Está establecido para los hombres que mueran una sola vez
Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.
Dios le dijo al primer hombre, Adán, que él podía comer de cualquiera árbol en el jardín (incluyendo el árbol de la vida que representaba la vida eterna). No obstante, Dios le ordenó a Adán que no comiera del árbol del conocimiento del bien y del mal, que representaba el tratar de escoger por él mismo lo que era bueno y malo. No obstante que a Adán se le permitió escoger si obedecería o no, Dios dejó en claro que el árbol de la vida era la opción correcta y que la consecuencia de escoger mal era la muerte (Génesis 2:16-17). Como Dios les dijo a Adán y Eva después de que ellos escogieron mal: “Pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:19).
Adán trajo la pena de muerte sobre sí mismo, y toda la humanidad ha escogido mal desde entonces. Los seres humanos son mortales, y todos morirán una vez. El pecado lleva la pena de muerte —no sólo muerte física, sino muerte eterna. Pero podemos dar gracias a Dios porque planeó que Jesucristo viniera y pagara la pena de muerte por aquellos que se arrepintieran. La muerte de Cristo hace posible que los seres humanos perdonados no tengan que morir la segunda muerte —muerte eterna.
La Biblia enseña que después de esta vida física, los seres humanos serán levantados a vida —resucitados. Algunos serán juzgados como perdonados y fieles y entrarán en la familia de Dios en la primera resurrección. Otros serán levantados en el Juicio del Gran Trono Blanco. Y algunos, que esperamos que sean pocos, pecadores incorregibles que no se arrepienten, serán levantados para enfrentar la segunda muerte. Estas resurrecciones son explicadas en nuestro artículo “Resurrecciones: ¿Qué son?”.