Sin los Los Profetas Mayores, nuestro entendimiento de la profecía estaría incompleto, ya que estos libros contienen revelaciones esenciales de Dios acerca de los acontecimientos mundiales en el futuro.
Existen tres grandes divisiones en el Antiguo Testamento hebreo: la Ley, los Profetas y los Salmos (los Escritos). Jesucristo mencionó estas tres secciones en Lucas 24:44. Asimismo, estas secciones tienen divisiones entre ellas.
Los profetas están divididos en dos secciones:
- Los Profetas Anteriores
- Los Profetas Posteriores
Los Profetas Posteriores de nuevo se dividen en dos secciones:
- Los Profetas Mayores
- Los Profetas Menores
Los Profetas Mayores tienen tres de los libros más largos de la Biblia:
- Isaías
- Jeremías
- Ezequiel
Este artículo ofrece una breve introducción a estos tres libros.
El mensaje de los Profetas Mayores
La palabra “mayor” hace referencia al tamaño de los libros, ya que son más extensos que los de los Profetas Menores. Cualquiera de estos tres libros —Isaías, Jeremías o Ezequiel— es más largo que todos los de los 12 profetas menores juntos.
Los períodos históricos y algunos de los libros que están relacionados con ellos, están a continuación (los Profetas Mayores están en letra cursiva):
- El reino del norte de Israel cayó y fue tomado cautivo por Asiria en el año 733 al 722 a.C. Los profetas relacionados con este período histórico fueron: Amos, Oseas, Isaías y Miqueas.
- El reino del sur de Judá cayó y fue tomado cautivo por los babilonios entre los años 606 y 586 a.C. Los profetas asociados a estos acontecimientos fueron: Jeremías, Ezequiel, Habacuc y Sofonías.
- Los judíos fueron repatriados del exilio en Babilonia a Jerusalén entre el 538 y 444 a.C. Los profetas asociados con este período post exilio fueron: Hageo, Zacarías y Malaquías.
Los períodos de tiempo de los Profetas Mayores
El libro de Isaías fue escrito antes y durante la invasión asiria y al final del reino del norte de Israel (Samaria, la capital, cayó en el 722 a.C.). El llamado de Isaías al servicio de Dios empezó en el año en el que el rey Uzías murió (Isaías 6:1) y abarcó un período de tiempo de 40 años a través de los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías.
Jeremías apareció en la escena casi 100 años después de Isaías y profetizó a lo largo de los últimos cinco reyes de Judá. Él hizo un llamamiento para que la gente dejara los malos caminos y regresara a la verdad de Dios. Desafortunadamente su mensaje de un desastre venidero no fue escuchado.
Ezequiel estuvo entre el grupo de personas que fueron llevadas cautivas en el año 597 a.C. cuando el rey Joaquín sometió a Jerusalén ante el ejército babilónico. Ezequiel estaba cautivo en Babilonia cuando Dios lo llamó a declarar un mensaje principalmente a “la casa de Israel” (Ezequiel 2:3; 7; 3:4; 17). Su misión era clara: “Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte” (Ezequiel 3:17).
La misión de los profetas
Uno de los temas más importantes dentro del mensaje que fue traído por los profetas es que la obediencia de la ley de Dios trae bendiciones y la desobediencia trae consigo graves consecuencias. Lamentablemente, la nación de Israel —el pueblo que Dios escogió para que fuera un ejemplo de su camino de vida— se fue en contra de Él y empezó a adorar dioses paganos. Una y otra vez, durante muchos años, Dios mandó profetas fieles para advertir a Israel y a Judá de las terribles consecuencias de sus malos caminos.
Isaías, Jeremías y Ezequiel estaban entre los que advirtieron a Israel y a Judá de las repercusiones que tendrían sus caminos de maldad.
Jeremías advirtió: “¿No te acarreó esto el haber dejado al Eterno tu Dios, cuando te conducía por el camino?... Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán” (Jeremías 2:17, 19).
Tristemente, como la historia posterior lo demuestra, estas advertencias no fueron tomadas en serio.
The Lion HandBook to the Biblia [El manual león de la Biblia] dice: “Dios mandó a estos profetas a abrumadoras y a veces peligrosas misiones. La mayoría de las veces eran enviados a la hora once, para tratar de detener la precipitada destrucción de la gente; para advertirles del juicio; para llamarlos de nuevo a Dios en arrepentimiento —y después de que la gran crisis llegara, para reconfortar a los sobrevivientes con la seguridad del continuo amor y propósito de Dios para con ellos. Para un hombre, los profetas se fueron con la ardiente convicción de que tenían un mensaje de Dios. Algunos enfrentaron la muerte para que fuera conocido” (p. 376).
El libro dice en la página 372: “Isaías… predicó a un pueblo que por haber rechazado su mensaje había pasado el punto de no retorno y se habían condenado a sí mismos de plano (Isaías 6:9ff.). Jeremías pertenece al culmen de la agonía final de Jerusalén, y Ezequiel a la primera experiencia traumática del exilio”.
Mensajes de justicia, misericordia y esperanza
Muchas personas en países en los que se profesa la fe cristiana crecieron creyendo en un dios severo y cruel del Antiguo Testamento.
Pero, ¿es esta imagen correcta?
Vea los siguientes pasajes de los Profetas Mayores que demuestran como Dios se preocupa profundamente por el bienestar de las naciones y como Él quiere bendecir abundantemente a todos los que están dispuestos a obedecer sus leyes.
- “Porque no quiero la muerte del que muere, dice el Eterno el Señor; convertíos, pues, y viviréis” (Ezequiel 18:32).
- “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Eterno, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11).
- “No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9).
- “Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:4).
- “Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará el Eterno él Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque el Eterno lo ha dicho” (Isaías 25:8).
- “Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor” (Jeremías 31:13).
¡Qué contraste con la infelicidad, dolor y sufrimiento que prevalece en tantas naciones actualmente!
A manera de amonestación
¿Está cometiendo la generación actual los mismos errores que los antiguos israelitas cometieron? ¿No es importante para nosotros que evitemos repetir las mismas trasgresiones y como resultado, sufrir las mismas consecuencias?
El apóstol Pablo hizo una advertencia, que debemos escuchar: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corintios 10:11).
El apóstol Pedro, en su segunda epístola, exhortó a los cristianos: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!” (2 Pedro 3:10-12).
Es muy importante que seamos tenidos por dignos de reclamar las impresionantes promesas que Dios nos da y estar en un estado constante de preparación espiritual. Es a través del constante estudio de la Biblia que podemos entender mejor la mente de Cristo y su propósito para nuestra vida.
Jesucristo hizo esta exhortación: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:36).
¡Depende de cada uno de nosotros que vigilemos y estemos listos para presentarnos ante Jesucristo!
Nuestra sección de “La conversión” es un buen punto de partida. Hace una descripción de los cambios que debemos hacer en nuestra vida para estar bien con Dios.