Muchos se han preguntado si los libros apócrifos deberían ser incluidos como parte de la Biblia y considerados como escrituras inspiradas.
Para tomar esta determinación, comencemos primero definiendo que son apócrifos. Este término significa “escritos ocultos”, lo cual implica que éstos contienen un conocimiento especial. En el Antiguo Testamento, se refiere a la colección de libros, o porciones de libros que no eran considerados parte de las Santas Escrituras por los judíos, pero fueron preservados con los libros bíblicos en la Septuaginta, la traducción griega del Antiguo Testamento. En el siglo 16 muchos de estos libros y pasajes fueron oficialmente añadidos a una versión de la Biblia por el Concilio de Trento.
Los apócrifos del Antiguo Testamento
Varias Iglesias y diferentes versiones de traducción reconocen series diferentes de estos escritos. Los libros apócrifos incluidos en varias versiones, son:
- Tobit
- Judith
- Adiciones al libro de Esther
- La Sabiduría de Salomón
- Eclesiástico, o la Sabiduría de Jesús, el hijo de Sirac
- Baruc
- La Carta de Jeremías (capítulo 6 de Baruc)
- Adiciones a Daniel (La oración de Azarías, el canto de los tres jóvenes, Susana, Bel y el dragón)
- 1 y 2 de Macabeos
- 1 Esdras (llamado 2 de Esdras en la Biblia Eslavónica y 3 de Esdras en el apéndice de la Vulgata Latina)
- La Oración de Manasés
- Salmo 151
- 3 de Macabeos
- 2 Esdras (Llamado 3 de Esdras en la Biblia Eslavónica y en al apéndice de la Vulgata)
- 4 de Macabeos
Los libros apócrifos del Antiguo Testamento están notablemente ausentes de la referencia de los libros aceptados registrados por Filón de Alejandría, el filósofo alejandrino judío (De Vita Contemplativa 25) y del historiador del primer siglo, Josefo (Contra Apión 1:8). Pero lo más importante es el hecho de que ninguno de los libros apócrifos es citado en el Nuevo Testamento, dando con ello a entender que los escritores del primer siglo no los consideraban como la Palabra inspirada de Dios.
Algunos libros apócrifos (por ejemplo, 1 de Macabeos) pudieran ser útiles para tener más elementos en cuanto a la historia y costumbres de sus épocas, pero ellos no pertenecen a la colección de escritos sagrados inspirados por Dios y preservados en nuestras Biblias. También deberíamos tener en cuenta que si bien los hombres inspirados por Dios para escribir la Biblia ocasionalmente hacían referencia a otras fuentes (Josué 10:13; 1 Reyes 11:41; 1 Crónicas 29:29; 2 Crónicas 12:15; 2 Crónicas 13:22; 2 Crónicas 9:29; 2 Crónicas 20:34; 2 Crónicas 33:19; Colosenses 4:16; Judas 1:14) esto no significa que estas fuentes deberían incluirse en la Biblia.
¿Qué dice la Biblia acerca de este tema? Primero, veamos lo que el apóstol Pablo dice de “la palabra de Dios” que les fue entregada a los judíos (Romanos 3:1-2). Los judíos preservaron las Sagradas Escrituras, y les fue confiada la responsabilidad de mantener el registro de cuáles escritos fueron inspirados. Jesucristo hizo un comentario que respalda la división tradicional que los judíos hicieron de las escrituras del Antiguo Testamento, al hablar de “la ley de Moisés, los profetas y los salmos (Lucas 24:44).
Libros que no están incluidos en el Nuevo Testamento
Los libros apócrifos no están limitados al Antiguo Testamento. Hay muchas escrituras cristianas primitivas que algunos llaman los apócrifos del Nuevo Testamento. También son llamados la literatura extra-canónica, ya que no eran parte del “canon”, o la lista oficial de libros que se consideran parte de la Santa Biblia inspirada. Algunos de ellos son:
- El evangelio de Tomás
- El evangelio de Pedro
- El evangelio secreto de Marcos
- El evangelio de los Egipcios
- El evangelio de Hebreos
- El apocalipsis de Pedro
- El libro secreto de Santiago
- La predicación de Pedro
- El evangelio de los Ebionitas
- El evangelio de los Nazarenos
- Las tradiciones de Matías
- El evangelio de María
- El diálogo del Salvador
- El evangelio del Salvador
- El evangelio de la infancia de Santiago
- El evangelio de la infancia de Tomás
- Hechos de Pedro
- Hechos de Juan
- Hechos de Pablo
- Hechos de Andrés
- Hechos de Pedro y los doce
- El libro de Tomás el contendor
- Hechos de Tomás
(Fuente: www.earlychristianwritings.com/apocrypha.html)
Al igual que sucede con los apócrifos del Antiguo Testamento, estos no pertenecen al Nuevo Testamento, de acuerdo con la mayoría de los eruditos. Estamos de acuerdo con esto.
El apóstol Pedro nos dice que “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder” (2 Pedro 1:3). En otras palabras, Dios se aseguró de que su pueblo tuviera todo lo necesario para recibir la vida eterna. Esto parecería excluir los libros que han sido refutados y omitidos de muchas Biblias, en los casi 2000 años de historia del Nuevo Testamento.
También leemos que: “Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; más la palabra del Señor permanece para siempre” (1 Pedro 1:24-25, énfasis agregado). Aquí Pedro está citando al profeta Isaías (Isaías 40:6-8), con el fin de resaltar el hecho de que Dios mismo se ha asegurado de que su Palabra sobreviva. Aquí hay, por lo tanto, un elemento de fe en la preservación que Dios ha hecho de las Escrituras y su provisión para que se tenga el canon correcto.
En conclusión, muchos detalles de los libros apócrifos entran en conflicto con los libros de la Biblia. Aquellos que apoyan los apócrifos, dicen que estos conflictos revelan conocimiento adicional. Lo que Cristo dijo en Juan 10:35 está en desacuerdo con esta posición. Al decir, “la Escritura no puede ser quebrantada”, Jesús reveló que los libros de la Biblia verdadera deben estar en armonía entre sí.
Por estas razones, no creemos que los libros apócrifos sean Escrituras inspiradas.