El fin de todo el discurso
El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.
El seguimiento de la sabiduría por parte de Salomón y su desesperada búsqueda de la felicidad son resumidos en el libro de Eclesiastés, el mismo que es resumido en estos dos versículos finales.
Si usted lee en su totalidad el libro de Eclesiastés, puede llegar a pensar que la repetida frase “Todo es vanidad” es la conclusión. La vida en este mundo físico a menudo es injusta, sin sentido y como tratar de agarrar el viento.
Pero Salomón no termina el libro de esa manera. Él pone la vida humana en la perspectiva apropiada —en la perspectiva de Dios. Debemos reconocer la asombrosa majestad de Dios y los maravillosos beneficios de sus mandamientos para lograr la plenitud en esta vida. La base de todo esto, es que esta vida no es todo lo que hay. Dios es un Dios de justicia —y misericordia. Él juzgará toda nuestra obra y, por esa razón, debemos esforzarnos por dejar de pecar y obedecerlo. Debemos ser agradecidos porque la Biblia muestra que Dios ha provisto el medio para que nuestros pecados sean perdonados y para que tengamos vida más allá de esta existencia temporal.
Para profundizar más acerca del increíble propósito de Dios para nuestra vida, le invitamos a leer “¿Cuál es el significado de la vida?”.