caminar con Él.
Capítulo 9
Moisés analiza la terquedad de Israel. Si Moisés no hubiera intercedido, el pueblo hubiera sido destruido. Somos exhortados en Santiago 1:21 a recibir la Palabra de Dios con “mansedumbre” y en humildad.
Capítulo 11
Versículos 26-28: Los seres humanos tenemos libre albedrio ya sea para escoger el camino de la obediencia que conduce a bendiciones o el camino de la desobediencia que conduce a maldición.
Capítulo 14
Debido a que son considerados por Dios como “pueblo santo del Eterno”, Él hace un listado de alimentos limpios (aptos para comer) e impuros (14:2-21). Los principios del diezmo son definidos para que “aprendas a temer al Eterno tu Dios todos los días” (14:22-29). Diezmar es una forma de honrar y mostrarle nuestra gratitud y agradecimiento a Dios por sus bendiciones.
Capítulo 16
Algunas fiestas y días santos de Dios se mencionan. En Levítico 23 se encuentran más detalles de “las fiestas del Eterno”. Cristo y sus discípulos también guardaron estas fiestas en el Nuevo Testamento.
Capítulo 18
Moisés profetiza acerca de Cristo (18:15), Pedro la cita en Hechos 3:20-22.
Capítulo 27
Moisés les ordena a los jefes de Israel que escriban las palabras de la ley y las graben en piedras grandes al entrar a la tierra de Canaán. Era para que Israel recordara quien los había guiado hasta la tierra prometida. “Oirás, pues, la voz del Eterno tu Dios, y cumplirás sus mandamientos y sus estatutos, que yo te ordeno hoy” (27:10).
Tristemente después de la muerte de Josué, el pueblo se alejó de Dios y prefirieron seguir a los dioses que adoraban las naciones vecinas. Dios exige obediencia absoluta a Él y sólo a Él, y no va a tolerar la infidelidad y menos de aquéllos que dicen ser sus seguidores.
Capítulo 34
Dios le muestra la tierra de Canaán a Moisés (32:48-52), pero como él no santificó a Dios cuando estaba delante del pueblo en Cades (Números 20:11-13), no se le permitió entrar a la tierra. No hay indicios de que Moisés se haya molestado con Dios a raíz de esa decisión. La muerte de Moisés está registrada en el capítulo 34. Esta sección fue añadida muy probablemente por Esdras antes de la canonización del Antiguo Testamento.
Relevante, no obsoleto
Es una lástima que muchas personas piensen, de manera equivocada, que el Antiguo Testamento es obsoleto y no tiene ninguna relevancia para los cristianos de hoy. Las personas que insisten en que el Antiguo Testamento, incluyendo el libro de Deuteronomio, es anticuado e irrelevante se rehúsan a aceptar la clara evidencia de que Cristo y sus discípulos incluyeron apartes del Antiguo Testamento en sus escritos e instrucciones.
Cristo dejó muy claro este punto cuando dijo: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mateo 5:17). Deuteronomio es parte de la ley a la cual Cristo se refería.
Una de las principales maneras de buscar y servir a Dios es a través de un cuidadoso estudio del Antiguo y Nuevo Testamento. Usted va a descubrir que las escrituras contienen respuestas para los problemas que enfrenta en su vida personal.
La Biblia es verdaderamente la Palabra de Dios, y como dijo el apóstol Pablo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16). Depende de cada uno de nosotros comprobar estas afirmaciones, confiando en la Palabra de Dios y estudiando la Biblia de manera constante.