Crecimiento del cuerpo de Cristo
Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.
La vez pasada cubrimos Efesios 4:11-13. En este pasaje, Pablo continúa y explica cómo la Iglesia y el ministerio pueden ayudar a los miembros evitar las trampas y escollos que Satanás usa contra nosotros. En lugar de ser como un barco que es llevado por doquiera en el viento, nosotros necesitamos estar anclados firmemente en la verdad. Cuando hablamos la verdad motivados por amor hacia quienes les estamos hablando, nosotros estamos llegando a ser más como Jesucristo, nuestro ejemplo y la cabeza de la Iglesia.
Compartir esta misma meta de llegar a ser más como Jesucristo, nos ayuda a crecer en madurez y en unidad. “Cada ligamento por separado integra y conserva firme la totalidad del cuerpo. La precisión con la que Pablo empleó estos términos médicos, hace que nos preguntemos si Pablo revisó los detalles con Lucas” (Comentario de la Biblia NVI de Zondervan, Volumen 2, anotación acerca de Efesios 4:16).
Si desea más información acerca de Jesucristo, vea nuestro artículo titulado “Cristo en nosotros: ¿cómo vive Cristo en usted?”. Vea también “La Iglesia: ¿Qué es en la realidad?” y “Hablar la verdad en amor”.