Huid de la fornicación
Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.
Parece que los corintios utilizaron una analogía para tratar de justificar la inmoralidad sexual, convirtiéndola en una función corporal más: “Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas” (1 Corintios 6:13). Pablo estaba en total desacuerdo. “Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo” (v. 13).
Pablo explicó que nuestros cuerpos son miembros de Cristo, por eso no debemos hacerlos miembros de una ramera (v. 15). Nuestros cuerpos son el templo del Espíritu Santo, comprados por el sacrificio de Cristo, y por eso no son nuestros (vv. 19-20). Debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu (v. 20), en lugar de ofenderlo haciendo cosas que Él aborrece.
El versículo 18 es cierto en varios niveles. La inmoralidad sexual nos perjudica porqué nos priva de algunas de las verdaderas alegrías del amor marital. También puede aumentar los riesgos de enfermedades de transmisión sexual —otro pecado contra nuestros propios cuerpos. Pero, sobre todo, es ser infiel a Dios —un pecado que conlleva la pena de muerte eterna.
¡No es de extrañar que Pablo les dijera a los corintios que huyeran! En nuestra sociedad moderna, saturada de sexo, la advertencia y el consejo se aplican también.
Si usted desea más información acerca de cómo evitar el pecado sexual, lo invitamos a leer el artículo “Séptimo Mandamiento: no cometerás adulterio”.