Lo que el valle de los huesos secos significa para la gran mayoría de la humanidad

Ezequiel 37:13-14   

Y sabréis que yo soy el Eterno, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo el Eterno hablé, y lo hice, dice el Eterno. 

La semana pasada hemos hablado acerca de la segunda resurrección, la cual es representada en las fiestas de Dios por el Último Gran Día. Apocalipsis 20:5, 11-12; Mateo 11:23-24; y 12:41-42 registran aspectos de este período del Juicio del Gran Trono Blanco.

La visión de Ezequiel del valle de los huesos secos agrega detalles adicionales y muestra específicamente que esta segunda resurrección es una resurrección a vida física con huesos, tendones, carne, piel y respiración.

Pero, además del aliento de vida que Él ha dado a todos los humanos desde Adán, Dios ofrecerá también su Espíritu (v. 14). Sabemos por el sermón del apóstol Pedro en Pentecostés que Dios únicamente da su Espíritu Santo a los que se arrepienten y son bautizados para el perdón de los pecados (Hechos 2:38). Esto confirma que esta segunda resurrección no es sólo un tiempo de condenación de los que rehúsan arrepentirse, sino una oportunidad para la vasta mayoría pueda convertirse y se le ofrezca la salvación. El Libro de la Vida es abierto para que muchos nombres más puedan ser inscritos en él (Apocalipsis 20:12).

Para más información acerca de la segunda resurrección, vea nuestro artículo “Resurrecciones: ¿Qué son?”.

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