La Simiente prometida, Jesucristo

Gálatas 3:16  

Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.

El apóstol Pablo resalta las promesas dadas a Abraham, el padre de los fieles. Dios le había dado a Abraham maravillosas promesas físicas de tierra y una multitud de descendientes, como también las más sorprendentes bendiciones espirituales que vendrían a través de nuestro amoroso Salvador. La muerte de Jesucristo hizo posible el perdón de nuestros pecados para que pudiésemos recibir salvación y vida eterna en el Reino de Dios.

En Génesis 22:18, después de que Abraham había demostrado que él estaba dispuesto a confiarle a Dios la vida de su hijo, Dios dijo: “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra”. Esto tendrá su cumplimiento final después de la segunda venida de Jesucristo cuando todas las naciones empezarán a tener la oportunidad de las bendiciones físicas y, más importante aún, de las bendiciones espirituales de conversión y llegar a ser hijos de Dios.

Para más información acerca de la naturaleza dual de las bendiciones prometidas a Abraham, vea nuestro artículo “La Teología del Reemplazo: ¿ha reemplazado la Iglesia a Israel?

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