La historia de Moisés guiando a los israelitas fuera de Egipto es conocida, pero hay mucho más en el libro de Éxodo que a menudo se pasa por alto.
Éxodo es el segundo de cinco libros escritos por Moisés. El nombre Éxodo viene del griego septuaginta y significa “salida” o “salir”, por la salida de la nación de Israel de Egipto. En la Biblia hebrea el nombre del libro fue tomado de las primeras dos palabras del versículo 1, elleh (estos) y shemoth (nombres), que pueden ser traducidas como “Éstos son los nombres”.
“El libro de Éxodo es la historia del nacimiento Israel como nación… el antiguo status privilegiado de ‘los israelitas’ había terminado. Ahora son una nación esclava bajo un nuevo faraón, de una dinastía que había olvidado desde hacía mucho tiempo la deuda que Egipto tenía con José (lea Génesis 41) (The Lion Handbook to the Bible [El manual león de la Biblia], editado por David y Pat Alexander, p.155).
Éxodo cuenta la historia de Israel a partir de la muerte de José hasta la construcción del tabernáculo durante el segundo año después de la salida de Egipto.
El papel de Moisés
Cristo confirmó que Moisés fue el autor del libro de Éxodo (compare Éxodo 3:6 y 17:14 con Marcos 12:26). La persona extraordinaria y destacada a lo largo del libro es Moisés, su nombre significa “sacado”. La hija del faraón le puso el nombre de Moisés, porque “dijo ella, de las aguas lo saqué” (Éxodo 2:10).
Él creció en la casa real de Egipto y recibió entrenamiento en asuntos de gobierno y administración (Hecho 7:22). Pero cuando intercedió por su pueblo oprimido, no lo aceptaron y huyó al desierto.
Mientras pastoreaba un rebaño de Jetro (su suegro) cerca a Horeb, se encontró con “Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios” (Éxodo 3:6) y Él le encargó la tarea de guiar a los israelitas mientras Dios los liberaba de la esclavitud de Egipto (v. 10). Moisés dio cuatro razones por las cuales deberían mandar a otra persona, pero Dios refutó cada una de sus razones y finalmente Moisés accedió. Aarón, el hermano de Moisés, fue designado como su vocero (Éxodo 4:14, 16,27).
La vida de Moisés puede ser dividida en tres períodos de tiempo, en los cuales Dios lo preparó y lo utilizó en posiciones de liderazgo:
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Entrenamiento en la corte del faraón
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Entrenamiento como pastor en la tierra de Madián.
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Guiando a Israel en el desierto por 40 años, hasta llegar finalmente a la entrada de la Tierra Prometida. En el momento del capítulo 3 de Éxodo, Moisés tenía 80 años, ya habían pasado dos tercios de su vida.
Israel en Egipto
La permanencia de Israel en Egipto terminó con el Éxodo. Un periodo de 430 años se completó desde que Dios hizo pacto con Abraham, cuando tenía 99 años (Éxodo 12:40; Gálatas 3:17).
El libro de Éxodo registra como Dios empezó a trabajar con personas a un nivel nacional. Anteriormente Dios había trabajado con varios individuos, incluyendo a Abraham, de cuyos descendientes provenía la nación de Israel. Ahora que Dios estaba trabajando con toda una nación, instituyó sus Diez Mandamientos, les dio leyes civiles, sentencias y estatutos necesarios para un gobierno ordenado.
Por supuesto, éste no fue el comienzo de las leyes de Dios, pues sus siervos las conocían de tiempo atrás. Por ejemplo Dios le dijo a Abraham: “por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” (Génesis 26:5).
Se instituyen los sacrificios
Un año después de haber guiado a los israelitas fuera de la tierra de Egipto, Dios instituyó el sistema ritual de sacrificios (Jeremías 7:22-26). En vez de someterse a las leyes de Dios, la gente prefirió adorar ídolos y dioses falsos. Los sacrificios fueron agregados debido a las transgresiones y para enseñarle a una nación con una mente física, el hábito de la obediencia.
Los sacrificios fueron “la sombra de los bienes venideros” (Hebreos 10:1-4). Dios planeó que los sacrificios fueran una práctica impuesta “hasta el tiempo de reformar las cosas” cuando Cristo se convertiría en el único y verdadero sacrificio para toda la humanidad (Hebreos 9:9-14). Sin embargo, los sacrificios fueron instituidos por un Dios sabio para enseñar y dirigir a Israel hacia Él.
Esquema del libro de Éxodo
Capítulos 1-12: Israel en Egipto.
Capítulo 1: Israel es esclavizado en Egipto.
Capítulos 2-4: Moisés es presentado y Dios le asigna su tarea.
Capítulos 5-12: Las 10 plagas caen sobre Egipto y La Pascua y la Fiesta de Panes Sin Levadura son instituidas.
Capítulos 13-40: Los israelitas en el desierto y en el monte Sinaí
Capítulos 13-15: Dios dirige a los israelitas fuera de Egipto y a través del Mar Rojo, en los cánticos de Moisés y Miriam se celebra este acontecimiento.
Capítulo 16: Dios manda maná del cielo y hace énfasis en el mandamiento de prueba del sábado.
Capítulo 17: Dios provee agua de una roca, e Israel pelea contra de los amalecitas.
Capítulo 18: Jetro, el suegro de Moisés, le da consejos organizacionales.
Capítulos 19-20: Israel llega a Sinaí, y Dios proclama los 10 mandamientos.
Capítulos 21-23: Dios da varios códigos civiles, sentencias y estatutos.
Capítulo 24: El pacto es ratificado por el pueblo.
Capítulos 25-31: Dios da los planos e instrucciones para el tabernáculo y la consagración de Aarón y sus hijos. El Capítulo 31 también establece el pacto del sábado.
Capítulo 32: El pueblo se aparta de Dios y construyen un becerro de oro; cerca de 3.000 personas que lo adoraron, mueren.
Capítulos 33-34: Se discute la renovación del pacto.
Capítulos 35-40: El sacerdocio se establece y el tabernáculo es erigido.
Lecciones del libro de Éxodo
Tengamos en cuenta algunas de las lecciones que podemos aprender al estudiar este libro.
Apreciar la grandeza, el poder y el liderazgo de Dios
Los israelitas estaban en una situación desesperada, y sòlo por el gran poder de Dios fueron liberados de la esclavitud. Él destruyó el ejército más poderoso que existía en ese momento sin que los israelitas tuvieran que tomar las armas.
Dios les prometió que Él iba a pelear por ellos: “El Eterno vuestro Dios, el cual va delante de vosotros, él peleará por vosotros, conforme a todas las cosas que hizo por vosotros en Egipto delante de vuestros ojos” (Deuteronomio 1:30) “Y aun con esto no creísteis al Eterno vuestro Dios” (v. 32, énfasis añadido).
Cada persona tiene la opción de obedecer o rechazar el estilo de vida de Dios. “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30:19).
Dios sacó a Israel de Egipto a través de señales y prodigios, los guió por medio de una columna de nube durante el día y una columna de fuego en la noche. Milagrosamente dividió el Mar rojo en dos y les proveyó agua y comida en el desierto.
Dios guió a su pueblo fuera de Egipto hacia la tierra prometida con muchas señales y prodigios. Estas están registradas para que podamos apreciar su poder y confiar en él.
Obedecer los 10 mandamientos
En Éxodo 20, están registrados los Diez Mandamientos. Los primeros cuatro determinan nuestra relación con Dios —cómo debemos amar correctamente, respetar profundamente y agradar a nuestro Creador. ¿Cómo debemos amarlo? El apóstol Juan nos da la respuesta: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3).
Los otros seis mandamientos describen los estándares fundamentales que nos guían a una correcta y apropiada relación entre cada uno de nosotros, y cómo todas las personas y naciones deberían vivir juntos en paz y armonía.
¿En qué se debe basar el amor entre nosotros? “Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros. Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Éste es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio” (2 Juan 5:6).
Según la Biblia, el pecado es quebrantar cualquiera de los mandamientos de Dios. Una definición del pecado la podemos encontrar en 1 Juan 3:4: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”.
Si toda la gente aceptara los mandamientos de Dios como principios que guían sus vidas, el mundo sería un mejor y más pacífico lugar. Dios quiere que obedezcamos sus Diez Mandamientos por nuestro bien (Mateo 19:17-19; Romanos 13:9-10).
Aceptar la señal que nos identifica
Dios dice: “Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy el Eterno que os santifico. Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros; el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de su pueblo” (Éxodo 31: 13-14).
La traducción para la palabra hebrea “señal” significa una “bandera”, “faro” o “monumento” (Concordancia de Strong.). Una señal es a menudo una muestra de identidad, y Dios ordena a sus hijos que guarden el sábado como una señal perpetua entre él y su pueblo (Éxodo 31:17). Jesucristo también mostró que el sábado era para toda la humanidad y que él era el Señor del sábado (Marcos 2:27-28).
¿Escuchamos la voz de Dios?
Dios le hizo una promesa al pueblo de Israel cuando se les apareció en el Monte Sinaí: “Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra” (Éxodo 19:5). Las personas aceptaron acatar las palabras que Dios habló: su voz (v. 8).
La voz y la presencia de Dios eran tan impresionantes e intimidatorias que el pueblo le pidió a Moisés que el les hablara en vez de Dios. Dios aceptó esta petición (Deuteronomio 5:23-28), y a partir de ese momento Dios le ha hablado a la humanidad a través de sus profetas y a través de las palabras que su hijo habló (Hebreos 1:1-2). Los israelitas aceptaron obedecer su voz, pero los acontecimientos a continuación prueban que no cumplieron con el compromiso de seguir en su camino —de escuchar su voz.
¿Cuántos escuchan la voz de Dios en la actualidad?
El libro de Hebreos exhorta los cristianos a que no endurezcan su corazón como lo hicieron los antiguos israelitas. “Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto… Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo” (Hebreos 3:7-8, 12).
La voz de Dios continúa hablándonos en el último libro de la Biblia. “Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes” (Apocalipsis 19:5). Sus siervos pueden “gozarse y alegrarse” porque han sido llamados a la cena de las bodas del cordero —Jesucristo (vv. 7-9).
¿Va a estar usted entre los llamados a la cena de las bodas del Cordero después de la venida de Cristo? Eso depende mucho de su disposición a escuchar la voz de Dios —en Éxodo y a través de toda la Biblia. Aprenda más acerca de cómo mantener sus verdades, obedecer sus leyes y mantenerse en su camino, leyendo los artículos en la sección “Los beneficios prácticos e invaluables del estudio de la biblia”.