Guardaré mi boca con freno
Yo dije: Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté delante de mí.
El rey David estaba consciente del peligro de pecar con sus palabras cuando se enfrentaba a las pruebas y a la persecución por parte de los malvados. Esos enemigos que buscan hacernos tropezar pueden ser muy efectivos a la hora de provocarnos para que seamos imprudentes, nos enojemos o tengamos alguna reacción desmedida.
Santiago también nos advierte acerca del difícil desafío que representa controlar nuestra lengua: “Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno” (Santiago 3:6).
Si usted quiere saber más acerca de cómo utilizar las palabras apropiadas y evitar pecar cuando hablamos, lo invitamos a ver nuestros artículos que están en la sección “Los beneficios y desafíos de la comunicación”.